Hablar con Fely Campo es siempre un acierto. En esta ocasión, la charla se inició mencionando a Rosalía, gracias a un cruce de llamadas sin contestar, y como broma surgió la expresión Malamente habíamos podido hablar para realizar la entrevista. Así, Fely Campo comentó que Rosalía le parecía una mujer muy culta y trabajadora. “Tiene muy merecido lo que le ocurre”.
De trabajadora a trabajadora. ¿Para llegar donde ha llegado usted se necesitan muchas horas de aguja e hilo?
Muchísimas. (Risas)
De otra manera no se llega.
No. Y, sobre todo no te mantienes. Últimamente, gracias a las redes sociales, muchas personas llegan por cualquier cosa, caes en gracia y ya está. Pero, mantenerse 52 años como yo, con empresa… Eso es otra cosa y puedo decirlo clarísimamente.
Pagando la seguridad social todos los meses.
Eso es. Trabajando y con personas a mi cargo. Estoy orgullosa. Ha sido para mí muy satisfactorio el ir paso a paso…
Puntada a puntada…
(Risas) ¡Me ha costado años! No he tenido prisa, porque me gusta mucho lo que hago y lo he ido desarrollando. Luego las cosas van saliendo, sin pretender buscar nada. Nunca lo he hecho.
Estuve en su desfile en Madrid y se me hizo corto. Sacó 22 propuestas arriesgadas y con mucho sentido…
Siempre los hago ágiles, rápidos… para que el público diga: ‘Me gustaría haber visto un poco más’. Normalmente, los desfiles suelen ser repetitivos, porque pasan modelos una detrás de otras. Ahora lo que prima es la inmediatez. No estamos preparados para estar viendo mucho rato lo mismo.
Fely, echando la vista atrás, ¿qué le dice a la niña de 15 años? ‘No te preocupes, te va a ir bien’.
(Carcajada) Le diría que fuera honesta, porque siéndolo se llega hasta aquí, sobre todo si no tienes grandes egos. No hemos tenido esos egos ni ella, ni yo ahora.
¿Qué importancia le da a los tejidos?
Mucha importancia y más ahora que tenemos un diseño de tejidos espectacular. Para mí sería un 80% de un vestido terminado.
Y, ¿al patronaje? Esa ingeniería interior que no se ve y que realza el cuerpo de una mujer.
Es otra parte fundamental. Mira hay muchas mujeres que vienen buscando un vestido negro porque dicen que esconde o las hace más delgadas. Mentira. Tú puedes llevar un vestido blanco y si tiene un buen corte, patronaje… te va a hacer más delgada.
Sin ir más lejos, las novias lucen tipazos con vestidos blancos…
Además como muy grandes, tienen mucho tejido blando. Pero, si tiene un buen patrón, es una maravilla.
Apuesta por los trajes casi, casi de alta costura. Para usted, ¿qué lugar ocupan los artesanos?
Cuando coges un modelo de una cadena de producción, que empieza en una esquina, pasa por 50 o 100 manos, y acaba en la otra, la pieza es plana, no tiene alma. Cuando tú trabajas con talleres pequeños, nosotros tenemos una producción media, se ve que las piezas tienen cuerpo. Nosotros somos semi industrial, no es artesanal del todo, pero tocado con talleres de dos o tres mujeres. Eso se nota mucho en los vestidos.
¿Qué nos perdemos si dejamos de tener artesanos?
¡Dios mío! Nos perdemos muchísimo, porque lo que haces con las manos, le pones algo de ti y eso se transmite. Deberíamos de darle mucha más importancia a los oficios. Habría que ponerlos en valor. Por ejemplo: coser. Todo el mundo quiere ser diseñador y eso es una gran estupidez. Hay personas que tienen unas manos increíbles, que tienen una habilidad especial para coger una aguja, para planchar, para… muchas cosas que necesitan ese vestido o ese bolso.
¿Qué haría usted para potenciar la moda de Castilla y León? porque tenemos creadores muy buenos.
Sí que los hay. Castilla y León es una comunidad muy rica en arte, en paisajes, en mil cosas que se refleja en lo que hacemos. Lo que tenemos que potenciar son las escuelas de aprendizaje, que sean más profesionales, porque los chavales entran con muchísima ilusión y se van decepcionando.
¿Por qué cree que ocurre?
La moda va a una velocidad increíble. Hay que diseñar de la misma manera que van los tiempos. No vale lo que se enseñaba hace cinco años. Hace falta que se renueven un poco. La pasarela de Castilla y León está a muy buen nivel de presentación y de espacio. Me gustó. Esas plataformas para la gente joven son necesarias, porque hay que pensar en un relevo auténtico. Es importante que se vayan fuera, que se formen, pero que luego vuelvan a Castilla y León y monten aquí sus empresas, porque desde aquí puedes ir al mundo. Tenemos una gran riqueza en esta tierra.
¿Cómo ve el sector?
Uy. Lo veo flojo. La moda no está en su mejor momento.
¡De verdad! Juraría que con las influencer promocionando moda constantemente su contestación sería otra.
Es la que es. Después de pandemia ha habido un cambio, ahora se le da más importancia al ocio, conciertos, viajes, comer… que al vestir.
¡Vaya!
¿Qué sucede? Que tienes que ser mejor que nunca, competir más, luchar más. Ha habido momentos como este, en 50 años te puedo hablar de otras crisis, pero ahora no estamos en un momento maravilloso.
¿Qué pasa con las influencers?
Que presentan un tipo de ropa que no necesita mucha presentación. Suele ser ropa barata, que se consume. La ropa de autor es otra cosa diferente. Tendríamos que mentalizar a la población de que es mejor no estrenar todas las semanas un traje o una camiseta. Pensar que si queremos conservar el planeta, debemos consumir de una forma más sostenible, puede ser más caro, pero también de mejor calidad. Es necesario que puedas meter la pieza en un armario. Es más, que pase de armario en armario, que es una forma estupenda de reciclar. Además, hay que acostumbrase a que algo de autor es bueno, porque no nos va a gustar este año y el que viene. Es consumir de otra manera y el discurso tiene que ir por ahí. Las influencer no me valen.
