Con este título ha publicado un estudio un lobby de empresarios, diputaciones y cajas de ahorro de Teruel, Soria y Cuenca, que me parece podría aplicarse también en parte a provincias como Zamora o Salamanca. El enunciado resume bien la tesis: en relación con las grandes aglomeraciones urbanas de España, en estas provincias disfrutan de una vida mejor: “son magníficas: –sintetiza el informe– es más fácil y barato encontrar vivienda y trabajo de calidad, hay menos listas de espera para ir al médico para los problemas más comunes de salud, resulta más fácil conciliar, disfrutar del ocio, de la cultura y de la naturaleza…”. Es un intento más de revertir la despoblación.
Conozco bien el caso de Soria porque soy de allí y porque ya en 1979 (uff, me fastidia recordar cosas tan lejanas) publiqué un reportaje titulado «la sombría perspectiva demográfica para el siglo XXI», en el que intuía un futuro más bien depresivo basándome en estadísticas oficiales. Esta provincia ha sufrido el mayor bajón demográfico de toda España: si en 1950 pasó de 160.000 habitantes hoy no llega a los 90.000, de los que 40.000 están en la capital; y su densidad de población también es la menor: 8,7 hs/km (la media española está en 95). Muchos pueblos de la periferia de Madrid, como Móstoles, Alcalá o Fuenlabrada, tienen más del doble de habitantes que toda esta provincia. Como fue una de las primeras en sufrir la despoblación fue también pionera en recibir población extranjera. Recuerdo cómo en otros tiempos el Ayuntamiento de Almazán ofrecía puestos de trabajo y vivienda con ese fin. Así que hoy casi el 11 % de los sorianos residentes han nacido fuera. Sin ellos la población de la provincia se reduciría a unos 70.000 y tendría más viejos, menos fertilidad y menos mano de obra. Menos riqueza humana y material, en suma. Esta contundente realidad, que vale para más de media España, por sí sola debería hacer reflexionar a todos esos indocumentados que arremeten contra la inmigración.
Dicho sea de paso, me niego a hablar de la «España vaciada». Primero porque cuando se presentó ese famoso bestseller aparecía como un descubrimiento del Mediterráneo. Y no: en estas provincias estamos cansados de hablar y escribir sobre el tema, así como de sus posibles soluciones (que yo creo que no tiene). Y dos, porque lo de «vaciada» es un participio pasivo y sugiere un territorio que ha sido despojado de sus gentes por terceros, una evacuación a la fuerza como, salvando las distancias, la de los judíos conducidos a los campos de concentración. Y tampoco: basta ver que la gente, sobre todo joven, sigue saliendo de estas zonas a las grandes ciudades de aquí o del extranjero a pesar de que, como se argumenta en el estudio citado, el trabajo y la vivienda les resultarían más accesibles en su lugar de origen. Pero la tranquilidad y la monotonía de la vida de sus padres quizá no les resultan tan atractivas, ni los trabajos menos variados y con salarios más bajos. Es probable que esos jóvenes que se van no compartan la idea de que es un lujo vivir aquí, pero lo tendrán menos mal fuera, pues han disfrutado de la mejor educación en los niveles obligatorios: Castilla y León suele ir en cabeza en los informes PISA.
Es un asunto complejo de explicar esto de los movimientos de población, pero creo que tiene cierta analogía con un fenómeno atmosférico: las zonas ciclónicas irremediablemente atraen a las masas de aire de las zonas anticiclónicas y es imposible resistir esa fuerza natural. Del mismo modo, el capitalismo tiende a concentrar y centralizar los recursos humanos, financieros y económicos, vaciando unos territorios y atiborrando otros. Y a ver quién es el que le pone el cascabel a ese gato para que cambie sus malas costumbres.
2 comentarios en «El lujo de vivir en la España despoblada»
Por eso sólo el uno por ciento de los jóvenes que se quedan en Salamanca encuentran un trabajo en las empresas privadas de acuerdo con su titulación.
Aquí viven bien los jubilados con pensión de 2.000 euros, sin hipoteca y buenos ahorros. La juventud emigra ya que en otros lugares les ofrecen mejores condiciones.
Hasta el Lazarillo tuvo que emigrar a Castilla la Nueva
No me acaba de convencer tu símil atmosfèrico. Sí tu tesis de que el capitalismo tiende a la concentración y desigualdades de riqueza y de población. Pero en un país cuyo régimen político hace que la capital se la gran absorbedora, un auténtico sumidero de recursos, esto se acentúa aún más si cabe.