Leo en un libro de divulgación científica la expresión «cubo tridimensional» y me digo que así es, lo mismo que el triángulo o el círculo son bidimensionales. Pero el adjetivo está de más, como sobra en «respetuoso duelo», que leo en un artículo de Enric Juliana refiriéndose a las víctimas mortales de la DANA en La Vanguardia ¿Acaso un duelo puede no ser respetuoso?
No tiene tampoco mucho sentido hablar, por ejemplo, de «historias pasadas», “momento puntual”, «años de duración», «veredicto final”, “principal protagonista” (palabra de la que se abusa) o «lapso de tiempo». Esta última expresión la admite la Real, pero al definirla pone simplemente «lapso», que, sin más, sirve para hablar de un periodo de tiempo entre dos momentos. Son casos todos ellos de redundancia o pleonasmo, que lastran la expresión, afean el idioma y ocurren, creo, porque a menudo preferimos palabras o frases largas a otras más simples, en la idea, errónea, de que aquellas son más expresivas, como ya señaló Orwell hace mucho (no hace falta añadir “tiempo”).
Aquí mismo puse un ejemplo, en el que un párrafo enrevesado de una sentencia del T. Supremo se podía reducir de 46 palabras a 29, ahorrando además alguna coma y alguna expresión «inidónea». Item más: por mi barrio he podido leer:
– “Se va a proceder a la limpieza del garaje. Se ruega a todos los propietarios de vehículos que los retiren”. Lo que puede decirse así, con la mitad de palabras: «Vamos a limpiar el garaje. Por favor, retiren los coches»
Pero, volviendo al principio, hay una fórmula que siempre me ha mosqueado más, la de «persona humana». De entrada, no creo que tenga que ver con que algunos sujetos tengan conductas inhumanas; y en contextos legales podemos hablar de personas físicas (o naturales) y jurídicas, pero es un uso restringido. En las declaraciones de derechos se habla de «persona» sin más y es equivalente a «ser humano», individuo» u «hombre» (ya sea nombre genérico o no), como se ve por ejemplo en la Declaración Universal de 1948. Sin embargo, en la constitución española vigente hay un par de expresiones de este tipo que podrían considerarse redundantes. Dice que la educación buscará «el desarrollo de la personalidad humana». ¿Qué otro tipo de personalidad podría estimular la educación? (En cambio, un medio ambiente sano, reza más tarde, logra “el desarrollo de la persona», sin más). También me parece casi feo hablar de «La persona del Rey», que es ”inviolable”. ¿Acaso se podría violar la personalidad del Rey (Dios nos libre) sin violar al Rey mismo?
Llego a la conclusión de que ese binomio mostrenco tiene su origen en un dogma de la teología cristiana: la existencia de dos personas, una divina y otra humana, en Jesucristo, que por otro lado solo dispone de una naturaleza; único caso en que estimo procedente la expresión, que probablemente ha pasado de las encíclicas al lenguaje ordinario.
Se suele decir eso de que “valga la redundancia”. Pues no, no vale siempre. Aunque si prescindimos de ella en algún caso se puede armar “la de Dios es Cristo”.
2 comentarios en «Palabras de más»
¡Pieza literaria esta, sí señor!
Eres un cachondo, profesor.