El Ayuntamiento pondrá megafonía en la Gran Vía para anunciar la salida y llegada de los autobuses

El Ayuntamiento de Salamanca instalará un novedoso sistema de megafonía en la Gran Vía, en ambos lados de la calle, para anunciar la salida y llegada de los autobuses, según ha podido saber este periódico.

Después de varios meses sopesando la viabilidad de esta iniciativa, finalmente, y tras consultar con la Policía Local, las empresas de transporte y los vecinos de la zona (los pocos que quedan), ha decidido dar el paso y en enero comenzará la instalación del sistema de sonido con el que pronto se familiarizarán tanto los usuarios del transporte público como vecinos y transeúntes ocasionales de esta arteria de la ciudad del Tormes.

Inicialmente se temía la reacción de los hosteleros, por si acaso este servicio pudiera interferir el normal desarrollo de la actividad, pero finalmente, la asociación empresarial del sector ha dado su visto bueno, porque no solo consideran que será inocua para sus negocios, sino que podría ser un aliciente más para atraer a viandantes, que son potenciales clientes.

El Ayuntamiento, aliviado con esta afirma que se trata de una iniciativa pionera en España y posiblemente en Europa (eso que se sepa), y que con ella se da cumplimiento a «una demanda histórica de los vecinos y usuarios del autobús», para «mejorar la calidad de vida de las personas humanas» y devolver a la Gran Vía parte de la vitalidad que llegó a tener (qué tiempos aquellos) y que ha perdido con el paso de los años, más aún, desde que se decidió convertirla en una especie de estación de autobuses. «Ya que es un gran apeadero de hecho, qué menos que facilitarle la vida a los ciudadanos que a diario llegan a Salamanca a través de la Gran Vía y vuelven a ella para regresar a sus domicilios», dicen fuentes municipales.

El Consistorio explica que, además, se creará una nueva vía de negocio mediante la inserción de cuñas publicitarias, que explotará la empresa concesionaria con el fin de hacer más atractivo el contrato de explotación. Y cualquier otra mejora será igualmente externalizada.

Los vecinos, cuya reacción era una incógnita, tampoco han puesto objeciones a tener que aguantar no solo la matraca de los timbres que enmarcan cada salida y llegada, sino la turra de los anuncios durante todo el día. «Mira. Esto estaba de capa caída y era un poco muermo, así que por lo menos nos hará algo de compañía», explica una vecina de toda la vida. «Y en Nochevieja pude darnos las campanadas», añade.

Inocencio Perdido, que estaba al lado, intervino para decir que «esto abre un abanico de posibilidades descomunal. Ya que nos han convertido la calle en una estación de autobuses, que se encarguen del equipamiento, pongan paneles informativos y nos acristalen los soportales para quitarnos el frío del invierno. Hace solo unos meses esto me parecería imposible, una inocentada y hoy, sobre todo hoy, también”.