Suenan bien y logran que el público se lo pase de lujo. Para que ese engranaje funcione a la perfección hay horas y horas de ensayos, planificación, conversación y relatos contrastados. Son músicos, bailarines, montadores, productores… Son los que en las verbenas de los pueblos hacen que la noche se alargue hasta la madrugada a ritmo de pasodoble, reggaetón o rumba.
Detrás de la diversión que vemos en el escenario, hay profesionales que trabajan muy duro durante los meses de invierno. “Este año calculamos que recorreremos unos 10.000 kilómetros en total”, explican los integrantes de La Búsqueda, grupo que protagonizó la verbena el 25 de agosto en Tenebrón y con cuyos componentes, Luis Cotobal, Ainhoa Palomero, Irene San Lorenzo, Caye Torres, David Gómez, Rubén Martín, Samu Gago, David Garrido, Daniel Martín y Javi Torres, compartiremos en el reportaje su manera de vivir.
Nada más empezar, se ve lo generosos que son, porque aseguran que los kilómetros de los músicos son más llevaderos porque pueden descansar entre viajes, los verdaderos héroes de esta aventura son los compañeros del equipo técnico. Ellos son los encargados de montar y desmontar el escenario en cada sitio, cargar y descargar todo el equipo, y asegurarse de que cada concierto salga perfecto. “Su esfuerzo es inmenso y, sin duda, son una parte fundamental de que podamos estar en el escenario noche tras noche. Sin su dedicación y trabajo, todo esto sería imposible”, reconocen.
Estos miles de kilómetros los recorrerá La Búsqueda en Salamanca, que es su hogar y donde el público los ha visto crecer, pero también sonaran en Segovia, una provincia que los ha recibido con los brazos abiertos y donde les guarda un cariño especial.
Valladolid es otra parada frecuente en su gira. “Estamos muy agradecidos porque cada día nos abre más puertas y nos permite conectar con nuevos seguidores. Por tierras zamoranas también solemos hacer varias paradas”, explican.
Además, cada año suelen hacer algunas actuaciones en Extremadura y Cantabria, donde siempre se sienten muy bien acogidos. Y, por supuesto, ningún verano está completo sin alguna parada en Madrid, donde el ambiente y la diversidad del público les aporta algo único y diferente en cada actuación.
El invierno es primordial
Para que todo el engranaje sea perfecto, hay muchas ‘plancha’ detrás, muchas horas de ensayo, donde la preparación es la clave, ya que su objetivo es ofrecer siempre el mejor espectáculo posible.
Durante los meses de invierno, ensayan de manera constante para mantener frescas las canciones y perfeccionar los arreglos. A menudo, trabajan por secciones: vocalistas, músicos y coreografías, y luego lo unen todo para lograr la sincronización perfecta. Además, aprovechan para crear nuevos mixes y bloques que mantengan al público sorprendido y enganchado.
Antes de la temporada de verano, suelen dedicar varias semanas a ensayos intensivos, revisando a fondo todo el repertorio y asegurándose de que cada transición entre temas sea fluida. “No sólo ensayamos las canciones de manera individual, sino también las coreografías o la puesta en escena. Es vital que todo el equipo esté sincronizado, desde los músicos hasta los técnicos de sonido e iluminación, para que cada noche sea redonda”, apuntan desde La Búsqueda.
Una vez que están de gira, el ritmo es muy distinto. Con un centenar de conciertos programados a lo largo del año, no hay mucho tiempo para ensayos entre actuaciones. Sin embargo, siempre buscan momentos para hacer pequeños ajustes, sobre todo si incluyen alguna canción nueva o adaptan el repertorio a una audiencia específica. También revisan constantemente las grabaciones de los conciertos para detectar posibles mejoras y ajustar detalles.
El éxito del repertorio es enlazarlo bien, algo que se consigue con experiencia y una buena dirección musical, pero también influye la comunicación y la confianza entre todos los miembros de la orquesta. “Sabemos en qué momento debe entrar y salir cada uno, lo que nos permite improvisar si es necesario y mantener la energía alta durante todo el espectáculo. La clave es que, aunque tengamos una estructura fija, siempre estamos preparados para adaptarnos sobre la marcha, dependiendo de la respuesta del público”, puntualizan.
Además de la preparación, es importante el respeto y apoyo mutuo que tienen entre la orquesta, llegando a ser una familia. “No es sólo cuestión de talento individual, sino de trabajo en equipo. Nos conocemos muy bien y eso nos permite anticiparnos a los movimientos de los demás, haciendo que todo fluya de manera natural sobre el escenario”, cuentan.
