Así se podría calificar la «inversión» municipal en retretes públicos.
Si uno está «apretado» y entra en el flamante urinario inaugurado en terrenos de la mismísima Catedral Nueva a bombo y platillo por nuestra máxima autoridad y no tiene los cincuenta céntimos preparados, tendrá que hacer un cursillo con sus muy amables empleados.
Primero tendrá que utilizar una máquina que le facilitará el cambio y si acierta podrá obtener la «clave secreta» para entrar al sacrosanto lugar y allí desaguar.
Si no logra pasar el cursillo de formación y decide ir por el paseo fluvial para evitar el tráfico, se encontrará otro magnífico lugar para «pisotear» sin ser reprendido por la Policía Municipal, claro que gracias a la motosierra municipal los policías municipales son tan escasos que podrá elegir un discreto rincón para acogerse al derecho universal de «mear en paz» ya que estos magníficos mingitorios estarán cerrados a cal y canto y con cadenas tras más de un año de obras.
Quizás la Corporación Municipal lo inaugure en fechas próximas a las siguientes elecciones.
En fin, si antes estaba difícil, ahora aún más ya que las inversiones públicas no producen los efectos deseados y, ya se sabe, todo esfuerzo inútil, provoca melancolía y tendremos que gastarnos en fármacos lo que tendríamos que gastarnos en aliviar las vejigas.
Salamanca no está hecha para mujeres, niños, viejos ni prostáticos, que el resto al menos puede acelerar sus procesos, incluidos los de prepararse para la San Silvestre siempre que no esté apuntado a ella el famoso Policía Municipal que queda siempre entre los cien primeros.
Moraleja, cuando vea una «toilette», entre y alivie que si no lo hace puede sufrir más que los que volvieron de Cuba aunque lo hicieran cantando.
2 comentarios en «El Croniquero vespertino | «Para mear y no echar gotas»»
Ellos son los que nos mean en cualquier lugar y a cualquier hora, pero como dicen que está lloviendo…
No me diréis que el urinario del Paseo Fluvial no es decorativo y muy mono con la cadena alrededor. Os quejáis de todo.