Castilla y León, en corto

La Seminci proyecta para concurso cinco cortometrajes rodados en la Comunidad o por creadores de la autonomía
ICAL. El cineasta vallisoletano Alejandro Renedo, durante el rodaje de 'Solo los muertos se quedan'.

La sala 5 de los Cines Broadway acoge este domingo, 20 de octubre, a partir de las 19.00 horas, la sesión de Castilla y León en Corto de Seminci, que cada año reúne una selección de los mejores trabajos en formato breve filmados en la Comunidad o por cineastas de la tierra a lo largo del último año. En esta ocasión optan al premio la cineasta catalana Marta Martín, que ha rodado en la localidad burgalesa de Arenillas de Villadiego (de donde procede su abuela paterna, Pepita) ‘Arenillas’, su debut como directora; el burgalés Dacio de las Heras, con ‘Lo que pasó entre medias’, un compendio de sus vivencias mientras estudiaba cine; la vallisoletana Margo García, con ‘Panorama’, donde combina su faceta cinematográfica y teatral; el leonés Néstor López, que codirige junto a Carlos Valle ‘Semillas de Kivu’, en torno al drama de la violación como arma de guerra en el Congo; y el vallisoletano Alejandro Renedo, con ‘Solo los muertos se quedan’, sobre el derecho a una muerte digna. 

César Combarros / ICAL. Cada una de sus películas tiene detrás un chispazo, un fogonazo inicial que despertó en sus creadores la necesidad de contar historias personales y colectivas, ligadas a los recuerdos o vivencias de una generación que lucha día a día por hacerse un hueco en un sector tan complicado como el audiovisual. ‘Arenillas’, por ejemplo, arranca desde las vivencias personales de Marta Martín en su infancia por las calles y campos de ese pueblo burgalés. “Cuando tenía quince años mi padre falleció, y ‘Arenillas’ se basa en el duelo por su pérdida. Después de su muerte, tardé algunos años en volver, y me di cuenta de que, de alguna manera, allí sentía más próxima su presencia. El pueblo se había convertido en un collage de recuerdos de mi infancia, mezclados con las historias que él me había contado sobre sus veranos en aquel lugar”, señala la cineasta.

Fue mientras intentaba decidir el tema de su cortometraje de final de carrera cuando decidió emprender este “viaje a través del duelo, un encuentro sanador que hace que la protagonista aprenda que su padre ya no está aquí, pero que, de alguna manera, siempre estará con ella”. Para Martín, según desgrana en declaraciones a Ical, “a veces buscamos respuestas a preguntas que no las tienen, y volver a las raíces es una manera de intentar encontrarlas”. En su caso, “volver a ese pueblo y mirarlo con otros ojos” era algo “fundamental”, que le ha brindado la posibilidad de “crear una pequeña cápsula del tiempo” para “viajar a ese Arenillas” que recuerda.

También fruto de “una extraña obsesión con los recuerdos” que experimenta Dacio de las Heras surgió ‘Lo que pasó entre medias’, que fue cobrando forma sin que su propio director fuera muy consciente de lo que tenía entre manos. “He pasado gran parte de la carrera universitaria grabando con el móvil a mis amigos sin mucho propósito ni cuidado estético, y fue solo al final de esta etapa que decidí seleccionar, ordenar y poner en valor la excesiva cantidad de imágenes a modo de cierre”, recuerda.

En su opinión, el material doméstico y la vida cotidiana siempre le han parecido “un gran tema porque tratados con la suficiente concreción y cariño se pueden alejar de lo aburrido, y comenzar a despertar un interés en cualquier desconocido al que perfectamente puede ocurrirle lo mismo”. Para él, “todo lo ordinario y aparentemente banal es justo de lo que la gran mayoría de vidas están formadas”, y es por ello que le gustaría “que el cine no pasara por alto” esos momentos.

En el caso de Alejandro Renedo, premiado hace cuatro años en esta sección con ‘De perfil’, ‘Solo los muertos se quedan’ arranca cuando desde las páginas de ‘El País’ le sacuden unas palabras de José Antonio Arrabal, enfermo de ELA: “Si estás viendo este vídeo es que he conseguido ser libre”. “Él decidió grabar su muerte como medio de protesta por la ausencia de una ley que le permitiese morir dignamente y como medida preventiva para exculpar a su familia de participar en su propio suicidio”, señala.

