Que la realidad no concuerda con nuestros deseos y las expectativas satisfactorias raramente se cumplen lo sabemos, pese a lo cual los optimistas no nos rendimos, por mucho que nos carguen con lo que no podemos, nos pongan obstáculos en el camino y tengamos que guardar cola para que nos quieran. Estamos por un no rotundo a la resignación y un sí mayúsculo a que haya palomas de la paz y sea bueno el despertar.
Hay que estar en lo que se pueda conseguir, no en lo que se supone se puede lograr. Es frecuente imaginemos la realidad como la quisiéramos y las expectativas nos sitúen más allá de donde es posible llegar. Con ello se corre el riesgo que si no se cumplen nos demos por fracasados. Preferible afanarse en lo que es posible realizar y no en lo que por mucho empeño que se ponga ha de quedar por inviable en la intención.
La vida está hecha de realidades y se abre paso con aciertos y errores. Atenerse a lo que son sueños suele causar decepción y dar lugar a la sensación de inutilidad. Ha de vivirse con lo cierto de cada día, aunque tengamos que aprender a mirarnos como nos ven los demás y tengamos que aceptar que en algunas cosas estamos equivocados. Mejor tener una rosa al alcance de la mano, aunque sea a la sombra, que ver brillar el mar a lo lejos sin podernos bañar en él.
Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor
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