Después de violarte o pegarte

El centro Atiendo de Salamanca, primero en ser inaugurado en Castilla y León, ofrece un lugar seguro a mujeres agredidas por maltratadores que se reinventan para permanecer al acecho ante la permisividad social y la falta de educación afectiva
Jesús Formigo / ICAL. Jésica Joaquín Rodríguez es la directora del Centro 'Atiendo' de Atención a Víctimas de Agresiones Sexuales en Salamanca.

Un recibidor diáfano, colores apacibles y, sobre todo, mucha luz. Un ventanal opaco que impide la visibilidad desde el exterior y acceso exclusivamente bajo petición mediante un timbre. Cámaras de seguridad. Algunos espacios para compartir, con mesas altas y sillas varias. Despachos individuales para preservar la intimidad, de ‘tú a tú’. Butacas, mesas bajas, lugares de ‘impasse’. Una cálida sensación de remanso y caras amables, manos amigas. El centro de crisis contra las violencias sexuales de Salamanca Atiendo, en la avenida Rector Esperabé, es el nuevo refugio para mujeres contra una barbarie endémica: la violencia machista en todas sus formas de expresión.

Javier A. Muñiz / ICAL. Más de 12,5 millones de euros de fondos europeos transferidos a Castilla y León para su puesta en marcha. El de Salamanca, puesto en las experimentadas manos de la Asociación Plaza Mayor, fue el primero en inaugurarse, aún en noviembre, en una Comunidad que, como todas, se apresuró a abrir en cada provincia antes de las uvas. Requisito, por cierto, impuesto desde Europa. El presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, y hasta la ministra de Igualdad, Ana Redondo, dieron lustre con su presencia a la puesta de largo. Hoy, las mujeres que atraviesan su umbral se encuentran con un equipo multidisciplinar, comandado por la psicóloga Jésica Joaquín, más que dispuesto a ofrecerles una atención integral.

De facto es exactamente a lo que Plaza Mayor se dedica desde el inicio de su andadura en 1986. Y la violencia contras las mujeres tiene muchas caras: puede ser física o psicológica, pero también económica o sexual. Y algunas nuevas. Una alerta perturbadora: el agresor es capaz de reciclarse con el cínico objetivo de ejercer su dominación pasando desapercibido en los nuevos tiempos. “A día de hoy, la forma de violencia no es como la conocimos hace 15 años, sino que ha mutado, se ha reinventado, porque la sociedad está cada vez más concienciada en este tema y eso ha hecho que los maltratadores tengan que reinventarse también”, advierte a Ical la directora del centro.

Exceptuando los asesinatos, que representan la forma “más cruel” de maltratar a una mujer al quitarle la vida, la violencia física se pueden manifestar, según ejemplifica la psicóloga, «dejándolas encerradas en casa, conduciendo de forma temeraria, agrediéndolas sin dejar marcas, o en lugares donde no son visibles porque, si no, la sociedad se va a alertar”. Esa violencia, apunta, “es cada vez es más invisible inicialmente y hace que en muchas ocasiones sea difícil de detectar o de denunciar porque no se reconoce en un parte de lesiones que permite una prueba mucho más objetiva”.

Jesús Formigo / ICAL. Jésica Joaquín Rodríguez es la directora del Centro ‘Atiendo’ de Atención a Víctimas de Agresiones Sexuales en Salamanca.

Lo cierto es que hubo un acontecimiento que marcó “un antes y un después”, recuerda, en la relación de la sociedad española con la violencia hacia las mujeres. La violación de cinco hombres a una mujer durante la madrugada del 7 de julio de 2016 en Pamplona: el famoso caso de ‘La Manada’. “A partir de ahí se puso el foco en la violencia sexual. Siempre ha existido, pero era muy tabú. Ahora se ha abierto un espacio para que las mujeres podamos hablar con cierta libertad, o con no tanto miedo, sobre las violencias sexuales que podemos sufrir, que algunas son muy sutiles y están muy normalizadas, pero que siguen siendo una forma de violencia. Y hay otras que son mucho más agresivas o más peligrosas y más intensas y que son las que más se conocen habitualmente”, resume.

La Ley Orgánica de Garantía de Libertad Sexual, promulgada tras el caso, es la normativa que recoge la obligatoriedad de apertura de estos centros de crisis en cada una de las provincias del país. En Castilla y León, a mayores, se ha creado una línea de atención telefónica gratuita, o vía ‘WhatsApp’, durante las 24 horas, donde las mujeres pueden informar de lo que les está pasando o de lo que les ha podido pasar en otro momento de su vida pasada. “Nosotras lo que hacemos es un momento de acogida, de escucha y de valoración de su situación para ofrecerle la ayuda que requiera”, apostilla.

