Opinión

La sanidad y el escarabajo de Kafka  

Un médico con un fonendoscopio. Imagen. Unsplash

Vaya por delante que en general tengo buena consideración del personal sanitario, que viene afrontando airosamente situaciones muy difíciles en los últimos años. Creo también que el sistema sanitario es una de las conquistas históricas de la sociedad española y que es en él donde mayor impacto positivo tienen los avances científico-técnicos, mejorando la prevención, las diagnosis y las terapias.  

Sin embargo, no sé por qué me ha venido a la memoria el relato de La metamorfosis de Kafka al pensar en mi historial clínico de los últimos años, relacionado con los seguros médicos contratados por Muface. En el relato de Kafka se imagina a un viajante de comercio que amanece en su habitación transformado en un gran escarabajo. Luego sigue la penosa vida de ese bicho consciente, con sus impotencias, sus heridas, su invalidez apenas asistida y su ansiedad, que termina en la desesperación y en la muerte. Mi experiencia está muy lejos de ese tremendismo, pero no deja de tener notas kafkianas. 

El último episodio ocurrió el pasado día 8, cuando fui a un conocido hospital salmantino para un TAC, esa auténtica maravilla endoscópica. Aunque tenía cita tuve que esperar tres horas y ver, entre otras cosas, cómo una señora mayor que venía de urgencias no podía ser atendida porque el seguro (DKV) no respondía a las repetidas llamadas de su hija para lograr la autorización. Al final hubieron de recurrir a la dirección del hospital. En mi caso, no fue fácil recoger los resultados del TAC. En cosa de días, el hospital ya no custodia la documentación médica, una vez que el centro ha sido adquirido por HM Hospitales, pero el teléfono de esta empresa no responde ni, en principio, fue posible registrarme para pedirlo por internet. Por suerte, el médico sí pudo acceder a ello, aunque me dijo que aún no le habían pasado los historiales. 

Por su parte, los seguros sanitarios que quieren romper con Muface llevan mucho tiempo haciendo la vida imposible a los usuarios, retardando las autorizaciones. Es una experiencia por la que he pasado más de una vez (me consta que también otros) y por ello en una ocasión tuve que adelantar de mi bolsillo el pago de una operación grave poco antes de entrar en el quirófano. También influyó en la desagradable experiencia de una colonoscopia sin anestesia. Etcétera.  

No son casos excepcionales y por eso escribo esto. El estrés que origina la tramitación de las pruebas y de los permisos, la ocasional tardanza en la atención, los irresponsables (que los hay, como en todas las profesiones) y la falta de comunicación fluida con los seguros médicos sin duda contribuyen a empeorar la situación clínica y sicológica del paciente y de ahí, creo, me vino el recuerdo del escarabajo kafkiano, con su desvalimiento y su ansiedad. 

A pesar de todo, deben prevalecer la esperanza y la gratitud al personal sanitario. Si seguimos alentando es gracias a ellos y, como dice el Libro, “más vale ser perro vivo que león muerto”. 

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