Opinión

Cuando la vida se va

Cementerio de San Carlos Borromeo en Salamanca. Fotografía. Pablo de la Peña.

Intentaré dar una respuesta tan subjetiva como personal a tres cuestiones que planteo en relación a la fecha del día de Todos los Santos, con contestaciones que surgirán a vuelapluma.

¿Para qué sirve la muerte?

Obviamente es una medida natural de contención demográfica, mientras no tengamos otro hábitat donde vivir, se hace necesaria para que la vida que conocemos pueda continuar. Esto no quiere decir que debamos forzar la muerte. De momento, hay sitio para todos en el planeta Tierra y no estoy seguro de que lleguemos a hacerlo inhabitable por densidad demográfica, más bien por otras cuestiones.

En cierto modo, es más comprensible la muerte que la propia vida. De hecho consideramos vivir como algo mágico. Aunque la ciencia nos da explicaciones, de momento no sabemos cómo empezó esta aventura que es la existencia, si acaso lo suponemos. Por eso, acudimos a respuestas espirituales. En otras palabras, si algún día se demuestra la existencia de Dios más acá de la Fe, será la ciencia la que nos lo explique.

¿Nos aflige la muerte o el sentimiento de dolor?

Es el sentimiento de dolor lo que nos rompe por dentro, el miedo a estar un poco más solos y aceptar que lo desconocido también está aquí, entre nosotros. El fallecimiento de una persona querida bloquea nuestra vida y desgrana parte de nuestro ser. Pero la muerte está presente cada día y no siempre nos afecta emocionalmente, salvo el caso de alguna tragedia con impacto social. Tengo claro que el trabajo de sentimientos está en el debe de la educación y nos ayudaría a solventar mejor estas tensiones emocionales.

Aceptar la ausencia de un ser querido es algo complicado, pues formó parte de nuestra vida, bien sea en la familia o en la amistad. En el trabajo emocional se da relevancia al dolor, a la perdida, a la ausencia, pero creo que, para madurar en nuestro conocimiento, deberíamos trabajar mucho más el sentimiento de afecto, aprender a querer y a ser queridos.

¿Sería soportable una vida eterna?

La eternidad es un concepto que se nos escapa de las manos. De hecho, sabiendo que pertenecemos al mundo de lo perecedero, creamos una realidad paralela e imaginada, buscamos la eternidad en lo espiritual, al punto de que nos otorgamos el poder de conectar con lo eterno a través de la oración o la meditación trascendental.

Es como un ritual de iniciación, un contacto previo a la muerte antes de presentarnos en el paraíso, cruzamos a diario esa puerta a la otra dimensión, para buscar soluciones que la realidad nos niega. Da la sensación de que todo nos parece poco y como cantó Camilo Sesto solo queremos: ‘Algo más’ que no acabase cuando la vida se va.

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