Curiosa forma la de Alfonso Fernández Mañueco de ofrecer al inicio del curso político diálogo a los partidos de la oposición a los que al mismo tiempo acusa de antemano de carecer de autonomía propia para alcanzar ningún acuerdo sin el visto bueno de sus respectivas cúpulas (en el caso de Vox dejémoslo en minarete) nacionales. Si piensas así, y además se lo reprochas públicamente, a cuento de qué les emplazas a ese presunto diálogo. Un caso flagrante de postureo. Implícitamente se cuela el mensaje de que el PP es el único partido de ámbito nacional que dispone en Castilla y León de autonomía respecto a su dirección nacional, lo cual es “insultar la inteligencia” del mismo modo que, a decir de Fernández Mañueco -en esto literalmente coincidente con Javier Lambán, el barón de los socialistas aragoneses- ha hecho la portavoz federal del PSOE, la burgalesa Esther Peña, al equiparar la “financiación singular” pactada por Pedro Sánchez con Esquerra Republicana de Cataluña con los beneficios fiscales de que gozan las provincias de Soria, Cuenca y Teruel.
La sumisión del PP de Mañueco a los dictados de la calle Génova es exactamente la misma que la del PSOE de Luis Tudanca respecto a la calle Ferraz. Ni más ni menos. En esto cualquier reproche mutuo equivale a aquello de la sartén y el cazo. Sin ir más lejos, ¿cómo se explica que, tras haber anunciado no sé ya cuantas veces que presentaría la impugnación “con la mayor celeridad posible”, a fecha de hoy aún no se haya formalizado ante el Tribunal Constitucional el cacareado recurso de la Junta contra una Ley de Amnistía, que según el gobierno Mañueco, vulnera nada menos que 14 artículos de la sacrosanta Carta Magna? Pues muy sencillo: porque desde Génova se ha transmitido la consigna de que ningún gobierno autonómico del PP se adelante a los demás y al propio partido en la presentación de dichos recursos. Y este es solo un ejemplo de la absoluta sumisión de la Junta a la estrategia política diseñada en la calle Génova, que no es otra que la de poner todas las instituciones controladas por el PP al servicio del supremo objetivo de conducir a Alberto Núñez Feijóo al palacio de La Moncloa.
Mañueco sabe perfectamente que no se dan las condiciones para alcanzar pacto alguno con la oposición, lo cual por otra parte le importa una higa. Sabe que el Proyecto de Presupuestos de la Comunidad para 2025 no va a conseguir la mayoría parlamentaria para ser aprobado, lo cual igualmente se la suda. Aparte de que Santiago Abascal ha anunciado que no cuenten con su partido para ello, Vox no puede hacer el papelón de apoyar unos nuevos Presupuestos cuando el gobierno Mañueco ha renegado de las aberrantes políticas con las que el PP tuvo que complacer a la ultraderecha durante el periodo en el que compartieron gobierno, máxime cuando su antiguo socio ha enviado al limbo del “mausoleo” de Villa del Prado el Proyecto de Ley de la Concordia que pretendía dar la vuelta como a un calcetín al Decreto sobre Memoria Histórica vigente desde el último gobierno presidido por Juan Vicente Herrera.
Aunque en el pasado ese precepto se lo hayan pasado por el forro tanto el mencionado Herrera como el propio Mañueco, lo de presentar cada año un nuevo Proyecto de Presupuestos viene obligado por el Estatuto de Autonomía. Mañueco ha anunciado que lo hará, pero da por descontado que quedará en papel mojado, hasta el punto que asegura (lo cual es mucho asegurar teniendo el precedente de diciembre del 2022) que su no aprobación no sería motivo de una nueva anticipación electoral. En fin, que lo más previsible es que al final se prorroguen las cuentas del presente ejercicio, consensuadas en su momento por PP y Vox, razón esta última de más para que la ultraderecha prefiera esa prórroga a un nuevo marco más favorable aún para el partido que ahora gobierna en minoría.
Sin olvidar la repercusión de la Ley de Amnistía, la “financiación singular” comprometida con Cataluña constituye todo un filón electoral para el gobierno Mañueco, que encuentra un argumento objetivo para exacerbar el habitual victimismo del PP cuando el gobierno central está en manos socialistas.
Por mucho que se quieran retorcer los argumentos, es evidente que si los republicanos catalanes han impuesto ese modelo particular -denominado por Núñez Feijóo “cupo separatista”- es porque a través del mismo Cataluña verá incrementada su porción en el reparto de la tarta destinada por el Estado a las Autonomías, ello lógicamente en detrimento del resto de las comunidades. Pero también es cierto que no se puede esgrimir, como hace la Junta, que los recursos recibidos del Estado son insuficientes para atender los servicios públicos esenciales, al mismo tiempo que se utiliza año tras año la capacidad normativa de la comunidad para otorgar beneficios fiscales al segmento de la población más pudiente. No es que sea una incoherencia, es una desfachatez.
Por lo demás, el nombramiento del hasta ahora ministro José Luis Escrivá como nuevo gobernador del Banco de España ha deparado la unción ministerial de Óscar López como nuevo titular de la cartera de Transformación Digital y Función Pública.
El secretario autonómico del PSOE, Luis Tudanca, se ha apresurado en calificarlo de “magnífica noticia”. Motivos tiene: gracias al apoyo de López, que en su día dejó la secretaría autonómica del PSOE para hacerse cargo de la secretaria Federal de Organización, Tudanca se impuso a su antecesor, Julio Villarrubia, en las primarias autonómicas disputadas a cara de perro en 2014. Como el que no quiere la cosa, hace de ello 10 años.
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Post scriptum.- A estas alturas de la película, veo informaciones y comentarios en medios regionales que consideran segoviano a Óscar López, dato completamente falso porque no lo es de nacimiento ni nunca lo ha sido de adopción. Y el agradecido Tudanca ha abundado en ese falaz paisanaje al referirse a él como «paisano» al celebrar su nombramiento ministerial.
Lo cierto y verdad es que, salvo que uno de sus abuelos nació en Bercimuel, su único vínculo con esta tierra es el haber sido propietario de una segunda residencia en la villa de Riaza. Esta circunstancia meramente patrimonial le sirvió como percha para hacerse pasar por segoviano cuando su mentor y jefe en Ferraz, el inefable Pepiño Blanco, le colocó en 2004 como número uno de la candidatura del PSOE por Segovia al Congreso de los Diputados.
Por lo tanto y en rigor, López, que entre 2004 y 2018 ha sido sucesivamente diputado, procurador y senador por Castilla y León, ha desempeñado todos esos cargos en calidad de «cunero» y de hecho no ha vuelto a interesarse ni por Segovia ni por esta comunidad autónoma desde que cesó en el último de esos escaños.
1 comentario en «La trastienda | Una de postureo para iniciar el nuevo curso político»
Efectivamente, Castilla y León es el conejillo de indias de la nación. Con estas políticas y estos políticos estamos retrocediendo 100 años cuando España avanza hacia posiciones punteras en Europa.
Castilla y León tiene solución y no pasa por su división, pasa por eliminar de una vez por todas el gran «cacicato» del que sólo se beneficia una parte de la población.