La escritora gallega Ángela Banzas trae a Salamanca este miércoles su última novela El aliento de las llamas, que presentará a las 19:30 horas en la librería Santos Ochoa. En su obra, la novelista reivindica el papel de las mujeres, así como su tierra, con el objetivo principal de hacer un ejercicio de empatía y trasladar al lector a una historia de misterio y suspense inspirada en la figura de la escritora Emilia Pardo Bazán.
Ambientada en 1889 y con el Pazo de Mariñán (A Coruña) como principal escenario, El aliento de las llamas es “una historia de sororidad, de mujeres condenadas por amar, por querer ser libres, por luchar y hacer arder su pasión”. Con motivo de la presentación de la novela este miércoles en Salamanca -a las 19:30 horas en la librería Santos Ochoa, en Gran Vía, 12-, su autora ha charlado con La Crónica de Salamanca en una entrevista en la que ha destacado la figura de Emilia Pardo Bazán, los objetivos del libro o el papel de las mujeres.
Este miércoles presenta su última novela en Salamanca, ¿había estado anteriormente aquí?
En la ciudad de Salamanca es la primera vez que presento una novela. He estado en más de una ocasión, pero presentando en lo que es la ciudad sí es la primera vez. En la provincia, este año, en enero, estuve en Guijuelo con motivo de mi anterior novela, ‘La sombra de la rosa’, que se publicó en septiembre del año pasado.
¿Qué supone para usted traer su obra a una de las ciudades culturales por excelencia?
La verdad es que me genera como todo y me enriquece muchísimo, porque siempre tengo en mente como ciudades similares Santiago de Compostela, Salamanca y Granada. Entonces, para mí es muy especial, y además me imagino a los grandes autores que ha dado esa tierra. Siempre es algo muy enriquecedor y especial.
Denos unas pinceladas de El aliento de las llamas.
Yo siempre digo que construyo las novelas en múltiples capas, del alma a la piel. En el alma de esta novela he querido hablar de las mujeres literatas del siglo XIX, y de las cadenas que tenían las mujeres en ese siglo. Luego, tengo en el corazón a dos grandes nombres como son doña Emilia Pardo Bazán y doña Gertrudis de Avellaneda, pero también a muchos otros que aun siendo anónimas laten dentro de esta novela en forma de campesinas, más jóvenes, de mayor edad, de distintas procedencias…
¿Qué tenía en el corazón de esta novela? He partido mi inspiración de doña Emilia Pardo Bazán, cuando en febrero de 1889 se publicaron las famosas Cartas Inéditas que envió a Avellaneda. Esta última, en 1853 había hecho unas gestiones para poder ocupar un sillón dentro de la Academia, y había escrito unas cartas dirigiéndolas a quien procedía. En el año 1889, las publicaron en El Correo solamente con la intención de afear la ambición de una mujer por querer ingresar dentro de la Academia. Pardo Bazán hizo un ejercicio de empatía, y escribió a la mismísima Avellaneda -que ya llevaba varios años muerta-. Este es el motivo por el que la novela arranca en febrero de 1889. La figura de doña Emilia la he desdoblado en dos personajes, por un lado tengo la escritora, que tiene que resolver un misterio, y por otro lado tengo a la mujer, que es la condesa de Figueroa, que para mí es como una doña Emilia con más experiencia vital.
En la piel, que decía antes, tenemos la intriga, tenemos la ambientación, tenemos misterio, tenemos Galicia… Tenemos un pazo que está en A Coruña, que es el Pazo de Mariñán, que a mí me resultó de lo más estimulante a todos los niveles. Entonces, yo me he llevado a la escritora, a Emilia Pardo Losada -la que yo he creado-, que viaja desde Madrid hasta este pazo gallego buscando a una persona de quien no sabe nada y se llama Jimena, porque se lo ha pedido un amigo de ella que es pintor e hijo de los marqueses de ese pazo. Cuando arranca la novela, con una especie de prólogo, hay un cuadro en el cual aparece Jimena encadenada, amordazada, con los ojos vendados y con las ropas desvencijadas, y no sabemos nada más, solamente que esta escritora viaja hasta allí y tiene que encontrar a Jimena. Allí se encuentra a más mujeres, tenemos tradiciones gallegas, tenemos fantasmas, la idea de la vida y la muerte…
¿Por qué deberíamos leer su novela?
