La actriz actuará en el Teatro La Comedia los días 30 y 31 de enero, a las 21.00 horas, y 1 de febrero a las 19.30 horas con su cabaret: ‘Mejor viuda que mal acompañada»
En su web hace una declaración ‘casi’ de amor a Gabino Diego, pero además realiza muchas muestras de cariño. ¿No teme desnudarse de una manera tan visceral?
No, porque baso mi vida en el agradecimiento. Para mí, es una gran terapia. Me sirve para darles las gracias a todos los que me han ayudado a lo largo de mi vida, desde que comencé y también cuando una no tiene momentos buenos. En cuanto a Gabino Diego, fue muy importante para que yo me lanzara a hacer el monólogo de ‘Mejor viuda que mal casada’, porque cuando trabajaba con él, en el camerino siempre le contaba las cosas que me pasaban durante el día, y me animaba a que las escribiera y las subiera a un escenario.
Y le hizo caso…
Sí. Además, me aconsejaba que lo hiciera como se las contaba a él. No sabía ni por dónde empezar. Me daba mucho pudor, pero apareció en mi vida un guionista, Juanjo Múgica, y creo este personaje de una viuda tan especial. Ahí, comencé a tirar de mis recuerdos y de las anécdotas que me decía Gabino Diego: ‘Cuéntalas’. También me decía que en un monólogo escrito por ti, puedes demostrar todos los registros. Me animó mucho. Siempre digo que en esta profesión se hacen unos vínculos muy fuertes, pero breves. Hay muchas personas que pasan por tu vida, pero se quedan uno o dos, y Gabino es ese uno, para siempre.
Actúa, produce, escribe,… ¿Dónde vemos más a Beatriz Rico?
Donde realmente se me ve la esencia es en el escenario. Con este monólogo cumplo un sueño. Hago más de 40 personajes. Imito a Marta Sánchez, a Félix Rodríguez de la Fuente, a Jaime Peñafiel, a Luz Casal,… Es lo que siempre quise hacer encima de un escenario, pero como es lógico, no hay papeles con tantos registros. Siguiendo la línea que me dio Gabino, busqué un hilo argumental y lo uní todo. Hay dos números homenaje, muy humilde, a Liza Minelli, que es mi gran ídolo, por lo que hay dos actuaciones de cabaret, uno es el ‘Money, Money’, donde el personaje de Patricia en lugar de decirlo literal canta: ‘Quiero ser mona, mona’. Me lo paso muy bien.
Está casi dos horas sobre el escenario. ¿Cómo se prepara físicamente?
La mejor preparación es llevar desde los 20 años subida a las tablas y hacer lo que te gusta. Así, no te cansas nunca. Sólo noto el agotamiento cuando estoy terminando, que me acuerdo de los tacones,… Pero, en el escenario, no. He subido con lumbalgias, con dolor de muelas,… Ahí pasa algo mágico que se te olvida. También es cierto que hago muchísimo deporte. Además, tengo una banda de rock y estar en el escenario durante una hora y media… ¡Eso sí que es sudar! (Risas) Con el monólogo me lo paso muy bien. Además, el público te alimenta. Cuando transcurren las dos horas, si alguien me dijera que volviera a comenzar, lo haría encantada.
La energía que te da el público es un subidón…
Sí, te transfieren muchísima energía, cuando hay silencio, cuando hay risas o en el momento en el que rompo la cuarta pared y les hablo de mí, de mi profesión, de las miserias,… Todo esto a ti como actriz que estás en el escenario te alimenta, te hace crecer y que no decaigas nunca. Además, te mantiene en tensión durante la hora y 45 minutos que dura el espectáculo y no se note el cansancio.
Ha hablado de derribar la cuarta pared en ‘Mejor viuda que mal casada’. ¿No le da miedo?
