Opinión

Ilusión y valentía

Foto: Pixabay

A todos y todas nos ha ocurrido que cuando nuestros deseos no se han cumplido hemos sentido decepción y frustración. La sensación es de cargar con algo pesado que se lleva sujeto a pensamiento y corazón. Para sobrellevarlo, ha de asumirse que forma parte de la vida y tomárselo como motivo para aprender y crecer. Nos queda mucho por pasar, y de hacer, que por cada puerta que se nos cierre, abramos dos.

Al que más y al que menos, nos parece que somos menos vulnerables de lo que en realidad somos; nos gusta pensar que lo que sucede a otros de fracasos y desengaños a nosotros no nos va afectar. Vana presunción, son multitud quienes se han tenido que acostumbrar a vivir en vilo en una sociedad cada vez más competitiva, de creciente individualismo y triunfo de la sinrazón.

Alarmarse no, pero estar atentos sí. El antídoto del desaliento es la ilusión, de la que abundan causas para proveerse de ella; basta planear un viaje, acudir a conversar con los amigos, emprender lo que te dicta el corazón. Acertado es dar un no rotundo a la monotonía, poner entusiasmo en que no se imponga el fatalismo, rechazar la rendición y hacer algo valiente con que darse la oportunidad de vivir satisfechos.

Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor


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