Yo, de entrada, considero que engancha, nos activa a querer conocer, nos despierta, nos atrapa y nos traslada a Galicia, que esto para mí siempre es fundamental. Pero más allá incluso de esto, y de que el final sorprende muchísimo, me he lanzado un poco más, es más intimista, es una historia que me ha encontrado a mí. Entonces, ¿qué es lo que nos deja esta novela? Sobre todo, unas bonitas reflexiones, y que nos acaricia con la prosa, con la forma en la que está escrita, pero también nos agita un poco la conciencia, que yo creo que esa es un poco la labor que tiene que tener la literatura.
En su obra reivindica la historia silenciada de las mujeres…
Sí. Las mujeres en el siglo XIX lo tenían muy difícil, y las que querían ser literatas más aún si cabe, porque a las que sabían escribir y se les consentía, era algo que debía quedar relegado más al ámbito privado. Tener ambición de ser publicadas estaba muy mal visto, era como cierta deshonra incluso para las familias, y ya no digamos para el marido. Entonces, en ese sentido me gusta poner el foco ahí, porque es una reflexión más. Hoy en día, afortunadamente esto ya no pasa, pero algo que decía doña Emilia y que yo comparto es que las mujeres no son inferiores a los hombres. No lo eran en el siglo XIX y tampoco lo son ahora, ni lo han sido nunca, pero son distintas, de la misma forma que son distintas una mujer de otra y un hombre de otro. Entonces, yo pongo más el foco en el individuo, en la persona, y esa es la reflexión que intento trasladar con esta novela, que en lugar de empezar esa diferenciación entre el hombre y la mujer, es entre personas, que somos distintas pero iguales.
Habla de Emilia Pardo Bazán, ¿qué supone la escritora gallega para usted?
Para mí fue una visionaria. La llevo leyendo muchos años, pero ahora cuando me he estado documentando más exhaustivamente, me preguntaba cómo se tenía que sentir en esa habitación propia que diría Virginia Wolf, cuando estaba ahí sola enfrentando sus ideas, cuando llevaba a la práctica algunas de sus ideas, en el campo más amoroso o en el de defender a la mujer en condiciones de igualdad, y sus propios colegas le afeaban eso.
¿Tiene otras referentes?
Muchas, y muchos. Lo digo al final de la novela, las letras tienen madres y también padres, y yo jamás pondré eso en duda. Entonces, tengo muchísimos referentes, porque más allá de los géneros, hay mujeres escritoras que admiro y admiraré mucho, otras que todavía desconozco. Por ejemplo, Concepción Arenal me gusta mucho, también Magaret Atwood, Simone de Beauvoir, Rosalía de Castro… Son muchas, pero también podría decir nombres de escritores, porque, insisto, el objetivo nunca debe ser solo poner el foco en el género, sino que sea por méritos.
¿Qué más busca con su novela?
Yo lo que quería por encima de todo en esta novela era hacer un ejercicio de empatía. No es una cuestión solo de morriña, sí me voy a Galicia porque mis personajes -la mayoría- son tan gallegos como yo, pero fundamentalmente yo lo que quería trabajar es la empatía. Dentro de esta novela a través de distintas cartas de mujeres que fueron burladas de una u otra forma en esa época, yo quería darles voz, hacerlas carnales y que quien ahora se sume a sus páginas, sienta ahí dentro esto tan bonito que tenemos y que es la empatía, sienta esa voz, se acerque a ella… Creo que por el tipo de vida que llevamos, siempre digo que habitamos un largo invierno, necesitamos avivar esa llama que tenemos dentro. Hay un verso de un poeta sevillano que decía que ‘Solo el que arde vive’, y el objetivo ya no solo es esa llama, sino sentir ese calor dentro de que somos gotas de un mismo mar. Mi objetivo era ese, trabajar la empatía.
Para concluir, ¿qué le diría a los salmantinos para que se acerquen esta tarde a la presentación?
Que les va a gustar, que vengan a conocer todas las curiosidades que tengan, sobre el proceso de escritura, sobre lo que está antes y después, que se acerquen no solo a las páginas, sino también a conocer un poco más de todo lo que rodea a este libro, incluida su autora, y que no van a salir de allí con mal sabor de boca.