Para remontarnos a la historia del Casino de Salamanca, tenemos que viajar a una época en la que los casinos eran lugares de tertulia en los que sus socios disfrutaban tanto de bailes como de orquestas, juegos de naipes o mesas de trucos. Es decir, instituciones locales que proveían de cultura a aquellos que allí decidían pasar las horas. Fue bajo este precepto como nació el Casino de Salamanca en la primera mitad del siglo XIX, concretamente en 1864. Así, en ese año, dos de las instituciones culturales de la ciudad (la Sociedad de Recreo y el Casino) se fusionaron para crear esta organización, a manos del marqués del Vado del Maestre, Fernando Fernández de Córdova.
En un principio, el casino se establecería en el último piso del Café Suizo, en la calle Zamora número 2. Este café, desde que abrió sus puertas allá por 1860 como parte de la compañía Franconi & Matossi, se convirtió en el lugar de reunión de la aristocracia salmantina. La instalación del casino en su planta alta no hizo más que fomentar la aglomeración de las familias de alta cuna en la calle Zamora. Por ello, no hizo falta mucho tiempo para que el casino creciera en número de socios, llegando incluso a recibir a Alfonso XII y siendo lugar de reunión de profesores, comerciantes y ganaderos.
Es en 1880 cuando el casino se traslada a su localización actual, en el número 15 de la misma calle, coincidiendo con un momento en el que estaba enfrentando cierta crisis económica. Pese a ello, logró superar la mala racha y continuó cumpliendo con su función de sociedad cultural, implicándose en asuntos como la permanencia en España de las islas Carolinas o la dotación a la ciudad de facultades de Ciencias y Medicina.
Ya a comienzos del siglo XX, la economía del casino alcanza una época de auge económico, motivada en gran parte por el juego que, aunque en aquel momento estaba prohibido, se seguía dando en todas las ciudades de España. Juegos como la ruleta comenzaban a atraer cada vez más atención, no solo por su popularidad, sino también por la necesidad de dominar estrategias, como las que hoy en día se recogen en cualquier guía de estrategia para la ruleta, para maximizar las posibilidades de ganar y la diversión. Gracias a ello, la Junta Directiva pudo hacer frente en 1919 a la compra del palacio de Figueroa, el cual pertenecía a la familia Hurtado de Mendoza. El palacio sería restaurado por el arquitecto Santiago Madrigal, quien logró dotar al edificio de la belleza que a día de hoy lo caracteriza.
Sin embargo, la permisividad que se mostraba con los juegos de azar creó disputas entre los miembros de la Junta Directiva, habiendo quienes se decantaban por una censura total, frente a aquellos que preferían seguir levantando la mano debido a los ingresos que el juego generaba. A esta crisis de pensamiento hay que sumarle la llegada de la Guerra Civil, la cual no provocó la clausura del casino, pero sí redujo considerablemente su actividad social. Aquel lugar en el que años antes se celebraban cenas de sociedad y grandes bailes, pasó a ser la sede de la Delegación italiana y, más tarde, del Hogar del Herido, sirviendo sus instalaciones para tratar de levantar los ánimos de los heridos de guerra a través de meriendas y otras pequeñas celebraciones.
Al terminar el conflicto, el casino volvería a retomar poco a poco su actividad, siendo muy comunes en ese momento las exposiciones de pintura y escultura en sus salones. Así, a principios de la década de los 60, atraería a influyentes artistas del momento como lo fueron Julio Iglesias, Massiel o Los Penequines. Finalmente, en 1977, se inauguró una sala de bingo, la cual tuvo que cerrar veinte años después por las pérdidas económicas que implicaba.
Sin duda, la historia del Casino de Salamanca es una caracterizada por sus altibajos, que asimismo reflejan las diferentes circunstancias por las que tuvo que pasar la ciudad. Sin embargo, desde sus inicios hasta la época actual, el casino siempre ha seguido una misma línea: servir de lugar de reunión cultural a la sociedad salmantina, promoviendo buenos valores y un comportamiento correcto entre sus socios y visitantes. A lo largo de los años, el Casino de Salamanca ha sabido adaptarse a los cambios sociales y económicos, manteniendo su esencia como institución clave en la vida cultural de la ciudad. Desde las tertulias y los bailes del siglo XIX hasta las exposiciones artísticas y eventos contemporáneos, el casino ha sido un ejemplo de cómo una entidad puede evolucionar sin perder su propósito original.