Dentro del ámbito de la empresa, planificar adecuadamente lo que se va a ejecutar es gran parte del éxito de un proyecto. Quizás no te suene el concepto roadmap, pero se trata de una herramienta que permite tener una visión de lo que se quiere conseguir, desde el inicio hasta el final. El roadmapping se ha convertido en una técnica muy beneficiosa que proporciona una gran cantidad de ayuda.
¿Qué es un roadmap?
Un roadmap no es más que visualizar todas las fases de un proyecto, tanto en sus fases iniciales como en las finales. Marca cuál es el camino a seguir, pero tiene la ventaja de que su punto de vista siempre es flexible. Por tanto, se pueden realizar ajustes a medida que se avanza. Con ello, se va modelando todo aquello que se quiere, a la vez que se implica a todo el personal que, de una u otra manera, participa en ese proyecto.
¿Cuáles son sus beneficios?
El roadmapping consigue algo que, aunque es bastante obvio, a veces no queda bien definido. Esto no es otra cosa que marcar bien las metas a largo plazo, evitando la dispersión, que resulta tan perjudicial en un proyecto de gran envergadura. Tener claros los objetivos es el punto de partida de cualquier proyecto exitoso.
Igualmente, la mejora de la comunicación es otra de las ventajas que ofrece el roadmap. Cuando hay una buena sintonía entre todos los departamentos y personas que se implican en el proyecto, se trabaja siempre en una misma dirección.
Planificar de manera correcta pasa por saber cuáles son las diferentes etapas del proyecto, cuáles son los recursos que se necesitan en cada parte y así poder prever todos los inconvenientes o cuellos de botella que podrían retrasar el proyecto.
Finalmente, conviene tener en cuenta que los roadmaps se caracterizan por su flexibilidad. De esta manera, al estar actualizados de manera continua, se pueden realizar ajustes dependiendo de las circunstancias concretas de cada momento o bien de las prioridades que haya definido la empresa para ese proyecto.
¿Qué tipos de roadmaps existen?
Dependiendo del tipo de proyecto que se desee poner en marcha, existe diversidad en cuanto a los roadmaps que podemos utilizar.
En primer lugar, encontramos los roadmaps de producto, utilizados principalmente para desarrollar un producto concreto. Para ello, se establece cuál es el camino a seguir o la hoja de ruta: cómo se va a crear, cómo va a evolucionar el producto y su lanzamiento final. Incluye diferentes hitos que variarán dependiendo del proyecto concreto.
Uno de los más interesantes es el denominado roadmap tecnológico, que busca la implementación de nuevos sistemas tecnológicos dentro de una empresa. Se trata de integrar una nueva tecnología en diferentes áreas de una organización, para así poder automatizar proyectos o poner en marcha plataformas digitales.
Los roadmaps de marketing tienen su punto de mira en las campañas y estrategias de marketing. La misión es la planificación de las actividades de promoción, cómo será el lanzamiento de una campaña o cómo cuantificar el retorno de la inversión. Permite establecer objetivos claros en las campañas.
Finalmente, los roadmaps estratégicos buscan poner en consonancia todos los proyectos individuales desde un punto de vista global, con el objetivo de que la compañía crezca de la manera adecuada.
Cómo convertir un roadmap en un camino hacia el éxito
Es evidente que siempre hay que partir de una cuidada planificación y tener en cuenta diferentes factores. Estas son las claves para que un roadmap tenga posibilidades de éxito.
Es obvio que tener claros los objetivos es la parte esencial a la hora de diseñar un roadmap. Siempre hay que responder a las preguntas de qué se quiere y hacia dónde se desea llegar. Además, siempre hay que partir de planteamientos realistas que sean alcanzables.
Conocer los puntos clave o los hitos que nos hemos marcado permitirá medir y cuantificar el progreso. Ir superando estos objetivos intermedios ayuda a avanzar.
Pero, además, cada parte del roadmap debe tener a una persona responsable que supervise el cumplimiento de todas las tareas y objetivos. De esta manera, nos aseguramos de que no haya nadie con sobrecarga de trabajo y de que todos participen activamente en el proyecto.
Finalmente, ser flexible en los momentos adecuados permite adaptarse a cualquier tipo de cambio. Del mismo modo, una adecuada comunicación y contar con las herramientas necesarias facilitará la consecución de todos los objetivos.
El roadmapping es una técnica que permite poner un proyecto en perspectiva y conocer en todo momento cuál es su grado de avance. Cualquier empresa puede ponerlo en marcha, ya que se trata de una forma muy válida y segura de alcanzar los objetivos de un proyecto. No cabe duda de que la implementación de esta técnica permite una mayor productividad y, evidentemente, ser mucho más competitivos, algo que es fundamental en estos tiempos tan complejos.