Paco Moro es uno de los grandes joyeros que hay en Salamanca. Necesita sus tiempos para contestar, seguro que lo da el oficio, porque no se puede tener prisa si entre manos tienes oro, plata o piedras preciosas. La charla con el joyero ha sido casi de talla brillante… faltaron cuatro preguntas para las 36.
Paco. ¿Qué hay que pedirle a una pieza de joyería?
Que le guste al que la lleva.
Desvélenos su secreto. ¿Dónde se inspira Paco Moro para realizar esas piezas tan personales?
(Silencio) En el trabajo diario. En lo que vas haciendo que no es creativo, es manual, mecánico. Aquí sale lo que ya es creativo. Es decir, no es como suele creer la gente. No me pongo a diseñar, a crear… No. Yo me pongo a trabajar manualmente. Y es cuando, unas cosas con otras, te van saliendo las piezas nuevas.
¡Qué bueno! Hubiera pensado que primero estaba en el papel…
A veces la idea te pilla dando un paseo. Normalmente, es en el taller. El 80 o 90 por ciento del tiempo estás en un trabajo manual.
Y cuando la idea le pilla por la calle, ¿lleva lápiz y papel para ‘cogerla’?
No.
Lo fija en la cabeza…
Y a veces se te olvida. (Risas)
Las ideas son así de esquivas y celosas…
Eso es.
Usted tiene una línea de diseño muy marcada. ¿Le ha costado mucho encontrar esa seña de identidad?
Es curioso, cuando empecé, conocía a personas que llevaban tiempo y tenían un estilo reconocible. Siempre pensé que eso era imposible. Pero, un día te reconocen tus piezas. No sabes por qué sí o por qué no. Debe de ser como la manera de andar, el que te conoce, te ve y de espaldas sabe que eres tú, pero no fuerzas esa zancada, ni la has inventado… es tu manera de andar. Esa es mi manera de hacer las piezas.
El diseño de la ropa solo ha innovado en sus tejidos, en cambio la joyería es uno de los campos donde hay verdadera creatividad. ¿Hacia dónde va la joyería hoy en día?
Por lo que me cuenta mi hijo, hacia un mundo extraño en el que no importa el material, sino que luzca. Dorados muy dorados… que brille. Los jóvenes compran piezas muy baratas, de uno o dos euros, y lucidas, que se ven mucho y puedes cambiar cuatro anillos por otros cuatro. Esto es lo que me cuentan mis hijos de lo que hace su generación.
¿Qué hace la suya?
Para lo que nos queda ya… (Risas)
¡Algún año nos queda!
Pocos. La joyería ha cambiado mucho. El mejor joyero salmantino que conozco, Félix, un hombre de Muñoz, es realmente bueno. Pero, lo que hace está pasado para las generaciones actuales. Sigue vendiendo en San Sebastián, pero a una clientela mayor. Un anillo con un zafiro grande, bien cuajado de brillantes. Eso las mujeres que tienen 60 para abajo no lo llevan. Quieren una pieza sencilla. En ese aspecto, la joyería ha tirado a la sencillez, a quitarle el valor de la materia prima. No es importante que el zafiro pese tanto o el diamante… lo importante es que la pieza luzca.
Aparentar por aparentar.
No, todo lo contrario. Aparenta el que lleva piezas de mucho dinero, el que luce una pieza lisa de plata con un sencillo diseño, pero queda bien en la solapa, no le hace falta más.
El refrán quiero y no puedo ¿Se debería desterrar de la joyería?
Se está desterrando, porque lo que se busca es que quede bonito. Es como la corbata en los hombres, es el toque de color, el resto es un traje. La joyería muchas veces lo que da es ese punto alegre, desenfadado… y para eso no hacen falta piedras preciosas o metales donde abunde el oro. Eso va un poco con la edad.
¿A qué se refiere?
Hasta cierta edad, sobre todo a las mujeres, que son las clientas preferidas de la joyería, lo que más les gusta es la plata, honradamente lo dicen, y de una edad para adelante, que pueden ser los 50, les gusta el oro. No sé el porqué.
Quizá por el poder adquisitivo.
Y, además, le encuentran ese valor que tiene el oro, y ahora más que está precios locos, lo saben ver. De joven no te interesa. En joyería lo que le interesa a la mujer es estar guapa, que es lo bueno de este invento.
Que las cabezas reinantes y principescas continúen luciendo tiaras de siglos anteriores. ¿Beneficia o perjudica a la joyería de nuestro tiempo?
No la tengo en cuenta. Es un mundo…
De cuento…
Sí, un mundo antiguo, que está bien ahí, como está bien todo lo que hacen, pero repercusión en la vida real, no tienen. Creo. Tampoco estoy yo muy puesto.
¿Cómo es tener un diamante, un zafiro, una esmeralda en las manos? ¿Es verdad que transmiten?
(Paco puso una cara negándolo) Transmitir, transmitir… El brillante cuando queda bonito es cuando está montado.
¿Sí?
Pones al lado una circonita o un cristal y no los diferencias. Pero, una vez montado, un diamante tiene 36 caras y la piedra es pequeñita. El brillante es una talla. Lo que hace esa talla es que refleja la luz como ninguna otra talla, cuando lo pones tiene un punto que otras piedras no tienen.
