Los pueblos de Salamanca donde se come muy bien

La revista National Geographic Viajes destaca la nueve localidades "ideales para explorar la provincia con el estómago contento"
patatas meneas
Unas patatas meneás.

La revista National Geographic Viajes destaca las nueve localidades «ideales para explorar la provincia con el estómago contento».

Ciudad Rodrigo

Pasar por Ciudad Rodrigo y no dejarse caer en la tentación de disfrutar de los clásicos huevos fritos con farinato es casi un pecado. Conocido como ‘el chorizo de los pobres’, este singular embutido se elabora exclusivamente con harina, manteca de cerdo y pimentón, sin incorporar carne, y servía para aprovechar los restos de la matanza. Bien frito, en un poco de aceite, y con unas rebanadas de pan es un manjar.

Arapiles

Si de comer se trata, Arapiles ha cobrado fama por ser el hogar de una de las pocas panaderías de España que sigue haciendo el tradicional pan candeal a la vieja usanza. La realidad sobre estas masas –donde lo realmente candeal ha de ser la harina– es que se trata de panes de bajísima hidratación, miga prieta y densa, corteza fina y dorada, que multiplican los aromas del cereal en cada bocado.

Mogarraz

Mogarraz, uno de sus pueblos más icónicos, es una parada fundamental para disfrutar de las patatas meneás, pero también de una particular ensalada que junta huevo, jamón y naranjas o limones, dependiendo de la temporada.

Vega de Tirados

Heroico y evolutivo, el restaurante Rivas –hoy regentado por la segunda generación– ha ido transformándose como restaurante familiar hasta consolidarse como una de las mejores propuestas no ya de Salamanca, sino de Castilla y León si hablamos de reversionar la cocina tradicional. Compás de cuchara y legumbre (garbanzo y callos aquí son ley) se suman en la propuesta que Ana Rosa Cuadrado ha ido modelando de la herencia de su suegra.

La Alberca

En La Alberca se encuentra uno de los mejores restaurantes de la provincia de Salamanca: Las Bóvedas, dentro del hotel termal Abadía de los Templarios. Aquí el canon de la carne marca el tempo, como sucede con el cabrito de Las Hurdes o el tostón asado, además del casi imprescindible paso de las patatas meneás.

Candelario

Destaca su tradición chacinera. Aparte de ello, esta villa es el sorprendente hogar de un restaurante que ha tenido la sana osadía de, en mitad de la Sierra de Francia, atreverse a cocinar con parrilla más allá de carnes. Rodaballos, besugos, salmonetes… en Casa Küme.

Alba de Tormes

Como destino gastronómico, un lugar único: el restaurante Don Fadrique. Este hotel-restaurante también ha ido modulándose con los años, convertido en templo del producto desde su apertura de puertas en los años ochenta. Un hito que hoy es un portento gastronómico y enológico (más de 400 referencias lo atestiguan) y que hacen brillar con igual potencia a la carta y a los creativos menús degustación.

Béjar

Béjar, con su primorosa sierra de fondo, es el hogar en el sur de la provincia, anclada a los pies de la cara norte del Sistema Central, de uno de los platos con más fama de la cocina charra: el calderillo bejarano. Receta pastoril donde las haya, este estofado a base de ternera y patatas es todo un emblema de una ciudad con marcado carácter serrano.

Villaseco de los Gamitos

Destaca el restaurante Casa Conrado, en Villaseco de los Gamitos, donde las chuletas de estas vacas, antiguos animales de trabajo, son actrices principales. También lo es el cerdo, tanto en sus magros como su casquería, que en Casa Conrado también sirve de imán como sucede con las mollejas de cordero, pero la morucha –chuleta y rabo mediante– es la auténtica reina del baile.

Un plato sin pueblo

Las patatas meneás son un emblema de la cocina de Salamanca. Compartidas a coro con las provincias de Ávila y Cáceres, donde suelen recibir el nombre de patatas revolconas, este singular y poderoso entrante invernal no es otra cosa que una generosa cantidad de patata cocida, ligeramente machada –de ahí el meneás–, sobre las que se añade una sutil ajada de aceite de oliva con pimentón (dulce o picante, eso al gusto) que colorea las patatas. De corona, como es tradición en el oeste de Castilla y León, los torreznos. Finos, muy fritos y en formato pequeño, constituyen la cúspide de este plato, humilde donde los haya, que ahora se encuentra por doquier por toda la provincia de Salamanca.

2 comentarios en «Los pueblos de Salamanca donde se come muy bien»

  1. Pues nada… me quedo con la gana de saber que restaurante en candelario se hace un buen rodaballo, o en Bejar un calderillo… en fin

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