Otoño, de desperezo y propagación de colores dorados y aromas cuajados de perfumes de lavanda y aloe vera. De exaltación y arrullos desplegados en un tapiz de ocres, verdes oliva y rojos pasión. Días de paseos reposados, de paisajes reverdecidos y del jardín, la higuera, el olivo, el sauce y la orquídea proveyendo de imágenes y ánimos ilusionantes. Todo tan admirable y en calma que el pasar de las horas ni importuna ni apresura.
Tiempo de otoño, abierto a un panorama tan vasto que se quisiera poder subir a las alas de un pájaro para recorrerlo entero. Curva perfecta con mil salidas a lo inesperado donde germinan el entusiasmo y la alegría, rosas de los vientos señalando la hermosura de la tierra. Impulsos y anhelos, a vivirlos en el portento de una naturaleza espléndida que se desborda y se contiene en sí misma.
Expectativas que son cada mañana de miradas y saludos como ágiles mensajeros anunciando el día mágico de posibilidades, de sentirlo profundo de ofrecimientos y ancho para disfrutarlo. Días de contemplar la luminosidad del espacio, lo pacífico de las nubes blancas, blandas y ligeras, y sean la prodigiosa viveza de la naturaleza y la levedad del paso del tiempo pruebas de lo maravilloso de la vida y ser libres para vivirla.
Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor
Aliseda, una puta coja (2018)
Lluvia de cenizas (2021)
Puesto a recobrar el aliento(2023)