Hay palabras que consuelan, son claras y positivas, regalos que nos hacen e inspiran tranquilidad y confianza. Palabras de esperanzador significado, de ascender con ellas como en un sueño placentero y colmarnos de buena compañía. Palabras con alma que llegan al corazón. Un libro que te hace más sabio cuanto más lo lees. Palabras que suenan vacías cuando se usan para insultar, mentir y confundir.
Las palabras tienen vida propia, son influyentes y confieren agrado o rechazo según como se utilizan. Escribirlas facilita ordenar las ideas, explicar con claridad lo que se piensa y compartir lo que se sabe. Sirven para expresar sentimientos y emociones. Son como una gran estrella que guía a los que las utilizan con exactitud. Que resuenen huecas y se conviertan en palomas heridas cuando se arrojan para que duelan a quienes las escuchan.
Decidir con acierto qué palabras usar para trasmitir lo que se siente ayuda a infundir confianza en los demás y seguridad en uno mismo. Ocurre, sin embargo, que va en aumento hablar mucho y decir poco, se usen para infundir temor y vaciarlas de contenido. No es raro que columnistas, tertulianos y comunicadores profesionales fundamenten con bonitas palabras hechos que tergiversan o las utilicen como clavos para crucificar al adversario. Manipuladores que causan confusión y maltratan el entendimiento.