Aunque congelar el pan evita el desperdicio, la web danseur.it advierte que esto puede tener una serie de efectos que habría que tener en cuenta.
Entre ellas destaca que reduce su valor nutricional, especialmente vitamina B, que se encuentra en los cereales y que se degrada con la congelación prolongada. Además, los cambios en la estructura del almidón lo hacen menos digerible
También aumenta el riesgo de proliferación bacteriana, especialmente si se descongela a temperatura ambiente o se recongela. La humedad que se forma en su superficie al descongelarlo a temperatura ambiente es propicio para la aparición de bacterias y moho, lo que facilita que aparezcan toxinas como la carboximetilcelulo, que con congelación y descongelación repetidas pueden alterar su estructura química, volviéndola potencialmente dañina.
Para congelar de forma segura, se recomienda hacerlo en porciones, bien envuelto en papel film o en bolsas herméticas de plástico, y descongelarlo en el frigorífico o en horno a baja temperatura para minimizar riesgos.