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Opinión

Un mar de canciones

Mar. Fotografía de Eduardo Sanz.

Nos ocupamos del mar
Y tenemos dividida la tarea
Ella cuida de las olas
Yo vigilo la marea

Javier Krahe y Alberto Pérez

El mar está presente en las canciones de un gran número de compositores, cantantes y grupos musicales, para los que ha sido un recurso universal de inspiración. A lo largo de los años artistas de todos los estilos musicales han cantado al amor, la soledad, la paz, la libertad, la tragedia, el dolor y a cualquier sentimiento humano, con el mar y el viento como metáforas indistintamente y, en ocasiones, con ambos conjuntamente.

De las canciones que recurren al mar como una realidad física y emocional a la vez confieso que Mediterráneo es mi preferida, una canción universal que es muchas cosas a la vez, poema de amor, oda a las raíces y homenaje a un mar también universal: “Que han vertido en ti cien pueblos de Algeciras a Estambul / Para que pintes de azul tus largas noches de invierno”. Es también una declaración de identidad, de pertenencia “¿Qué le voy a hacer?, si yo / Nací en el Mediterráneo”, y un refugio sentimental: “Quizá porque mi niñez sigue jugando en tu playa / Escondido tras las cañas duerme mi primer amor / Llevo tu luz y tu olor por donde quiera que vaya/ Y amontonado en tu arena / Tengo amor, juegos y penas”. Con una melodía que evoca el vaivén de las olas y una letra que es un poema lírico, Joan Manuel Serrat convierte al Mediterráneo en el protagonista central de su música.

Luis Eduardo Aute utiliza el mar como una metáfora recurrente de su mundo interior, del amor y del deseo.  En El Niño que miraba el mar “Ajeno al paso de las horas” reflexiona sobre el cambio operado, no necesariamente a mejor, al hacerse adulto, dejando atrás los sueños infantiles, en Rosas en el mar habla sobre la dificultad de alcanzar los propios ideales y en A por el Mar donde “El mar es más que un paisaje, / también es un sentimiento, / es un corazón que late / negándose a seguir muerto; / no rinde más obediencia / que la que exigen los vientos, / no lo sujetan cadenas /ni se detiene ante el fuego”. En sus canciones más intimistas el mar es un confidente silencioso del amor y del desamor, pero también de la lucha por la libertad personal.

El mar Caribe está presente en muchos autores ribereños y diferentes estilos musicales: cantautores cubanos como Silvio Rodríguez o Pablo Milanés o colombianos como Carlos Vives, por ejemplo. Pablo Milanés recurre al mar como metáfora del amor que viene y va. En Mares y arena: “Sobre las ondas del mar bravío / Puse tu nombre con que soñaba / Y a medida que lo escribía / Venían las olas y lo borraban”; en Canción de los amantes la metáfora es la arena de la playa. Ambas canciones forman parte de su repertorio posiblemente menos conocido, donde el mar y la playa simbolizan un caudal de emociones como el amor efímero y el desarraigo emocional, o el transcurrir del tiempo y el ciclo imparable de la vida. Carlos Vives en El Mar de sus Ojos anuda el mar y la mirada con ritmo caribeño y sensual: “Ella me hace navegar, en el mar de sus ojos / Y yo solo quiero anclar entre sus labios rojos / Solo quiero naufragar, cerca de su sonrisa / Ella es mi puerto y mi mar, mi velero y mi brisa”.

El bolero y la copla no ha sido ajenos al mar para interpretar las emociones más profundas. En ambos géneros musicales el amor y el desamor, la presencia y la ausencia, y en definitiva el olvido, tienen lugar evocando el mar.

Jorge Sepúlveda canta en Mirando al Mar: “Mirando al mar / Soñé / Que estabas Junto a mí” un bolero romántico en el que evoca un amor perdido al tiempo que contempla la inmensidad del mar “bajo el palio / de la luz crepuscular”. Rocío Jurado ‘La más grande’, es una de las cantantes españolas que con más pasión más ha cantado al mar. En como Como una ola, el mar es símbolo de un amor febril y arrollador, que arrastra todo a su paso: “Como una ola tu amor llegó a mi vida / Como una ola de fuego y de caricias / De espuma blanca y rumor de caracolas / Como una ola”. Con su voz poderosa, inconfundible y emotiva, transmite la intensidad del mar que incorpora como un elemento central de su repertorio.

