Seguimos inmersos en un verano en el que, además de temperaturas medias más elevadas, las olas de calor se suceden sin solución de continuidad. En las dos semanas pasadas en esta misma columna alertábamos de los efectos del calor sobre la salud y las medidas más adecuadas para mitigar sus efectos. En esta columna se dedica a los efectos del calor sobre la salud mental.
Diversas investigaciones han documentado el efecto del clima sobre la salud mental y como las altas temperaturas pueden influir en el bienestar psicológico. Los efectos del calor incluyen un aumento en los niveles de estrés, ansiedad, irritabilidad y, en casos más severos, pueden agravar problemas de salud mental preexistentes.
Durante periodos de calor extremo, o sostenido en el tiempo, muchas personas experimentan aumentos en el estrés y la ansiedad que les provocan mayor irritabilidad. La American Psychological Association señala que, la incomodidad física que genera el calor combinada con la dificultad para dormir, puede provocar una elevación de los niveles de cortisol, la hormona del estrés. El calor también puede causar deshidratación, lo que afecta negativamente el estado de ánimo y la función cognitiva. Además, la falta de sueño provocada por el calor nocturno exacerba estos efectos, ya que el sueño insuficiente está directamente relacionado con una mayor irritabilidad y menor capacidad para manejar el estrés.
Las altas temperaturas afectan negativamente el estado de ánimo y el autocontrol y pueden afectar la función cognitiva y la capacidad de toma de decisiones, alterando el comportamiento personal que puede llevar a respuestas emocionales más intensas y agresivas. Esto puede generar un ambiente tenso tanto en el hogar como en el trabajo, afectando negativamente las relaciones personales y laborales.
El calor también afecta el comportamiento social. A medida que aumenta la temperatura las personas tienden a mostrar mayor irritabilidad y agresividad, lo que puede llevar a un aumento en los conflictos interpersonales. Las altas temperaturas producen un incremento de los delitos violentos, incluyendo agresiones y homicidios. Este fenómeno puede explicarse por la «hipótesis del calor», que sugiere que el malestar físico causado por el calor puede llevar a respuestas emocionales más intensas y agresivas. Los entornos urbanos, donde las temperaturas pueden ser aún más altas debido al efecto de isla de calor, suelen mostrar tasas más altas de violencia durante los meses de verano.
Un estudio publicado en el Journal of Environmental Psychology por el profesor Craig A. Anderson, de la Universidad de Iowa, mostró que las altas temperaturas se asocian a un aumento en los comportamientos agresivos y violentos. M. Ranson publicó en 2014 un artículo en la revista Journal of Environmental Economics and Management que indica que por cada día con una temperatura promedio de un grado centígrado más alta de lo normal, la tasa de delitos violentos aumenta en un 0.9%.
El calor también puede agravar condiciones de salud mental preexistentes. Las personas con trastornos de ansiedad, depresión y otras enfermedades mentales pueden experimentar un empeoramiento de sus síntomas durante periodos de calor extremo. Un estudio realizado por la Universidad de Harvard en 2019 encontró que las altas temperaturas se correlacionan con un incremento en las hospitalizaciones por trastornos mentales. Igualmente, el calor extremo se asocia con un aumento en la tasa de suicidios. Diversos estudios indican que cada incremento de 1ºC en la temperatura media puede elevar la tasa de suicidios entre un uno y un dos por ciento.
La incapacidad para acceder a ambientes frescos y confortables, así como la interrupción de los servicios de salud mental debido a la falta de personal sanitario en verano, o por cualquiera otra razón, puede dificultar la gestión adecuada de este problema.
Las comunidades y los sistemas de salud pública deben reconocer y abordar los impactos del calor en la salud mental, ofreciendo recursos y apoyo a quienes lo necesiten durante los periodos de calor extremo, aunque la realidad nos muestra que sucede exactamente lo contrario: si los recursos para la atención a la salud mental son escasos en cualquier periodo del año en verano lo son aún en mayor medida. Es de esperar que el nuevo Plan de Salud Mental anunciado por el Ministerio de Sanidad tenga en cuenta este factor.
Miguel Barrueco Ferrero, médico y profesor universitario
@BarruecoMiguel