Corría el mes de agosto de 2024. Quedaba aún algún tiempo para Navidad y los Reyes Magos estaban preocupados por como podían afectar las guerras a la logística de su misión. Las guerras ya ni siquiera respetaban altos del fuego en Navidad como sucedía en el pasado. Esto dificultaría mucho llevar regalos a los niños como venían haciendo desde hacía mucho tiempo. Preveían además otro problema añadido: el incremento de los aranceles a juguetes chinos y europeos anunciado por un tal Trump, encarecería mucho las compras y no sabían si el gobernador del Banco de Oriente, un iliberal obsesionado con el déficit, la inflación y los tipos de interés (vamos: un usurero de toda la vida), les facilitaría el préstamo que necesitaban para comprar los juguetes.
Melchor, el más viejo y sabio de los tres, propuso a sus dos compañeros de viaje convocar una conferencia internacional con Papa Noel y San Nicholas, que eran los otros dos grandes distribuidores mundiales de juguetes sin ánimo de lucro (Amazon es otra cosa). También había otros como el Olentzero, el Anguleru, la Befana o Ded Moroz, pero su mercado era minorista, generalmente local, y no tenían los mismos problemas que ellos.
Dada la situación de guerra en Oriente Medio y en Ucrania Papa Noel convoco la reunión en su casa de Rovaniemi, por el momento alejada de las principales guerras. En su viaje hasta Laponia los Reyes Magos tuvieron dificultades para atravesar Palestina y coger un vuelo para llegar al Polo Norte. A San Nicholas le fue imposible salir de Ucrania, donde estaba prohibido ausentarse del país a todos los hombres, independientemente de su edad, y decidió que participaría en la reunión por teleconferencia.
Melchor, Gaspar y Baltasar, acostumbrados al calor de la India, Persia y Arabia, de donde eran oriundos, presintieron que tendrían alguna dificultad para adaptarse al frío de Laponia a pesar de sus grandes botas y sus capas de armiño. Dejaron los camellos en oriente entrenándose para las cabalgatas y el reparto de juguetes y viajaron en avión con una línea low cost que evitaba sobrevolar las zonas en guerra. Cuando llegaron, Baltasar, que toleraba mal el frío porque le producía sabañones, propuso inmediatamente “ir al grano” con la esperanza de volver pronto al calor de Arabia, así que descartaron hacer turismo por el Polo y concertaron la reunión para la mañana siguiente, aunque trasnocharon para ver las auroras boreales como les había propuesto Papa Noel y, de paso, hacerse una foto que inmortalizase aquel momento único.
A la mañana siguiente, sin que San Nicholas llegara a conectarse debido a la caída de la cobertura de internet en Ucrania, por un ataque aéreo a sus líneas eléctricas, analizaron las propuestas colocadas sobre la mesa, sin que ninguna de ellas les llegara a convencer del todo. Después de valorar pros y contras decidieron aceptar la sugerencia de Papa Noel y utilizar las rutas de distribución y los juguetes que tenía almacenados en su silo subterráneo de Laponia. San Nicholas que debía repartir los juguetes el 6 de diciembre y Papa Noel el 24, serían la avanzadilla y les comentarían si habían sufrido alguna incidencia de cara a solventarla para el 5 de enero.
Ante el recrudecimiento de las guerras los Reyes Magos decidieron, para no poner en riesgo su misión y a pesar del frío, permanecer en Laponia hasta el 5 de enero para poder utilizar las rutas de Papa Noel (no sin las protestas de Baltasar que con el frío y sus sabañones estaba un poco gruñón). Como no podrían utilizar los camellos, Melchor pensó que tendrían que sustituirlos por renos voladores y era posible que, para esa fecha, estuvieran agotados después de viajar con Papa Noel solo dos semanas antes.
Papa Noel propuso someter la propuesta a la consideración del comité de empresa de los renos. Rudolph consultó con los otros ocho renos: Dasher, Dancer, Vixen, Prancer, Cupid, Comet, Blitzen y Donner, quienes por unanimidad le aseguraron que para el 5 de enero estarían recuperados si, al volver del viaje con Papa Noel, se les facilitaba una dieta abundante de hojas de sauce y abedul y un suplemento de musgos y Cladonia rangiferina un liquen que tiene muy buen sabor y un alto valor energético. Los elfos se comprometieron a tener acumulados para esas fechas abundancia de los alimentos solicitados. Los renos aprovecharon para pedir otras contraprestaciones laborales que no vienen al caso por afectar a su convenio laboral pero no al desarrollo de este cuento.
Los Reyes comunicaron a sus pajes, que estaban distribuidos por todo el mundo recogiendo las cartas, que informasen a los niños, que solían dejar en sus ventanas agua para los camellos, que este año la sustituyesen por verdura y fruta fresca, especialmente zanahorias y manzanas que eran alimentos apreciados por los renos. Igual comunicación se hizo llegar a los organizadores locales de cabalgatas que, por interés comercial, desoyeron sus propuestas de eliminar caballos y camellos y sustituirlos por renos.
El 6 de enero los niños encontraron junto a sus juguetes una carta, que también habían dejado previamente San Nicholas y Papa Noel a sus niños, en la que les comunicaban que, de mantenerse durante 2025 las guerras era muy posible que no pudieran garantizar sus juguetes, por lo que rogaban encarecidamente a todos los niños del mundo que intercedieran ante sus padres y ante los gobiernos para parar las guerras y también pedirles que, para evitar nuevas guerras, impulsaran leyes que evitasen cualquier tipo de discriminación entre las personas independientemente de su origen, raza, religión o sexo y que, además, prestasen especial atención a defender los derechos de los más pobres y vulnerables, incluidos los inmigrantes. Por decisión de las asambleas de niños la carta fue leída en voz alta en todas las escuelas del mundo al reanudar las clases y remitida posteriormente, correspondientemente firmadas, a los gobernantes del mundo.
Acabadas sus respectivas misiones, San Nicholas, Papa Noel y los Reyes Magos quedaron en reunirse nuevamente en Laponia en el verano de 2025 para evaluar la situación. En esta ocasión, le han pedido al Olentzero, el Anguleru, la Befana y Ded Moroz que hagan todo lo posible para acudir también a la reunión para ofrecer una respuesta lo más global posible.
Miguel Barrueco Ferrero, médico y profesor universitario