José Luis Núñez Solé tiene un espacio en Salamanca. Quizá no reconozcas su nombre, quizá sí, lo que es seguro es que has pasado por delante de obras que llevan su firma y has entrado en templos donde su creación está presente en paredes y altares, porque José Luis Núñez Solé es, de los artistas siempre hay que hablar en presente porque queda su obra, uno de los grandes escultores que ha dado Salamanca.
Tomás Gil y Juan Andrés Martín idearon una exposición de su obra en el Museo Diocesano. De aquí surgieron charlas, visitas, paseos, encuentros… que han dado para realizar un libro donde se reexamina la obra de Núñez Solé desde distintos enfoques: El familiar gracias al testimonio de sus hijos, el artístico, el histórico… Núñez Solé es uno de los grandes por calidad, profundidad y productividad de su obra. ¡Cómo habría evolucionado el artista si no hubiera muerto a los 46 años!
Obras suyas se encuentran en multitud de lugares de Salamanca como en el friso de la Facultad de Ciencias, en la calle Toro, en la plaza de los Bandos, justo encima de la entrada de la tienda de Fely Campo, en la entrada de la sede de UGT. Sin olvidar las creaciones que se disfrutan en iglesias como Fátima o María Mediadora. Son muchas las piezas o conjuntos escultóricos que atesora Salamanca de este gran escultor.
“Para nosotros es una gran alegría, satisfacción, porque para un artista lo más importante es su obra y su memoria. Mientras hablamos de nuestros amigos o padres están vivos, si encima eres artista, habla su obra y nosotros”, explica Amparo Núñez, hija mayor y se podría decir la albacea de la obra de su padre.
Amparo es la mayor de los tres hijos de José Luis Núñez Solé y Pepita López, también han participado en la elaboración del catálogo que se presentó en El Casino sus otros dos hijos, Elena y José Luis. Para los tres, este año y su culminación en el libro les ha proporcionado una “gran satisfacción”.
Durante el pasado año, Amparo Núñez abrió muchas cajas, carpetas, cuadernos, portafolios… con todo ello, ordenó y descubrió datos, fechas, lugares que quizá estaban en el rincón del olvido o quizá nunca antes las había conocido. “La balanza del año es positiva. Me he cargado de positividad. He descubierto muchas cosas leyendo recortes de periódico que guardó mi abuelo”, comparte Amparo Núñez.
Entre ellas, que la primera exposición que hijo Núñez Solé fue en El Casino con 20 años, cuando no había acabado Bellas Artes. “Sabía que había empezado temprano, pero meterme en la cabeza de un joven de 20 años, que está estudiando y se atreve a hacer una exposición individual… Era insólito. Ese tipo de detalles, los he descubierto este año”, matiza.
Amparo Núñez define a su padre como un gran trabajador, porque tiene una obra inmensa y murió muy joven. «Tenía una ilusión brutal por su profesión, echaba todas las energías en algo que teóricamente no te da una satisfacción inmediata, no produce riqueza… porque el arte no es imprescindible para vivir, no te da de comer», bromea Amparo Núñez.
Su padre trabajo todo tipo de materiales. «Utilizaba la fábrica de materiales de mi abuelo o cualquier otro elemento. Era creativo y con una imaginación brutal. Eso ha sido muy enriquecedor para nosotros, como hijos», puntualiza.
Detrás del artista está su mujer: Pepita López. “Mi madre no estuvo detrás, estuvo al lado. Tengo una teoría de las parejas de los artistas, o son facilitadores o entorpecedores, mi madre era facilitadora. Se fue a la fila dos y dejó que el ego del artista surgiera y lo hizo crecer. Mi madre se ocupó de toda la intendencia del hogar. Todo lo favorecía, hasta las cosas más inverosímiles”, apunta Amparo.
Entre esas situaciones increíbles, Amparo recuerda que en un viaje que podría resolverse en cuatro horas, con su padre duraba el doble, porque se iba parando en todos los lugares que le resultaban interesantes. “Mi madre aguantaba eso con una paciencia oriental. Era una persona brutal, muy cariñosa y generosa. Eso también es una herencia buenísima”, concluye Amparo Núñez López.