¿Seguimos haciéndole caso a Marilyn en aquello de que los diamantes son los mejores amigos de una mujer?
(Silencio) Los tiempos están cambiando. (Risas) Quizá a partir de los 50 años las saben apreciar y valorar más.
¿Qué pieza no debe faltar en un joyero de una mujer con un poder adquisitivo muy alto?
Un collar de perlas bueno.
Con una o más vueltas…
Da lo mismo, pero es que un collar de perlas bueno… ¡Tiene un puntazo! Mira que yo no entraría, si acaso en hacer el cierre.
Es casi como las dos gotas que se ponía Marilyn de Chanel Nº 5 antes de acostarse…
Eso es. Tiene un punto… De hecho cuando ves un collar bueno, en una mujer bien vestida… Es otro rollo. No lo consigue un colgante, un broche o un anillo. Me gustan las perlas buenas y gorditas.
¿Qué joyas llevarían los del ámbito de la cultura?
(Silencio) El mundo de la cultura es discreto en la estética…
La joyería brilla.
Claro. La joyería es lo contrario a la discreción. Buscaría un anillo sencillo, algo que no llame la atención.
¿Qué ubicación le damos al hombre en la joyería?
Es el que regala. Pero, rara vez usa joyas. Se nota en las alianzas de bodas. En un porcentaje muy alto de las parejas, el hombre lo que dice es que no voy a llevarla. Luego se acostumbra y lo luce. Yo no llevo nada. Ahora, los jóvenes llevan pulseras de hilo o de cueros, algún colgante, pero eso no es joyería.
Por curiosidad. ¿Qué tiene Paco Moro en su joyero?
Nada.
En casa de herrero cuchillo de palo…
Tengo la alianza, pero me quedó pequeña y la tengo que agrandar…
Claro, usted no tiene oro…
(Risas) No tengo tiempo. Quizá lleva ocho años. Lo miro de vez en cuando y….
¿Qué tiene que tener una pieza especial?
Que guste. Todo se resuelve en eso. A veces creas una pieza, que para ti es menor porque has empleado poco tiempo, pero Yolanda –Sánchez, su mujer- me ha dicho: ‘Está bien’. Y se ha vendido mucho.
Es Yolanda la que marca…
Es la que está con el público, por lo tanto, sabe lo que gusta y lo que no.
¿Le da indicaciones?
Manda mucho. (Risas) ¡Menos mal! Tiendo a valorar una pieza por el trabajo.
No siempre es así…
Efectivamente. Pero, lo he visto con el tiempo. Pensaba que si tenía mucho trabajo, se tenía que vender. No es así. Otras que he hecho sencillas se han vendido como churros, porque quedaron con gracia. Si algo tiene gracia, como la persona que se lo pone lo que quiere llevar es algo alegre, bonito, que quede bien… ahí está. Da igual lo que tú hayas tardado en hacerla.
10 comentarios en ««En joyería, lo que le interesa a la mujer es estar guapa»»
Tanto el artículo como el titular no engañan es verdaderamente un gran joyero.Enhorabuena por el artículo y manifestar mi gran admiración por el trabajo del señor Paco Moro.
Soy fan absoluta de este joyero
Me encantan las piezas de Paco Moro y la calidad de la materia, las/los que llevamos algunas de sus piezas…las reconocemos de inmediato…por su originalidad, su sencillez…su punto!!
Paco es un gran profesional de la joyería, sencillo como se ve en la entrevista y muy creativo. Me gustan todos sus diseños. Cuando voy a la joyería, siempre le digo a Yolanda que me resulta difícil escoger porque me gusta todo.
¡Enhorabuena a los dos, y seguir creando joyas bonitas!
Las joyas de Paco, son sencillamente bonitas y con histora
Paco Moro, laborioso, creativo y un profesional como la copa de un pino. Enhorabuena por seguir trabajando con minuciosa pulcritud.
Paco es uno de los artistas más discretos de Salamanca, ajeno a los aspavientos que otros se emplean para hacerse notar. Sus piezas tienen horas de estudio y meditación, haciendo guiños incluso a los orígenes de la civilización. Algo extraordinario. Sin olvidar esa original colección de pequeñas piezas en plata con las que Yolanda y él obsequian a quienes tenemos el privilegio de ser sus clientes.
C.S.
Gran persona, inteligente y culto. Enamorado de su tierra. Original y creativo en su producción. Enhorabuena y gracias por el artículo.
En este caso podríamos denominarlo el joyero de la familia, a mis 41 no recuerdo haber comprado piezas más bonitas, siempre con ese toque, que las hace reconocibles y sabiendo que te estas llevando un pequeño tesoro a casa. Por otra parte, como ya son muchos decir que su creatividad no deja de asombrar puesto que siempre saca piezas nuevas y para mi eso es lo complicado. Además, no olvidarse de los pines que saca todas las navidades a cada cual más curioso.
Fantásticos los trabajos con figuras del arte paleolítico de cuevas, refugios levantinos, de Siega Verde…Para ir coleccinando los pins.