Opinión

Nombres

Al irse acabando el año uno intensifica la memoria de los que se fueron a la trascendencia o siguen por aquí pero también idos de nuestras vidas. Son días de nombres. No me refiero a ese tipo de palabras que hacen referencia a seres o elementos particulares o indefinidos como estados o cualidades.

Tampoco a esos vocablos que designan entidades de muy diversa naturaleza: animales, lugares, puntos temporales, sucesos o eventos u otras entidades materiales e inmateriales. No hablo de nombres comunes y nombres propios, contables y no contables, individuales y colectivos… ni concretos ni abstractos. Hablo y memorizo nombres de personas.

Personas que ocupaban nuestras vidas, que nos acompañaban, con los que amábamos y perdíamos el tiempo y las máscaras- Hombres y mujeres que daban sentido a nuestros afanes y rutinas, que se deslizaban por nuestros cerebros y corazones, que llenaban en parte nuestras soledades y necesidades de cariño. Gente amiga y amada, familiares fieles con los que reíamos o llorábamos sabiendo que no nos juzgarían.

Nombres de carne y hueso con los que pisábamos el cielo y esta tierra, con los que comíamos, dormíamos y hacíamos planes de vivir nuestras vidas aprovechando los tiempos y el espacio. Gente que nos ayudaban a clarear nuestras propias personas, que estaban al lado sin interferir, mirándonos, tocándonos, viajando juntos. Humanos que respetaban nuestros silencios y distancias. Compañeros de gozos, de fatigas, de planes imperfectos, de besos y de abrazos.

Les echamos de menos porque tenían algo nuestro, en sus amenos rostros contemplábamos el mundo y el sentido profundo de las penas, de nuestras más tristes nostalgias.

Ellos y ellas éramos nosotros. Al repicar las campanas en sus despedidas perdimos algo de nosotros mismos, tuvimos que hacer grandes esfuerzos para seguir levantándonos cada mañana. Al repasar sus rostros en las antiguas fotos nos preguntamos donde andarán ahora y si seremos algo para ellos.

Historias y nombres que no hemos perdido del todo. Nos siguen resultando vivos, los encontramos por algunos rincones, permanecen retozando en ciertos sitios. Y en estos días entrañables ocupan sus mismas sillas, huelen sus recuerdos a sus pieles y sus perfumes. Sí, están a nuestro lado. Vivos y muertos, que aún alejados, somos nosotros mismos y de los que no podemos desasirnos.

Yo, como vosotros, tengo muchos nombres escritos en el alma. A veces, al nombrarlos en voz alta se me escapan lágrimas. Suelo estar estos días en silencio, sin escuchar las músicas comunes, sin cantar nuestras canciones mutuas… por no remover tantas tristezas, por no molestar a los que ahora me acompañan. Lo tiro más bien para los adentros.

Y aunque es cierto lo del villancico “y nosotros nos iremos y no volveremos más”, me reafirmo en que iremos con ellos, que son más los que nos esperan que los que nos despiden, que es más profundo y plenificante lo que nos espera que lo que dejamos.

Y que la belleza subsistirá en los recuerdos. Aquél día en que nuestro nombre será –en el olvido- admiración y ejemplo para los que sigan vivos.

Gracias, queridos NOMBRES, por haber existido.

8 comentarios en «Nombres»

  1. muy acertado se .e ha movido elalma y he visto comi imaginacion a mi gente querida q se fue pero esta en mi corazon,gracias compañero

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  2. Queramos o no, sólo somos seres transcendentes e imperfectos que estamos de paso hacia un estado de gozo perpétuo. Mientras tanto, sòlo atisbamos .momentos de alegría que compartimos.con nuestros seres querdios acruales y l con a memoria de los que se fueron y serán.Aaaaaaaaanen!!!

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