Durante la conversación con Pepa Rus, actriz que estará en el Liceo este sábado y domingo con la obra Las que gritan, hablará de José Antonio Sayagués, con el que compartió rodaje en Amar es para siempre, de sus escapadas a Salamanca cuando era más joven y de que la vida hay que vivirla.
Pepa, esta pregunta es obligada. Ha trabajado en Amar es para siempre, ¿qué tal con nuestro salmantino José Antonio Sayagués?
¡Fenomenal! Es un compañero increíble y una persona que sabe muchísimo. Se manejaba la serie… ¡Imagínate, después de más de 20 años!…
Sabía más que los guionistas…
(Risas) Más que todos. La verdad es que es una ayuda importante, sobre todo cuando llegas a un rodaje que lleva tanto tiempo y tú eres nueva. Encontrarte con una persona que conoce todo y te ayuda… es un lujo. Nos hemos reído mucho, mucho, mucho.
Hablando ya de la función que la trae a Salamanca estos días de Ferias y Fiestas, Las que gritan. En un momento de la obra, el personaje que interpreta Beatriz Carbajal dice algo así como que cuántas decisiones tomamos que no nos hacen ser felices. Sabiendo esto, ¿por qué cree que lo hacemos?
Creo que por la vida, las circunstancias que nos llegan… en el caso de la función, no es que no las hagan felices, pero posponen las decisiones, sus sueños… Como tantas y tantas mujeres de esa edad que se casaban y llegaban las responsabilidades, los hijos. Pasa el tiempo y piensa en lo que ha hecho y ha dejado de hacer. Lo que menos importaba era el sueño de cada uno.
Si la vida es tan imprevisible, ¿por qué cree que nos la tomamos tan en serio?
Porque es la única que tenemos y queremos que salga bien.
¿A quién o a qué le grita Pepa Rus?
A mí misma muchas veces.
¡Esos gritos suelen ser terribles!
No, porque no solo se grita de enfado, también se puede gritar de alegría, placer, ilusión… Creo que es muy importante ese tipo de gritos, que no solo nos quedemos con el desgarrador.
¿Cuánto de serio es el humor?
Todo. Las mejores comedias parten de un gran drama. Si no es así, no tiene sentido. El trabajo del humor tiene una parte muy divertida, pero otra muy seria a la hora de sensibilización, escucha, tiempo, de todo.
¿Cuánto podemos aprender si nos paramos?
Mucho. Hay que pararse, pensar y reflexionar. Si te dejas llevar, pasa que no decides qué quieres tú para ti.
Teniendo en cuenta esto, ¿por qué nos da miedo perder el tren si pasan cada hora?
Hay trenes que pasan y otros que no…
Creo que el importante siempre pasa…
Puede ser. Hay una cosa que es ilusionarse y ese tren de la ilusión siempre se renueva, incluso con cosas que ya has hecho, te renuevas. En nuestra profesión, aunque creo que un poco en todas, siempre llegan objetivos, metas, retos… que te apetecen o no, pero le buscas un tipo de ilusión. Esta profesión tiene algo que engancha, si no sería impensable.
Ustedes tienen un público delante, que enseguida ven si empatizan o no con lo que cuentan…
Lo del público es increíble. A día de hoy me digo: ¡Qué estoy trabajando de esto! (Risas) Llevo más de 20 años trabajando de manera profesional y cuando dejas un lío muy grande, bueno la vida, cuando estoy delante de un telón cerrado, hay algo mágico ahí. ¡Quién me iba a decir a mí, a la Pepa de 15 años, que iba a estar aquí!
Debe ser una maravilloso ver las caras expectantes de los espectadores por lo que van a ver y si les ha gustado, de felicidad y agradecimiento por lo que acaban de ver.
Se nota cuando al público le ha gustado, se percibe.
¿Nos lo vamos a pasar bien en Las que gritan?
Sí. Es una comedia muy bonita y tierna. Tiene partes donde el público se emociona mucho, porque te hace pensar, reflexionar… pero siempre con una sonrisa. Eso es muy chulo.
Deja al espectador con buen sabor de boca…
Sí. Tomo prestado algo que dice Beatriz Carbajal. A ella le gusta hacer el tipo de teatro que cuando termina, el público se va a cenar o tomar algo, y habla de la función y de lo que ha significado la obra.
Montan una buena en el escenario, con banda de rock incluida. Cantan algo así como vive sin miedo, sonríe y confía… gritemos lo bonita que es la vida. ¿Qué impide gritar lo bonita que es la vida?
A veces nos centramos en pequeños problemas que no tienen tanto sentido. Quizá en ese momento es un mundo, pero lo ves con perspectiva y ya es otra cosa. A veces la perspectiva es una semana.
(Carcajada)
Nos enfrascamos en el problema. Mi padre decía una frase muy chula: ‘No te preocupes, ocúpate’. Hay cosas que se pueden solucionar y otras no, solo hay que aceptar.
Para terminar, es obligado preguntarle por un hit que repitió una generación entera. ‘Lore, Lore, Macu, Macu’. Usted interpretaba a Macu en Aída. ¿Existe esa familiaridad que transmiten todos los actores que participaron en esta serie?
Total. Somos familia. Fueron muchos años y tuvimos la suerte de llevarnos muy bien y querernos mucho. Literalmente crecimos juntos. Nos unimos mucho. La serie era tan querida. Al final, que te quieras con tus compañeros es una cuestión de suerte.
Díganos que en Las que gritan también se llevan bien…
Bueno… Fenomenal. De verdad, somos como una familia. Desde el primer día, que ya hace unos años, se notó esa familiaridad, hermanamiento… Había trabajado con alguna. Beatriz Carbajal es un referente para todas. Ahora son hermanas. Son personas maravillosas. He tenido mucha suerte, porque en el teatro hay una cosa fastidiada, compartes vida en las giras. Tienes el mismo hotel, desayunas, comes y cenas juntas… Todo. Si encima te lo pasas bien fuera del escenario… es una gozada.
¡Qué disfruten de Salamanca!
Conozco mucho Salamanca, porque está muy cerca de Madrid y era una ciudad de ‘escape’. Es una ciudad bonita, se come bien y la gente es muy maja. Lo hemos pasado muy bien en Salamanca. Invito a todo el mundo al teatro, porque les garantizo que se lo pasaran muy bien y no les dejaran indiferentes.
1 comentario en «“El tren de la ilusión siempre se renueva”»
Muy buena pinta y muy entrevista