Homenaje sorpresa a Heraclio, el kiosquero de Los Basilios

La Plaza los Basilios coreaba a voz en grito un solo nombre: “¡Heraclio, Heraclio!”. Este viernes, el kiosquero que lleva 33 años vendiendo allí pan, prensa, chuches y material de papelería, Heraclio Vicente Gallego, ha cerrado su negocio por jubilación. Besos, abrazos y enhorabuenas han llenado su día, que incluyó un homenaje sorpresa organizado por los vecinos, con presentes, comida, bebida y pancartas de despedida colgadas en la fachada situada frente a su establecimiento.

“Esto me supera”, confesaba Heraclio, quien también cumplía 65 años ese mismo día, y que en un principio, dudaba si atreverse a salir a la calle. Una vez fuera, brindis, aplausos y más abrazos fueron dando forma a un emotivo reconocimiento del que toda su clientela y personas cercanas querían llevarse un testimonio en sus teléfonos móviles.

Entre los regalos, el homenajeado recibió una lámina enmarcada con la caricatura publicada por La Crónica de Salamanca, elaborada por el artista Chema Martín, que tiene su estudio a pocos pasos del kiosco. También se le obsequió con otro cuadro más y un reloj con el que, desde ahora, medirá el tiempo de su nueva etapa: la jubilación, que tiene previsto dedicar a su familia.

Libros a un euro, algunas ‘galguerías’ (término salmantino) ya regaladas a los más pequeños y los últimos artículos, todos en liquidación, fueron llenando las últimas horas de Heraclio como pequeño empresario. “El barrio ha colaborado mucho”, reconocía orgulloso.

La Plaza de los Basilios, un punto casi únicamente de paso, parecía más llena que nunca. “Es increíble ver la plaza así”, reconocía un vecino.

El homenaje vecinal a Heraclio, el querido kiosquero de esa placita situada entre la Gran Vía y el convento de San Esteban, demuestra una vez más que “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”, como la dice la frase atribuida a Eduardo Galeano. Y en caso de no poder cambiarlo, lo mejora.