Salamanca y el Líbano unidos por unos cedros

Los cedros que se pueden ver en el paseo de Carmelitas y en el parque de San Francisco los regaló el presidente del Líbano, Camille Chamoun, en el año 1957 a la ciudad de Salamanca
Cedros libaneses en el paseo de Carmelitas. Fotografía. Pablo de la Peña.

Carlos Luna, un empresario muy rico indiano de Cuba, vino aquí y se casó con una heredera de Vitigudino, Inés Terrero. Formaron un matrimonio con posibles. Fruto de su unió nació Inés Luna Terrero. La hija no se casó, pero tuvo pretendientes muy importantes, entre ellos, el dictador Miguel Primo de Rivera. “Dicen las malas lenguas que cuando estaba deprimido el dictador, pedía que le fueran a buscar a la charrita”, cuenta con sorna Jesús Málaga.

Inés Luna Terrero viajaba mucho, en una de esas escapadas llegó hasta el Líbano. “Ahora, el pueblo libanés está sufriendo mucho, por lo que creo que debíamos recordar que hubo un tiempo que Líbano y Salamanca estuvieron unidos, tanto es así que los cedros que se pueden ver y disfrutar en el parque de San Francisco y en el paseo de Carmelitas llevan con nosotros desde 1957 y los trajo aquí el presidente de Líbano, Camille Chamoun”, explica Jesús Málaga.

Cedros libaneses en el paseo de Carmelitas. Fotografía. Pablo de la Peña.

Pero vayamos por partes. Doña Inés llega al Líbano, descubre oriente y entre sus asombros está el conocer a la comunidad religiosa de Los Maronitas. “Intenta traerla aquí. Para ello abre un seminario en Traguntía. De ese convento, nada más queda los tapiales, pero en su Cuartón, que se restauró totalmente siendo yo subdelegado del Gobierno, se puede ver la única ermita Maronita que hay en la provincia”, matiza Málaga.

En la capital, en la casa de los Luna Terrero, en la cuesta de Ramón y Cajal, levantan una capilla maravillosa con un mosaico muy bonito y se conserva en perfecto estado. “Hay Maronitas estudiando Teología en la Pontificia desde principio de los años 50 en Salamanca”, señala Jesús Málaga.

Es decir, Inés Luna Terrero se trae a jóvenes libaneses a estudiar a Traguntía, cuando terminaban en el seminario, se trasladaban a Salamanca a completar sus estudios de Teología. “Doña Inés tiene un problema, los Maronitas antes de ordenarse, pueden optar por casarse o seguir. Lo que ocurrió es que muchos de los libaneses prefirieron dejar la vida monacal. Debía de ser un espectáculo verlos en Vitigudino con novia en aquella época”, comparte entre risas Jesús Málaga.

Cedros libaneses en el paseo de Carmelitas. Fotografía. Pablo de la Peña.

Hay que tener en cuenta que al final de los años 50 España comienza a abrirse al mundo, llega el plan Marshall y hay alguna visita de mandatarios extranjeros, entre ellos el presidente del Líbano, Camille Chamoun. “Franco acompaña a Chamoun en Madrid y Toledo. Lo recibe como si fuera el mandatario de un gran país. Así se puede ver en el NODO. En ese viaje, incluye Salamanca como destino. Aquí, le enseñamos la Universidad e inaugura las obras de lo que iba a ser el colegio mayor de los Maronitas en Salamanca”, apunta Málaga.

Cuando viene el presidente del Líbano trae un regalo para la ciudad, “cedros del Líbano. Primero los plantan en el parque de San Francisco y algunos en el paseo de Carmelitas. Salamanca tienen cedros propiamente libaneses. Creo los salmantinos desconoce este hecho”, matiza Jesús Málaga.

En este momento de la conversación, Ana García López, última presidenta de la Institución Cultural Alfonso X El Sabio, que está presente durante la charla con Jesús Málaga, señala que se acuerda del viaje de este señor a Salamanca. “Yo era muy joven, pero recuerdo perfectamente que era muy alto y muy guapo, al igual que su mujer”, concluye entre risas Ana García López.

Imagen. Pablo de la Peña.

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