Lo que más captó su atención fueron las últimas palabras que José Antonio le dedicó a su mujer: “Tardad en volver”. “Mientras él ponía fin a su vida, toda su familia se encontraba fuera de casa: su mujer y su hijo pequeño pasaban el día en una piscina pública; y su hijo mayor pasaba el día en la casa de un amigo. Al leerlo no podía dejar de preguntarme si aquel contexto formaba parte de un acuerdo tácito en el matrimonio. Un ejercicio de generosidad, de permisividad y, a su vez, de dolor; pero sobre todo un relato donde, para nosotros, el foco no estaba en la persona que se quitaba la vida sino en el ejercicio amor y desarraigo de quienes abandonan el hogar”, relata. A partir de esa historia, él comenzó a dar forma a su propia película, alejándose del material de partida pero atravesada por un concepto troncal: “Tratar de ver en el abandono de un ser querido el mayor acto posible de amor hacia su persona”.

Wanda Dujour / ICAL. La directora de ‘Arenillas’, Marta Martín, durante el rodaje de la película.

Fue así como comenzaron a trabajar el tono de la película, que busca “transitar el dolor desde una mirada ajena a lo melodramático, dando paso a una realidad cruda, casi absurda y ensuciada de la miseria cotidiana”. “En las ficciones tendemos a poetizar sobre la vida con la intención de darle un sentido último a nuestros miedos, pero la vida no es políticamente correcta, está repleta de escenas de mal gusto y de comedia involuntaria o inapropiada”, explica antes de aclarar que, para él, “el realismo con mayúsculas es aquel que entiende la vida como algo paradójico”.

En cuanto a ‘Panorama’, Margo García apunta que “desde el principio” se concibió como “un proyecto colectivo”, fruto de una colaboración “mano a mano” con los actores. Ligados tanto ellos como la propia directora al mundo teatral, durante unos cuantos meses trabajaron en desarrollar unos personajes con unos deseos y ambiciones muy concretos, en base a fragmentos de obras de teatro con temática romántica: “Para sorpresa de nadie, los deseos de los enamorados iban en direcciones opuestas. Esto nos llevó a preguntarnos cómo es posible que personas que desean futuros diferentes hasta el punto de ser incompatibles, puedan también desear compartir sus vidas”. Fruto de esa pregunta surgió la historia, que adapta el drama romántico a la actualidad, focalizándolo en una de las contradicciones contemporáneas: “La distancia, en este siglo de la mudanza perpetua”.

“El cortometraje intenta recoger ese primer instante de madurez y colocar al espectador frente a ese panorama que experimentan los personajes y que ofrece una cantidad infinita de posibilidades. Un ‘skyline’ de opciones ilimitadas”, señala. Sobre la decisión de revisar el mito de Don Juan, explica que “los deseos insaciables del personaje y sus contradicciones” le parecían “perfectos para hablar de la situación en la que nos encontramos muchos jóvenes de mi generación”. Además, filmar en un teatro le permitió plantear esa relectura del mito “como un juego casi metanarrativo, en el que se diluyeran la realidad de los personajes contemporáneos y la fantasía del mito original”.

Sobre la situación del sector en la Comunidad, la vallisoletana Margo García recuerda la “desbandada” en la que ella misma participó hace una década: “Se nos dijo que las oportunidades solo se encontraban en las grandes urbes, no en Valladolid. En poco tiempo he visto a muchos colegas volver aquí, asentar sus proyectos, lanzar iniciativas y colaborar unos con otros. Con mayor dificultad, sí, pero guiados por algo que no he llegado a comprender hasta hace muy poco. A día de hoy vuelvo y siento que estamos creando en casa y que somos parte de una comunidad que se impulsa a sí misma. Hay un relevo juvenil muy candente y con muchas ganas de hacer”, señala antes de afirmar que “Valladolid, con los eventos de los últimos años, está comprendiendo cómo es una ciudad en la que se rueda y los beneficios que puede traer esto consigo”. 

El burgalés Dacio de las Heras, por su parte, considera que, “en general, la situación del audiovisual actual parece que está en muy buen punto y yendo a mejor”. “Pienso que por el simple hecho de los avances en tecnología y cámaras que cada vez permiten hacer cine de forma más pequeña y económica, dando así la oportunidad de expresarse a muchas más personas”, abunda.

