Opinión

¿Qué es la reducción de daños del tabaco?

Aunque en los últimos años el concepto de “reducción de daños” se aplica a numerosas actividades de la vida diaria; es un concepto clásico de la Salud Pública que se refiere a la reducción del impacto negativo del consumo de drogas, idea que se extendió fundamentalmente a partir del consumo de drogas ilegales como la heroína y el riesgo de infección por el VIH. Posteriormente se aplicó al consumo de alcohol y tabaco, la salud sexual y reproductiva, los accidentes de tráfico, los trastornos alimentarios o la exposición en ambientes laborales a productos químicos y radiaciones.

Su uso más habitual se refiere a la búsqueda de estrategias alternativas a productos nocivos para la salud por dos procedimientos: cambiando el comportamiento de riesgo o cambiando el producto utilizado ofreciendo un producto que genere menos daño, para minimizar las consecuencias adversas para la salud, la sociedad y la economía de un comportamiento dañino, pero la industria tabacalera lleva años pervirtiendo este concepto y utilizándolo como una herramienta de su propio marketing.

El tabaco no solo produce daños a la salud, sino que también tiene un impacto negativo sobre la economía y el medio ambiente. Por tanto, la reducción de daños del tabaco no son solo las estrategias de reducción de la morbimortalidad, son también estrategias de protección de la economía y el medio ambiente.

A lo largo del tiempo se han probado distintos métodos para aminorar los efectos perjudiciales del tabaco y de la nicotina sobre la salud de los fumadores con resultados escasos, motivo por el que desde hace tiempo se propone como objetivo prioritario facilitar el abandono del tabaco por distintos métodos reconocidos y avalados por la ciencia.

Manipulando el concepto de reducción de daños los fabricantes de productos de tabaco y nicotina han “secuestrado” el concepto en beneficio de sus intereses comerciales. Las estrategias de la industria tabaquera para manipular a los consumidores han incluido a lo largo de los años desde el desarrollo de los cigarrillos con filtro (introducidos en los años 50) a los light (en los años 70), y de los mentolados (en los años 60) a los vapers de sabores. En todos los casos han hecho creer falsamente que desarrollaban productos menos tóxicos, más seguros, e incluso más saludables, cuando no era así. Hoy tanto los cigarrillos light como los mentolados están prohibidos en España y numerosos lugares del mundo.

Los filtros no han conseguido una disminución del riesgo y sí un aumento del consumo, y los vapers intentan sustituir a los cigarrillos con sus aromas atractivos y su falsa leyenda de productos más sanos, cuando en realidad lo que están haciendo es mantener la misma adicción cambiando el objeto, fomentando el consumo dual de cigarrillos electrónicos y convencionales simultáneamente y enganchando a más jóvenes.

 El uso del cigarrillo electrónico y los productos de tabaco calentado es cada vez más frecuente entre adolescentes y adultos jóvenes. Las tabaqueras les proponen estos dispositivos para “mejorar la experiencia de fumar” magnificando sus aspectos atractivos y minimizando los negativos asociados al consumo de cigarrillos convencionales.

Paralelamente, la industria ha desarrollado una estrategia de división de la opinión de los profesionales sanitarios respecto al concepto de la reducción de daños y su utilidad, utilizando a médicos e investigadores con reconocidos conflictos de interés, pero que logran confundir al consumidor. Al igual que sucedió durante años con las leyes que pretendían controlar el consumo de cigarrillos esta estrategia incorpora profesionales y sociedades científicas que, de buena fe en unos casos y con intereses espurios en otros, pueda coincidir en alguna medida en la defensa de los intereses de la industria tabaquera. Esta actitud es denunciada por la Organización Mundial de la Salud que llama constantemente a los profesionales sanitarios a no colaborar con la industria tabaquera bajo ninguna fórmula.

En España la propia Organización Médica Colegial en un documento elaborado en 2018 señala que “En un uso racional del principio de precaución, a los cigarrillos electrónicos y dispositivos se les debe aplicar toda la normativa nacional e internacional del tabaco para el cigarrillo convencional”, y “Exhorta a los médicos para que se informen por fuentes independientes y exhaustivas y que no acepten colaborar con la industria tabaquera”.

En el momento actual existe una ofensiva mediática de la industria tabaquera promocionando las nuevas formas de fumar como alternativa saludable al consumo de tabaco quemado. Esta ofensiva tiene como fin impedir que la nueva Ley que se está gestando equipare estos productos al tabaco tradicional, una reivindicación unánime de las sociedades científicas internacionales y españolas, así como de asociaciones profesionales como el Colegio de Médicos.

En la página https://ojs.sanidad.gob.es/index.php/resp/article/view/583 está disponible el documento del CNPT titulado Reducción de daños en tabaquismo desde la Salud Pública, publicado en la Revista Española de Salud Pública, accesible para todos aquellos que quieran saber más y en la página https://pnsd.sanidad.gob.es/noticiasEventos/actualidad/2018_Actualidadpublica/pdf/20181218_Informe_uso_sistemas_electronicos_administracion_nicotina.pdf  el documento de la Organización Médica Colegial.

Recuerde: no hay ninguna forma segura de fumar, no se deje manipular ni engañar. Mejor no fume.

Miguel Barrueco Ferrero, médico y profesor universitario

@BarruecoMiguel.

1 comentario en «¿Qué es la reducción de daños del tabaco?»

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