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Opinión

La ‘salvaje pesadilla’ de Unamuno y del capitán Aguilera

Gonzalo de Aguilera, Hubert Knickerbocker y Miguel de Unamuno.

Dejábamos en suspenso, al hablar de la prensa amarilla o mentirosa, las entrevistas que Hubert Knikerbocker hizo durante le Guerra civil a Unamuno y al capitán Gonzalo de Aguilera, oficial de prensa franquista, las cuales tuvieron una enorme repercusión en su momento, sobre todo fuera de España. (Advertencia: el contenido puede herir su sensibilidad. No hay normalidad, ambos vivían entonces una salvaje pesadilla).

Knickerbocker, ‘el rojo’, (por el color de su pelo, más que nada) había venido a España con una opinión más bien favorable a los sublevados contra la República, pero cambió de postura tras ser expulsado dos veces por motivos que no vienen al caso. Así que la entrevista que hizo al capitán Aguilera –al que veía culpable de su expulsión–, para el Washington Times en mayo de 1937, puede ser vista como una venganza. Ahí recogía toda una serie de barbaridades de boca de este oficial y aristócrata salmantino, como que iban a matar a más de 50.000 rojos cuando entraran en Madrid, que «desde el presidente Azaña a los anarquistas» todos los republicanos eran una raza de esclavos que había que volver a encadenar, lo mismo que a los judíos; que era “deplorable” que las mujeres votaran y era necesario eliminar las alcantarillas para que las epidemias fueran acabando con las capas más bajas de la sociedad. Y así. Esta entrevista fue difundida por la agencia de Hearst (para unos 2.000 periódicos) y trascendió al Congreso de Estados Unidos, con lo que fue un golpe a la propaganda del ‘Movimiento’.

Meses antes, el 13 de agosto del 36, Knickerbocker había entrevistado a Unamuno. Las entradillas del reportaje dan idea del tono: «Una guerra entre la civilización y la anarquía» (dice Unamuno). «El poder de Madrid está en manos de unos pistoleros”. “COMO ACTO PATRIÓTICO AZAÑA DEBERÍA SUICIDARSE» (sic).

Don Miguel no veía lado bueno en los partidarios de la República, que iban guiados solo por el afán de caos y destrucción, mientras que los sublevados les hacían frente para salvar el orden y la civilización cristiana (sic). Tampoco falta el toque racista en sus explicaciones: «no olvidemos que la sangre que corre por las venas españolas es no solo morisca y vasca, sino también gitana”. Termina diciendo que «cree ardientemente en la causa del Ejército Nacional” y por ello ha donado cinco mil pesetas a la suscripción del general Mola, “aunque no es un hombre rico”.

Ya que veníamos hablando de la prensa amarilla, podría pensarse que en estas entrevistas Knickerbocker distorsionó o inventó las opiniones de Unamuno y de Aguilera. Pero el caso es que ambos interlocutores eran bastante locuaces y existen otras entrevistas y testimonios, antes y después, con un contenido semejante. Es más, es casi seguro que otro periodista, André Salmon, de Le petit parisien, coincidió con Knickerbocker en la entrevista del 13 de agosto y su versión es muy semejante. (Ver Arqueología de un mito, de Severiano Delgado, donde documenta 16 entrevistas a Unamuno en los cinco meses anteriores a su muerte, no todas visadas por la censura).

Los contenidos de esas entrevistas, antes y después del famoso 12 de octubre, son bastante coincidentes con las declaraciones que hemos comentado. Desde luego con lo que no coinciden del todo es con la imagen que viene circulando en los últimos años respecto del Unamuno de 1936 a través de películas, artículos y publicaciones innumerables, donde, más o menos, sí es detectable cierto abuso de las fuentes y de la interpretación. Pero las cosas son como son y no como quisiéramos que fueran.

Por. Luis Castro Berrojo, miembro del consejo de redacción del blog Conversaciones sobre la historia.

2 comentarios en «La ‘salvaje pesadilla’ de Unamuno y del capitán Aguilera»

  1. Y la familia diciendo que la historia de las cinco mil pesetas no es verdad. Unamuno es cierto que era un señor muy de derechas, pero me cuesta creer alguna de las barbaridades que usted escribe sobre él., tengo muy en cuenta el bulo en el que está inmerso este bendito país.

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  2. Gracias por el comentario.
    Por suerte, disponemos de todas las entrevistas hechas a Unamuno en esa época y en algunas se repiten exabruptos semejantes (que también los tenía para algunos de los sublevados, aunque no para Franco). En lo de las 5.000 pesetas coinciden Knickerbocker y Salmon. Por lo demás, la Suscripción nacional, aunque teóricamente era «voluntaria», de hecho era casi obligada para los funcionarios, y Unamuno lo era.
    (Luis Castro)

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