Se estima que 3,5 millones de personas en España sufren pobreza energética, por lo que tener su vivienda a una temperatura adecuada durante el invierno queda fuera de su poder adquisitivo. Además, gran parte de los hogares no están preparados para el frío, pues su aislamiento térmico es deficiente. Una solución más asequible podría ser la instalación de unas cortinas adecuadas. Y, para aprovechar las horas de luz en las habitaciones, la combinación de cortinas tupidas con otras translúcidas sería la estrategia idónea para seguir ahorrando.
Al colocar cortinas en el interior de una vivienda, el espacio entre la tela y el cristal de la ventana se convertiría en una barrera que reduciría la convección, como si se tratara de una capa aislante compuesta de aire que evitaría perder el calor en las estancias. El aire caliente, que se pierde a través de los marcos de las ventanas con mal aislamiento, quedaría así a salvo y podría reducir la pérdida de calor en un 10 por ciento, algo que también se potenciaría agregando persianas enrollables.
Los expertos aconsejan elegir telas gruesas para que las cortinas protejan mejor la casa del frío. Así, las confeccionadas con lana, terciopelo o materiales que incluyan revestimiento término serían más adecuadas que las de algodón o lino. Estas, al ser de materiales más livianos, pueden mejorarse si se les añade un forro término. En el mercado existen ya cortinas aislantes y reflectantes, creadas para proteger los hogares de temperaturas excesivamente bajas, o incluso elevadas.
Sin embargo no todas las opciones son válidas para las distintas estancias, ya que en las ventanas orientadas al sur, lo recomendable es colocar cortinas que dejen pasar los rayos del sol y acumulen su calor, mientras que, para las situadas al norte, serán mejores los materiales pesados.