El motor para aguantar
Son muchas horas las que están sobre el escenario. Son verdaderos atletas de la música, para poder aguantar y darlo todo, hay que tener una alimentación sana y equilibrada. Durante la gira, mantener una alimentación equilibrada se convierte en todo un desafío debido al ritmo de los días. “Pasamos muchas horas viajando entre actuaciones y aprovechamos cualquier momento libre para descansar. Esto hace que no siempre sea fácil encontrar tiempo y opciones adecuadas para comer de manera ideal”, apuntan.
Normalmente, intentan organizar las comidas de la forma más práctica posible. Como gran parte del día la pasan en la carretera o descansando, la cena suele ser la comida más importante para ellos. “Llevamos nuestras cenas preparadas desde casa, lo que nos permite asegurarnos de que estamos comiendo algo más saludable y casero, sin depender tanto de lo que podamos encontrar en los bares o restaurantes”, matizan.
En cuanto al resto del día, suelen recurrir a alimentos que sean fáciles de transportar y comer en cualquier momento, como bocadillos, fruta, frutos secos… Estos les ayudan a mantener la energía durante los viajes y las esperas antes de cada concierto. Aunque intentan mantener un equilibrio, en muchas ocasiones acaban comiendo lo que esté disponible en el camino, lo cual puede ser más complicado si no hay muchas opciones saludables a mano.
Uno de los principales desafíos es evitar comidas demasiado pesadas antes de subir al escenario. “Necesitamos sentirnos ligeros, pero con la energía suficiente para darlo todo durante la noche, así que intentamos evitar alimentos que puedan dejarnos pesados o afectar el rendimiento. Es común que, en lugar de comer una gran comida, hagamos pequeñas ingestas a lo largo del día para no llegar al concierto con el estómago vacío, pero tampoco sobrecargados”, señalan.
Si la comida es importante, la hidratación es clave, sobre todo en verano, que es cuando más trabajan. Con el esfuerzo físico que hacen en cada concierto, la deshidratación es un riesgo constante, por lo que siempre intentan beber mucha agua y a veces bebidas isotónicas.
Al final, aunque tratamos de ser conscientes de lo que comen, el verano es una época en la que la prioridad es poder cumplir con todos los conciertos, y eso implica muchas veces adaptase sobre la marcha. “Es parte del reto de estar en un formato musical como este: encontrar un equilibrio entre el disfrute del momento y cuidar de nuestra salud para poder seguir rindiendo al máximo en cada noche de trabajo”, comparten.
Con todo ello, es inevitable que, con el ritmo tan intenso del verano, acaben perdiendo algo de peso. El desgaste físico es considerable. Entre el estrés físico de las actuaciones y las temperaturas veraniegas, especialmente en lugares calurosos, su cuerpo acaba quemando más energía de la habitual. No es raro que, al finalizar la temporada, todo noten que han bajado algo de peso. Eso sí, intentan cuidar su salud y alimentarnos de la mejor manera posible dentro de las limitaciones que tienen.
Al bajar del escenario
Para los integrantes de La Búsqueda bajarse del escenario es una mezcla de sensaciones difíciles de describir. Por un lado, sienten una descarga de adrenalina brutal, porque cada concierto es una experiencia única y el público te transmite una energía increíble. “Es un subidón total. Cuando estás ahí arriba, todo fluye: la música, las luces, los efectos visuales de las pantallas, el contacto con la gente, y durante ese tiempo te olvidas de todo lo demás”, explican.
Sin embargo, cuando el espectáculo termina y bajan del escenario, pasan por una especie de transición emocional. “De pronto, todo ese frenesí se calma y te quedas con una sensación agridulce. Estás agotado físicamente, pero al mismo tiempo sientes esa satisfacción de haber dado lo mejor de ti. A veces, incluso te cuesta desconectar, porque la adrenalina sigue corriendo y la cabeza está en modo concierto, repasando lo que ha salido bien o pensando en cómo mejorar para la próxima actuación”, matizan.
El momento después del concierto también es de convivencia con el equipo. “Nos gusta compartir nuestras impresiones, reírnos de anécdotas que hayan pasado durante la noche y disfrutar de un pequeño momento de relax antes de continuar con la rutina y prepararnos para el siguiente destino. Eso sí, también hay un cansancio acumulado que poco a poco empieza a pesar, y el cuerpo te pide descansar para recuperar fuerzas para el siguiente día”, comparten.
Por todo ello, es un proceso de altibajos: primero, esa euforia de haber conectado con el público y haber vivido algo intenso; luego, la bajada hacia la calma, la reflexión y el descanso. “Cada noche es un nuevo ciclo de emociones, y aunque a veces cuesta bajar de ese subidón, al final, lo que queda es la satisfacción y el agradecimiento de haber podido hacer lo que más te apasiona”, concluyen.
2 comentarios en «Larga vida a la verbena»
Chicos sois geniales,con vosotros la diversion está asegurada, larga vida a la orquesta la busqueda???se os quiere
Chicos gracias por vuestra camiseta, os seguiremos en primera fila como siempre