Para nada. Eso lo he querido hacer desde el principio y había algunas personas, cuando realicé pases privados para los amigos, que me decían que lo quitara, porque esa parte es triste y la tónica del monólogo es muy disparatado. Les dije, por un lado que me viene bien como terapia y por otro, creo que el público tiene derecho a saber que nuestra vida no todo es fiesta, flashes y famoseo,… También tenemos cosas muy crudas como son el paso del tiempo, cuando te haces mayor o tener un hijo y compaginarlo con esta profesión o que se te muera un ser querido y tener que subir a las tablas,… De hecho, uno de los aplausos más grande de toda la función es cuando termino ese momento. Además, me encanta que haya personas al salir que me esperen, porque siempre les pregunto qué es lo que más les ha gustado y lo que menos, para ir adaptándolo o modificándolo, porque es un espectáculo vivo. Siempre, sobre todo las mujeres, me dicen que lo que más le ha gustado es esta parte.
¿Cuéntenos alguna anécdota que le haya ocurrido interactuando con el público?
Muchas. Cuando ven que me desnudo tanto, me suelen animar y me dicen: ‘Pero, tu puedes con eso’ o ‘Tú vales’. Siempre salen cosas nuevas, porque suelo improvisar. Se crea una relación muy directa con el público. Por eso, cuando yo me estoy haciendo preguntas, hay personas que suelen contestarlas. (Risas)
Patricia, su personaje, es fea…
Tan fea que cuando nació sus padres quisieron cambiarla, pero nadie la quiso. Entonces, al hacerse mayor se quiso vengar de las personas, sobre todo de los hombres que la despreciaron cuando era tan fea. Se opera y pasan por su vida una serie de hombres. Aquí, tiro de mi caldo de cultivo para diseccionar las relaciones hombre-mujer. Esas cosas que pasan en pareja, en la intimidad, cuando compartimos cama y baño. Son cuestiones que, incluso con nuestra pareja, nos da mucha vergüenza hablar. Luego, entre las mujeres, somos muy deslenguadas y vamos al detalle del centímetro. Mucho más que los hombres. ¿Qué pasa? que las mujeres se identifican plenamente y para los hombres es como mirar por el ojo de una cerradura. Así se enteran de lo que hablamos las mujeres cuando estamos a solas.
¿Le damos mucha importancia a la belleza?
¡Claro que sí! Pero es normal, vivimos en una sociedad que lo basa casi todo en la belleza. En mi profesión, muchísimo. Incluso yo lo noto cuando voy al banco. A mí me tratan diferente cuando estoy arreglada que cuando me presento con una coleta y la cara lavada. Supongo que no es sólo de nuestra sociedad, creo que siempre ha sido así desde que el mundo es mundo. Hace poco vi una exposición del Paleolítico y las mujeres ya se ponían pendientes y se pintaban la cara para estar más guapas. Luego, el físico es importante porque te abre la primera puerta, que es vital, el resto eres tú a base de tesón, talento y disciplina. A veces nos dejamos condicionar demasiado por el físico. Cuando era más jovencita era diferente, ahora lo que busco es gustarme a mí misma y sentirme segura, porque interpreto de otra manera.
¿Es tan libre como nos da a entender?
Sí. Siempre he vivido la vida como he querido. Es el mejor regalo que me han dado mis padres. Quise ser actriz y no me pusieron ninguna pega. Los hombres que han pasado por mi vida, han respetado mi profesión y mi libertad. Siempre rompo una lanza por los hombres con los que he estado, porque me han tratado muy bien. Incluso tuvo un hijo, que sí que te cambia la vida, y al mes de dar a luz, estaba rodando una nueva película. ¿Soy libre? Sí, dentro de lo que esta sociedad te permite. No podría estar con una persona que me cortara esa libertad, porque gran parte de mi felicidad depende de esa libertad que siempre tuve. Dejo que me den consejos, que siempre escucho, pero luego hago lo que quiero. Dejándome guiar por el instinto, las cosas me han salido bien.
¿Es importante aprovechar cada momento de la vida?
Totalmente. Siempre digo: vive el presente, el ahora,… Disfruto mis momentos. Incluso cuando mi presente no es bueno, proyecto un poquito mi futuro y me digo: Pasado mañana tengo un concierto con los chicos y ¡cómo nos lo vamos a pasar! Soy feliz porque nunca sé lo que me espera a la vuelta de la esquina y siempre pienso que serán cosas maravillosas. Exprime el presente totalmente, porque no vuelve.