«El topillo» | A falta de bulos, tinta de calamar

El único partido que ha cambiado de posición ha sido el PP, que ha renegado de una iniciativa que en su día compartió de forma entusiasta con la ultraderecha
García Gallardo pasa ante Mañueco en el Pleno de Las Cortes donde se dio carpetazo a la ley de concordia. (Ical)

Lo ocurrido estos días pasados en torno a la vergonzosa y vergonzante Proposición de Ley capciosamente denominada como de Concordia, promovida en su día conjuntamente por PP y Vox cuando ambos compartían el gobierno de Castilla y León, ha dejado retratados simultáneamente al presidente de la Junta, “Fonsi” Fernández Mañueco y a las terminales mediáticas que arropan y blanquean su actuación política. A falta de mayores bulos a los que agarrarse para camuflar la retirada de su apoyo a una iniciativa absolutamente infumable, el grupo popular ha vertido camiones cisterna de tinta de calamar con el propósito de no reconocer lo obvio: su marcha atrás en ese compromiso contraído con la ultraderecha, una vez que ésta ha dejado de ser su socio de gobierno.

El subterfugio utilizado -su petición de solicitar un informe al Consejo Consultivo- no es más que la típica excusa de mal pagador. Lo cierto y verdad es que la Proposición de Ley fue registrada en su día conjuntamente por los portavoces parlamentarios de PP y Vox y que el primero de ellos, devenido luego en eurodiputado, Raúl de la Hoz, defendió su contenido a capa y espada en comparecencia informativa compartida con el consejero de la Presidencia, Luis Miguel González Gago, quien asimismo se deshizo en elogios ante la iniciativa. Como no es menos cierto que el presidente Mañueco arremetió sin miramientos contra los relatores de la Naciones Unidas que advirtieron que la Proposición impulsada por PP y Vox omitía «las graves violaciones de derechos humanos cometidas durante la dictadura franquista», se negaba a nombrar y condenar dicho «régimen dictatorial» y no respetaba los estándares internacionales de los Derechos Humanos en materia de preservación de la memoria histórica.

La conclusión no puede ser más sencilla: Una vez que Vox ha roto con el PP en la Junta (no así, de momento, en los ayuntamientos), Mañueco y los suyos han decidido renegar de una iniciativa que les ha venido quemando desde el mismo momento que aceptaron incluirla en el pacto suscrito con la ultraderecha para poder investir el actual presidente.

«El señor Mañueco se está retratando como una persona que quiere el poder por el poder, el poder a cualquier precio y que le da igual una cosa que la contraria”, ha dicho al respecto el hasta hace poco vicepresidente de la Junta y ahora portavoz parlamentario de Vox, Juan García-Gallardo y Frings, Ga-Ga jr. (Ga-Ga sr. es su padre, Juan García-Gallardo Gil-Fournier, el abogado elegido por el consejero de Cultura, Gonzalo Santonja, para emprender acciones legales contra quienes le vincularon en el pasado a ETA). Se diría que Ga-Ga jr. se ha caído del caballo, como Saulo, lo cual en su caso no sería de extrañar dada su afición a la equitación. Alma de cántaro.

De idéntica forma ha actuado Mañueco en relación con el Diálogo Social y el SERLA (Servicio Regional de Mediación Laboral). Después de consentir que Vox bloqueara el primero y pusiera al borde del colapso al segundo, el PP no ha dudado en enmendar a toda prisa a la totalidad la política del gobierno que preside. Hoy mismo se hace la foto con los agentes sociales y pelillos a la mar. Un ejemplo donde los haya de la vigencia de la famosa frase de Groucho Marx“Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros”. Exactamente lo mismo de lo que el PP acusa al pérfido Pedro Sánchez.

Hace falta ser incauto –Francisco Igea pudo serlo cuando desde Ciudadanos le aupó a la presidencia de la Junta; Ga-Ga jr. creo que no tanto- para esperar que Mañueco sea fiel en un matrimonio de conveniencia. En materia de lealtad política “Fonsi” arrastra un precedente que no puede ser más esclarecedor. Fue cuando con ocasión de las primarias internas para suceder a Mariano Rajoy dejó en la estacada a su gran valedora en el PP, Dolores de Cospedal, para pasarse con armas y bagajes al bando de Soraya Sáez de Santamaría, ello arrastrado por el entonces máximo responsable de Organización en Génova, el zamorano Fernando Martínez Maillo.

Entre Cospedal, que le había protegido en su guerra interna con Juan Vicente Herrera y el innombrable que mecía su cuna, y Martínez Maillo, que maniobró descaradamente en su favor en las primarias autonómicas disputadas a Antonio Silván, Mañueco no dudó en dejar tirada a la exsecretaria general del PP. De ahí que “El topillo” se haya referido siempre a Maillo como el “compadre” del actual presidente de la Junta. Él fue quien apadrinó el nombramiento de Isabel Blanco como consejera de Familia y el que ha apadrinado el de Leticia Sánchez como nueva consejera de Empleo. Y, ojo a la primera, quien, al ocupar la vicepresidencia abandonada por Ga-ga jr., se sitúa en primera línea de sucesión y puede ser en un futuro la primera mujer del PP en optar a la presidencia de la Junta.

El vertido de toneladas de tinta de calamar sobre la Proposición de Ley de la Discordia se ha sustentado sobre el hecho, totalmente aleatorio, de que Vox y el PSOE coincidieran al apoyar en la Junta de Portavoces de las Cortes la tramitación de una iniciativa que el PP pretendía aplazar con el mencionado subterfugio de requerir un informe del Consultivo. A partir de ahí se ha orquestado una ceremonia de la confusión que ha llegado a un extremo tan delirante como el de acusar al PSOE y Vox de constituirse en “pinza” contra el PP, cuando la realidad es que, a la hora de votar la Proposición, ambos lógicamente han votado en sentido completamente opuesto. El único partido que ha cambiado de posición ha sido el PP, que ha renegado de una iniciativa que en su día compartió de forma entusiasta con la ultraderecha.

Y de la connivencia de las terminales mediáticas en esa ceremonia de la confusión orquestada por el PP, qué les voy a contar. Hoy mismo un diario con edición regional despachaba la votación plenaria de la Proposición con el siguiente titular a toda página: “El PSOE vota ahora con el PP para tumbar la Ley de Concordia de Vox”. Tal como lo leen. ¿No será más cierto que ha sido el PP el que ha votado con el PSOE y no al revés? Titular doblemente mendaz, ya que la Ley no era exclusivamente de Vox, sino también del propio PP.

Ante manipulaciones así, uno no puede por menos que echar de menos aquellas magistrales “clases de ética periodística” que impartía Juanjo de la Iglesia en aquel rompedor “Caiga quien Caiga” que pilotaba Wyoming en Tele-5. En lugar de una sección de un programa semanal, el “profesor” De la Iglesia dispondría hoy de material sobrado para mantener un programa diario. Lástima que en materia de manipulación informativa tengamos que conformarnos con la columna que publica cada jueves Idafe Martín en las páginas de “El País”.

elblogdepedrovicente@gmail.com

3 comentarios en ««El topillo» | A falta de bulos, tinta de calamar»

  1. El señor veleta-presidente no tiene inconveniente en dejarse mecer por el viento que más le conviene, con tal de permanecer en lo alto del campanario. Es como los polvos de la madre celestina: los aplican para todo y no sirven para nada. Amén.

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  2. Enhorabuena por el artículo. Lástima que el rebaño que pasta en las llanuras de Castilla y León no lo entienda (comprensión lectora, le llaman). Y enhorabuena también a la Crónica por este colaborador de lujo.

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