Opinión

De lo divino y lo humano

Un desayuno completo. Fotografía. Pablo de la Peña.

Recuerdo un bar de carretera, donde habitualmente hacíamos parada a medio camino entre Salamanca y Madrid, tenía una enorme barra repleta de bollería industrial y decenas de tazas boca abajo emparejada cada una con su plato, esperando que alguien se sentase en el taburete giratorio para desayunar. Eran años en los que aún quedaba algún peaje, para llegar a la democracia.

El desayuno habitual era café con leche para los mayores y Cola Cao para los niños, algo para mojar y un zumo de naranja con el manual de uso colgado en la pared: Zumo de naranja recién exprimida, tomar en menos de tres minutos para que no se vayan las vitaminas. No sé dónde se irían las vitaminas pasados tres minutos, pero beber rápido el zumo era la prioridad del desayuno.

Desconozco si este consejo que trasciende mi infancia, y todavía hoy podemos escuchar, es cierto o falso, pero me ha acompañado toda la vida y aunque sea un bulo por lo menos no hace daño, algún día probaré a tomar el café antes que el zumo y os diré, si se fueron las vitaminas o se quedaron en el fondo del vaso, esperando el último trago.

No hay nada como la voz de la experiencia y hablando del café mañanero yo puedo aportarte este consejo con conocimiento de causa, que espero te sirva para el presente y el futuro cuando quieras hacer una fotografía en las primeras horas del día, con esa luz que tiñe de intenso ámbar la piedra que habla de la historia de Salamanca.

Aquí va. Si vas a pasear a primera hora con la cámara al hombro esperando que la mística de la soledad te salga al paso en estos días de invierno y de repente la magia del momento posa el vuelo ante tu mirada, te recomiendo parar, respirar hondamente, vivir el instante antes de fotografiarlo, retener el silencio, sentir la emoción de ese pellizco en el estómago y no haber tomado el café de las 8.30 horas.

En fotografía, estos momentos de hadas se pueden ir también en tres minutos, si decidiste tomar el primer café del día antes de empezar el paseo… De repente, la magia ya no estará en la fotografía, si no en el GPS que te indiqué donde se encuentra el bar más próximo e iniciaras el camino a paso costalero, implorando ayuda al Cristo del apuro para alcanzar presto el trono deseado.

Y al llegar gritaras: ¡Aleluya! Por superar con éxito este trayecto de tres minutos, que separan lo divino de lo humano.

1 comentario en «De lo divino y lo humano»

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