ICAL . La directora vallisoletana Margo García en el rodaje de ‘Panorama’.

Por su parte, el vallisoletano Alejandro Renedo es claro: “Si la mayor parte de las personas que tratamos de dedicarnos a esta profesión debemos irnos de nuestras ciudades es por algo”. “La falta de industria en la mayor parte de comunidades autónomas genera que se conviertan en escenarios de producciones ajenas. Si para rodar en tu tierra primero tienes que irte de ella hay algo que no termina de funcionar”, prosigue.

A su juicio, “en Valladolid hay concretamente varios cines que realizan una resistencia estoica por ofrecer algo diferente en la medida de sus posibilidades, pero no es suficiente; hace falta inversión para poder modernizar los espacios, los medios de proyección, para que el cine autoral o menos comercial tenga su propio hábitat. Espacios que no sean inferiores a las salas comerciales, ni en estándares de calidad ni en atractivo, porque si no es muy difícil atraer a la gente. La arquitectura tiene una dimensión política y los cines, como espacios, no son ajenos a ella”.

Ajena a la situación del sector en la autonomía está Marta Martín, que compara el rodaje de ‘Arenillas’ en el pueblo de su infancia con “un campamento de verano”. “Durante nueve días de mayo de 2023, 28 jóvenes estudiantes de cine nos instalamos en el pueblo, que triplicó su población y redujo la media de edad a 22 años. Desde Cataluña, la España vaciada queda lejos. Mis compañeros se sorprendían cuando les decía que, en Arenillas, durante todo el año solo viven tres personas y hay varias casas a punto de derrumbarse, puestas a la venta. Es sobrecogedor observar cómo la vida en estos pueblos poco a poco desaparece. Me genera impotencia y me gustaría creer que políticamente se podría hacer mucho más a favor de la revitalización de los pueblos de España y volver a habitar y llenar de vida estos lugares”.

Sobre su participación en la Semana Internacional de Cine de Valladolid, todos ellos la viven con “mucha ilusión y agradecimiento”, como señala Dacio de las Heras, para quien la experiencia le permitirá exponer su trabajo y, a la vez, “conocer desde dentro lo que está ocurriendo en el cine actualmente”.

En Seminci vio Margo García por primera vez en su vida “una película de autor” y ahora se dedica al cine, algo que a su juicio condensa bastante bien lo que está experimentando estos días. “La adolescente que redondeaba los horarios de las películas en las páginas de la programación para que le diera tiempo a ir corriendo de un cine a otro, creo que aún sigue descolocada leyendo su propio nombre en el programa de este año”, señala.

ICAL . Imagen del rodaje de ‘Lo que pasó entre medias’, del burgalés Dacio de las Heras (sentado detrás en la bicicleta del medio de la imagen)

Para Marta Martín, como para todo el equipo de ‘Arenillas’, el estreno en Valladolid supone “un enorme reconocimiento y visibilidad a todo el trabajo que empezó en enero de 2022”. “Es un placer estrenar ‘en casa’ y llevar el cortometraje a la tierra que lo vio nacer. Valladolid además está muy cerca de Burgos donde reside todo el equipo artístico del corto. Todo el elenco verá el corto por primera vez en Seminci, va a ser muy especial. Va a ser una experiencia muy bonita que pondrá el broche de oro a esta experiencia que hemos vivido todos juntos”, vaticina.

Por último, Alejandro Renedo recuerda con especial cariño su paso hace cuatro años por Seminci, más que por el premio, porque fue el primer festival en el que pudo participar presencialmente en pleno auge de los certámenes telemáticos durante la irrupción del COVID. “Me pareció una coincidencia preciosa que fuese precisamente aquí, en un festival hacia el que tengo sentimientos muy fuertes relacionados con una cuestión fundacional de mi manera de entender y mirar el cine. Volver a estar aquí es especial, supone un ‘premio’ al trabajo y al esfuerzo depositado en nuestro nuevo trabajo. No solo por la parte personal que me toca, sino porque es un festival con una fuerte arraigo en dar cabida a propuestas contemporáneas y autorales, formar parte de él da un crédito al riesgo que asumimos como creadores”, completa.

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