Isabel Pantoja en Marinero de Luces canta al drama personal de su propia historia de amor: “Ese barco velero cargado de sueños / Cruzo la bahía / Me dejo aquella tarde agitando el pañuelo / Sentada en la orilla”, una historia de pérdida y dolor: “Olvidaste que yo gaviota de luna / Te estaba esperando / Y te fuiste meciendo en olas de plata / Cantando, cantando”. Carlos Cano en María la Portuguesa nos cuenta una triste historia de amor y pérdida que tiene lugar “En las noches de luna y clavel, desde Ayamonte hasta Villareal”, uniendo una vez más: mar, amor y tragedia.

La música pop también ha surfeado sobre el mar. La lista es muy amplia. Formula V canta a Eva María evocando con nostalgia el adiós al amor al final del verano; Pepa Flores canta al mar en Aquel Verano y, especialmente, en Háblame del mar marinero donde añora no poder verlo:Háblame del mar, marinero / Dime si es verdad lo que dicen de él / Desde mi ventana no puedo yo verlo / Desde mi ventana el mar no se ve”. Mecano en Naturaleza Muerta donde el mar que está loco de amor por Ana secuestra a Miguel, su amante, y a ella solo le queda esperar “Y llorar, y llorar, y llorar por él / Y esperar, y esperar, y esperar de pie” y también en Antes de que nos abandone el mar, una reflexión poética sobre la fragilidad. La Oreja de Van Gogh en La Playa evoca la nostalgia y el recuerdo de un amor pasado. Manuel Carrasco en Tengo un trocito de mar “Tengo un trocito de mar / y un barquito de madera / con las velas de palmera /que sonríe al navegar” y en Que corra el aire: “Quiero que sepas que soy como el mar. / Quiero amanecer desnudo en tu vida y en mi vida, / Por favor que el viento sople en una noche más. / Playa desierta, cómo te extraño”.

El mar es el espejo donde poetas y cantaores reflejan penas y anhelos. El flamenco ha bebido, no solo para las letras de canciones, sino también como fuente de inspiración emocional y estética, en poetas andaluces como Federico García Lorca, Rafael Alberti o Manuel Machado y, como ellos, utiliza el mar como metáfora y expresión lírica, variando el significado atribuido según el palo.

Poetas populares y cantaores han convertido al mar en un reflejo de la vida misma: a veces calmado, a veces tempestuoso. El aire y el mar son dos de sus imágenes más frecuentes, utilizados indistintamente, según las circunstancias y el contexto emocional de la letra. Fosforito con Toita el Agua del Mar; Camarón que en La leyenda del tiempo canta “El sueño va sobre el tiempo / flotando con un velero”; Nina Pastori que siente a la bahía de “Cai”, el amor y la salina en Viento En La Tierra Mía, Corazón de Mar o Sobre la Arena.  Las Migas en Caricias de sal sobre la fragilidad de las emociones y lo efímero de los sentimientos o en El Mar, acerca del amor y la espera en la bahía de Cai: “A Cai le llaman Cai / Y a la bahía, bahía / Y a Cai le llaman Cai / Y al puerto le llaman Puerto / Puerto de Santa María”. Todos cantan a través del mar a la libertad, el deseo o al destino, pero también a la fatalidad, la soledad, el dolor emocional y el desamor que en la vida está, con frecuencia, presente más que el propio amor.

El mar trasciende géneros y fronteras musicales. Desde el flamenco hasta el pop su capacidad de simbolizar las emociones lo convierten en un motivo recurrente en la música, un símbolo universal que ha inspirado algunas de las canciones más bellas y memorables de la música española (también en otros idiomas, pero de eso hablaremos el próximo día), cada una con su matiz y visión propia del mar. El mar… siempre el mar.

Por. Miguel Barrueco Ferrero, médico y profesor universitario

@BarruecoMiguel

2 comentarios en «Un mar de canciones»

  1. Bueno el mar o la mar como la llaman otros tiene mucha historia siempre recordaré a mi madre la canción ay mi dulce amor ese mal que ves tan bello ese mar que ves tan bello es un traidor en mi pueblo una ola mató a cuatro vecinos uno de ellos recién casado y con la mujer embarazada que la niña nunca conoció a su padre yo debía de tener ocho diez años y eso ya me quedó marcado con mucho respeto hacia el mar todo no es bonito y bello entre lo bello también hay algo malo de vez en cuando muchas vidas ha quitado la mar

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  2. Y «nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar», dijo J. Manrique.
    A lo mejor la mar es el cielo. Deberíamos de enviarle rosas en vez de chapapote y plásticos.
    Gracias Barru.

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