A menudo las mujeres que sufren cualquier tipo de agresión desconocen los protocolos a seguir y los recursos que tienen a su alcance. “Lo que intentamos es que estén acompañadas en todo momento y evitar que lo tengan que contar y contar, que eso se reduzca al mínimo. Si necesita acudir a poner una denuncia o necesita ir a un hospital, se lo gestionamos y la acompañamos para que ese proceso sea mucho más fácil”, explica. Sobre todo, matiza, se trata de que, en un momento así, no se sientan solas. “En muchas ocasiones están bloqueadas y no son capaces de entender ni lo que está pasando ni la información que están recibiendo de diferentes profesionales. Es facilitarle todo ese proceso en la medida de lo posible”, insiste.

Los últimos datos, de 2023, apuntan que la Asociación Plaza Mayor atendió un total de 197 casos. Según matiza Joaquín, los dos centenares es cifra recurrente a lo largo de los últimos siete años. Lo que ha cambiado, eso sí, es el perfil de las víctimas. “Cada vez atendemos a chicas más jóvenes, en edades de 20 a 35 años, que hace 15 años era muy puntual. Era más habitual la mujer casada con hijos y de 45, 50 años. Y algo que sí marca mucho la diferencia, es que antes normalmente las mujeres venían sin trabajo o eran dependientes económicamente de su pareja. Ahora hay un porcentaje alto de mujeres que son independientes y con estudios. Entonces eso les da una mayor libertad a la hora de romper una relación”, comenta.

Jesús Formigo / ICAL. Jésica Joaquín Rodríguez es la directora del Centro ‘Atiendo’ de Atención a Víctimas de Agresiones Sexuales en Salamanca.

No obstante, a veces resulta complicado discernir si una víctima está siendo, o no, agredida, especialmente en el seno de una pareja consolidada. “Se supone que yo, como mujer, tengo que tener la obligación de mantener relaciones sexuales independientemente de mi deseo, mi placer o lo que yo quiero hacer en este momento. Eso hace que muchas de las mujeres no identifiquen que ciertas prácticas sexuales en realidad son una forma más de violencia, porque las hacen por miedo a que él se enfade, por miedo a que él se vaya con otra, por miedo a que le deje de querer. Entonces, ahí es muy difícil de identificar esa violencia sexual”, advierte.

También ocurre con violencias sexuales de más baja intensidad. que a veces no se identifican y otras no se cuentan porque están más aceptadas socialmente. “El que tú vayas por la calle y un hombre que no conoces de nada te diga un piropo o te toque el culo pues es algo que pasa desapercibido, no se le quiere dar importancia, pero en realidad esa persona está haciendo algo sin tu consentimiento y sin que tú le hayas pedido nada”, añade, poniendo el foco, especialmente en los más jóvenes. “Se están viendo prácticas no solo de riesgo, sino donde no hay comunicación, ni placer, ni deseo, solo una relación puramente física. La parte de sentimientos, de cómo yo me siento, de mi auto imagen, de cómo yo me percibo no se valora porque no se ha enseñado tampoco. Muchas chicas están accediendo a prácticas simplemente por tener una valoración desde un hombre”, lamenta.

En este punto, la psicóloga explica que existe un área preventiva en la que no se trabaja, sino que, por desgracia, se tiende a actuar “cuando ha sucedido algo terrible”. Se debe poner el foco, en su opinión, en sensibilizar y educar. “Hablar de sexualidad y de educación afectivo-sexual sigue siendo un tabú. En cualquier lugar donde vayas a dar una charla es cuidado a ver de qué vas a hablar porque parece que vayas a fomentar que tengan más relaciones sexuales y ya las tienen. Pero la gente adolescente y joven está muy desinformada en estos temas, Apenas tienen información y la que tiene viene de un área que es muy peligrosa y muy tóxica que es sobre todo la pornografía”, lamenta.

En este sentido, considera que la sociedad está estancada y que no avanza en la dirección correcta. “Las únicas charlas que se dan son de métodos anticonceptivos y de infecciones de transmisión sexual, que sí que hay que educar esto, pero creo que sería mucho más importante también educar en cómo yo me percibo, cómo me comunico, cómo sé lo que me gusta, lo que no me gusta, qué es el placer, el deseo, la atracción”, añade. 

Jesús Formigo / ICAL. Jésica Joaquín Rodríguez es la directora del Centro ‘Atiendo’ de Atención a Víctimas de Agresiones Sexuales en Salamanca.

Por otro lado, pide centrarse en la educación del hombre para evitar que se convierta en un agresor. En su opinión, a menudo se promueven campañas en las que el foco se pone en la mujer, como víctima, y no en el hombre, como “el malo de la historia que nunca se ve señalado, “Tenemos que trabajar, sobre todo con las generaciones que vienen, para que sepan identificar que esto no les hace más hombres y que no tienen derecho a realizar ciertos comportamientos sobre las mujeres», insiste, defendiendo en último término que la nueva legislación, en ningún caso, restringe derechos, solo combate privilegios. Al fin y al cabo, concluye, “feminismo es igualdad”.

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