Opinión

Quererse para querer

Foto: Pixabay

Quererse para querer y obrar creadores de amistad es ponerse buena nota. Habitual es que las personas procedamos con los demás tal como nos relacionamos con nosotros mismos. Suele ocurrir que los que son benévolos consigo mismos lo son con quienes conviven y, si son intransigentes, lo sean también con los demás. Compensa, pues, nos tratemos con franqueza y condescendencia, dispuestos a recibir de lo que damos.    

Quererse es acompañarse de autoestima en los propósitos que emprendamos, alumbrarse con luz propia y sea lo que nos late y sentimos lo que nos sirva de guía. El camino se hace largo y penoso emboscados en la propia sombra, agravando lo acontecido de cada día o haciendo por sobrevivir en vez de por bien vivir. Bueno es ser indulgente para sí y para con los demás y, de ser severos, que sea con la intolerancia, la animadversión y el flagelar al que se equivoca. Cuesta menos una alegría que una pena.

Abrazarse para abrazar, asomarse a la ventana para ver amanecer, andar con paso confiado, disfrutar de la alegría de existir y encontrar amigos está al alcance de cualquiera. Es gratis y fácil. Infinitamente preferible que proceder con acritud con el diferente, denigrar al adversario y, para protegerse, infundir miedo. Ayudarse ayudando es un gran acierto, como querer para que te quieran, no juzgar para no ser juzgado y reconocer a todos el derecho a disfrutar de lo que hay entre cielo y tierra.

Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor


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