Opinión

Numancia, los Macabeos y el 1º de año

Numancia.

A veces el azar facilita la asociación de ideas para presentar a la vez hechos dispares y sin aparente relación, propiciando títulos tan estrambóticos como el apuntado. Espero que este artículo no lo sea tanto.

Resulta que este año la fiesta judía de las luminarias (la Januká), que es movible, coincide prácticamente con el ciclo navideño, desde el 25 de diciembre hasta el 2 de enero. La conmemoración recuerda la rebelión de los hermanos Macabeos contra el dominio del seléucida Antíoco Epífanes, que trató de helenizar a los judíos y suprimir sus ritos y costumbres a mediados del s. II a.C. La victoria de los Macabeos y la reapertura del templo de Jerusalén se evocan con una fiesta y en ella se alumbra en cada casa el candelabro (menorá), que simboliza la verdad y la libertad frente a la opresión y la fuerza bruta. (No sabemos sí Netanyahu y su gobierno genocida celebran esta efeméride: sería un sarcasmo demasiado cruel).

Por la misma época, mientras los judíos resistían a los seléucidas, los numantinos luchaban contra los romanos y hacían morder el polvo a sus legiones en el otro extremo del Mediterráneo. En ambos casos la pugna duró décadas y seguramente los Macabeos tuvieron noticia de los abusos del imperialismo romano en la Península, así como de las rebeliones que suscitó entre los pueblos ibéricos. Eso les pudo servir de ejemplo: la Biblia cuenta que en Palestina se sabía cómo los romanos se habían adueñado de España “para hacerse con las minas de oro y plata, y cómo se habían hecho dueños de todo” (I Macabeos 1:8). Unos 20 años duró la resistencia numantina, que quedó como ejemplo señero de valentía y de amor propio incluso entre los historiadores romanos, que veían ahí una fortaleza moral que Roma empezaba a perder. Más adelante, la historia de Alfonso X llamó a los numantinos los “primeros españoles”.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el inicio del año? Digamos de entrada que este no se relaciona en absoluto con el ciclo navideño, por mucho que el 1 de enero sea la octava de la Natividad y fecha de la circuncisión de Jesús (algo que por cierto ya no consta en los calendarios cristianos). Más bien ocurre que en el año 153 a.C.  el senado romano encargó al cónsul Fulvio Nobilior emprender la primera campaña militar contra la rebelde Numancia. Debía someter con 30.000 hombres y 12 elefantes a los arévacos del alto Duero y a los belos y titos del Valle del Jalón. Tal ejército, descomunal para la época, necesitaba de mucho tiempo para reunirse y desplazarse tan lejos, así que se decidió adelantar el comienzo de año de marzo al 1 de enero (calendae ianuarii) para la toma de posesión de los cónsules y facilitar los preparativos la campaña. Como estos magistrados fijaban el calendario del año de su mandato, en lo sucesivo el 1 de enero quedó como fecha inicial del calendario romano y así ha llegado hasta hoy, junto con los demás rasgos del calendario juliano-gregoriano.

Ya decía Obélix que los romanos estaban locos. ¿A quién se le ocurre emprender una ofensiva en el alto Duero en pleno invierno, cuando hace un frío que se caga la perra, con perdón, y se hielan los ríos, y donde no había más calor que el de los corazones de los numantinos, antes dispuestos a morir que a rendirse? Nobilior volvió a Roma con el rabo entre las piernas y cuando finalmente Escipión, llamado el Africano y el Numantino, casi 20 años después, ocupó la ciudad tras nueve meses de férreo asedio se dice que, despechado, mandó arrasar la ciudad y sembrarla de sal. Pero es leyenda: la arqueología muestra una ciudad romana posterior en el mismo recinto.

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