Opinión

Obligados

Un niño montado en un triciclo. Imagen de Soledadsnp en Pixabay

Se conmemora el Día de la Infancia y se vuelve a hablar de derechos, pero también de realidades.

Quienes vemos la realidad de lo que en muchas ocasiones siente la infancia, no podemos callar ante la vulneración de derechos que día tras día sufren en cualquier país del mundo.

Niños, niñas y adolescentes obligados a malvivir con maltrato, con imposiciones, sin lo fundamental para poder vivir o con la amenaza de perder la vida en cualquier momento.

Explotados sexualmente, obligados a trabajar, obligados a acudir a centros educativos donde el maltrato que sufren les llega a valorar si vale la pena seguir viviendo.

Viviendo auténticas pesadillas, incluso en muchos hogares, pero aun así comportándose como auténticos supervivientes, sin perder la sonrisa, aunque la mirada lo diga todo.

Obligados a vivir y dormir en las calles, mientras la ciudad pasa a su lado, sin inmutarse y sin preguntar como han llegado hasta allí. Cara y cruz de una sociedad que piensa que tiene la vida comprada.

Obligados a seguir siendo esclavos de un sistema que calla, en muchas ocasiones porque la ley es impuesta y en otras porque mirar hacia otro lado es lo más conveniente.

Nos dan lecciones, lecciones de vida, de supervivencia, de saber estar y de lo que no quieren llegar a ser y, aun así, seguimos vulnerando sus derechos y menoscabando su integridad.

Lo que vemos, no pertenece a una sociedad sana, acabaremos recogiendo lo que estamos sembrando y es qué #ConLosDerechosNoSeJuega.

En estos días, donde en tierras de Valencia y Albacete se han vivido demasiadas desgracias, se hace viral el juego de dos pequeñas hermanas, saltando entre el barro, ajenas a la realidad que las acompaña, pero que nos devuelve una sonrisa al ver la de ellas, disfrutando de su juego, entre barro y lodo.

Los niños son así, sacan lo mejor de todo lo peor. Lo veo a diario, con mis supervivientes, que buscan seguir sonriendo en una sociedad que no les ha tratado bien y, sin embargo, ellos y ellas devuelven lo mejor que tienen: empatía, solidaridad, respeto y mucho amor.

Seamos un buen ejemplo como adultos que somos y respondamos ante la vulneración de derechos fundamentales que sufren muchos niños, niñas y adolescentes. Seamos consecuentes con la palabra dada y dicha, aunque el valor de esta sea diferente para quien la da y quien la escucha.

No seamos cómplices de infancias robadas, no disfrutadas y vulneradas. No se puede ser cómplice del sufrimiento, del maltrato y del ninguneo de la infancia. Así no funcionan las cosas, aunque en algunos sitios se empeñen en ello.

Asociación Salmantina Contra el Bullying y el Ciberbullying

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