“En Salamanca me llaman ‘Palenciaga’”

Damos la enhorabuena a José Martín, diseñador palentino, por la apuesta que hace por la alta costura en Castilla y León, pero inmediatamente, nos corrige. «Lo que hago yo es lo que dice Caprile, una confección o costura a medida de calidad. La alta costura es otra cosa. A nivel calle es más compresible que si decimos costura a medida, aunque se ha desvirtualizado mucho el término porque hasta los ‘cosetodos’ ponen en las etiquetas alta costura”, señala el diseñador.

Independientemente de la terminología. ¿Cuántas horas de trabajo requiere un traje salido de su taller?
(Silencio) Ponemos el ejemplo de un traje de novia. ¿Horas? No sabría decirte, computarizándolo todo, desde la primera prueba hasta que termina, será un mes de trabajo serio, dedicándole su tiempo.

En las reuniones que tiene con las novias, la visión suya es la que predomina, es un ten con ten…
Siempre digo que esto no es un gabinete de videncia. No sé lo que ellas quieren, porque no las conozco. Primero les pido que me orienten sobre el tipo de boda que va a ser, si es civil, religiosa, en el campo, si es de mañana o noche, si es fresca o tradicional… Son muchos factores a tener en cuenta.

¿Cuántos tipos de tela utiliza para confeccionar los vestidos?
Ahora está muy de moda los crepes, los tejidos fluidos… es lo que se está viendo en los últimos años. Hubo una época en la que todas las novias iban con un ‘palabra de honor’, ahora prima este tipo de tejidos. Por fortuna, en este sentido tengo más variedad, porque mi novia no es la del circuito comercial. Mi novia quiere algo diferente. Eso sí, estamos en el tema fluidez de tejidos, pero alternamos con tejidos como el tusón, incluso hasta el tweets, el terciopelo en invierno.

Ha mencionado en varias ocasiones a ‘mi novia’. ¿Cómo es la novia de José Martín?
Una novia sencillamente complicada. (Risas)

¿Son un reto o una motivación?
En un porcentaje muy alto, siempre una motivación, porque la novia es muy especial. También las madrinas…

Ahora vamos a ellas, siga con las novias.
La novia quiere llamar la atención, que el vestido tenga algo especial, pero que no sea extremadamente evidente. Mi novia es sutil, pero ojo, la sutileza está en el equilibrio.

¿A qué se refiere?
Si tienes un tejido sencillo tienes que complicarte con el corte. Si tienes un tejido un poco más historiado, tampoco te líes, porque sería la Macarena saliendo a la calle. Es una cuestión de equilibrio. Siempre explico una cosa: Es muy sencillo pasar la frontera de lo sofisticado a lo hortera, pero igual ocurre cuando pasamos de lo sencillo a lo soso. Nos tenemos que mover en ese ámbito. Hay personas que son más sofisticadas, porque es su personalidad, y las hay más sencillas o austeras y que se van a más al otro lado. Hay un buen abanico.

¿Las edades de las novias ha cambiado la forma de confeccionar los vestidos?
Uff. No sabría decirte. Es que hay un buen abanico de edades amplio. De veintitantos no hay muchas. (Risas) Estamos hablando de ventitodos altos… Hay muchas cercanas a mi edad, por lo que todavía tengo esperanzas. Es alentador.
(Carcajada)

Cuéntenos alguna anécdota que le haya ocurrido en el atelier.
Sin haber estudiado gemología, tengo un ojo para los anillos de pedida increíble. Me acuerdo de una prueba de vestido y le miró el aniño a la novia y le digo: ¡Te quiere muchísimo! Aquí por lo menos hay dos quilates. (Risas)

¿Qué le contestó?
1,8, casi lo clave. La belleza es la belleza y está en muchas cosas. Con esa piedra, no se puede decir que no. El nuestro tiene que ser de dos para arriba.
(Carcajada)

¿Qué importancia le da a los artesanos?
Trabajo con zapateros de Alicante, que me da la opción de bolsos. Para los tocados, trabajo con dos profesionales, una en Sevilla y otra en Valladolid, que ya es mayor y no sé el tiempo que seguirá trabajando conmigo, y tengo que decir que hace una camelias impresionantes. Antes tenía personas que me forraban zapatos, pero se han ido jubilando y son profesiones y oficios que se han perdido.

No hay relevo.
Es lo que hay. Ahora los oficios no son rentables.

Ahora sí, háblenos de las madrinas.
Desde mi criterio, la madrina se deja aconsejar muy bien. Se pone más en tus manos. Tiene más fe, porque el resultado suele ser muy bueno. Huyo de lo convencional, no le voy a poner más años encima. Tratamos de hacer algo que sea diferente, una madrina distinta, sencilla, pero que nada más entrar se vea que es la madrina.

Es la que abre el cortejo.
Claro. Después de la novia, son las que acaparan más la mirada, porque de momento el novio no sale de su zona de confort y a veces es mejor que no salgan. (Risas)

España es puntera en confección de trajes de novia. ¿Por dónde va la línea?
Como todo en la moda, la moda no tiene una línea tan marcada. Para mí eso es una ventaja, porque la moda tiene que estar a tu servicio, no tú al servicio de la moda. La moda tiene que ser lo que te vaya bien a tu silueta. Hemos avanzado, porque ahora mismo hay casi de todo.

¿Por qué están tan guapas las novias con esos vestidos?
A la novia se dedica más tiempo. Los defectos en un vestido de novia se ven muchísimo. Tiene que estar muy confeccionado, porque si no es así, canta la Traviata.

Sabemos que tiene clientas de Salamanca. ¿Cómo somos las salmantinas?
Muy buenas, agradecidas y saben lo que quieren. En Salamanca me pusieron un mote hace años.

¿Cuál?
Me llamaron ‘Palenciaga’, en lugar de Balenciaga.

¡Qué honor!
Sí. Es el maestro de los maestros. ¡Ya quisiera! (Risas) Es muy gracioso. La verdad es que con Salamanca siempre he tenido mucha vinculación profesional y personal.

Es una bonita ciudad para inspirarse.
Sí. Iba mucho porque tenía una tía en las Dominicas. La plaza Concilio de Trento es un lugar maravilloso. Salamanca es la ciudad más bonita de Castilla y León. Salamanca es toda. La que mantiene el ambiente y la estética es Salamanca. Es la top de Castilla y León. No es peloteo. (Risas)