Mientras el PSOE de Castilla y León aguarda la celebración del congreso de Palencia que entronará a Carlos Martínez como nuevo líder del partido en esta comunidad, el PP ha aprovechado el mes de enero para “engrasar” (sic) su maquinaria electoral. No quiere ello decir que vayan a celebrarse elecciones de inmediato, circunstancia descartada en la actual coyuntura; simplemente ocurre que, a lo más tardar, de agotarse la Legislatura, volveremos a las urnas en poco más de un año.
Por las encuestas internas que maneja, Fonsi Fernández Mañueco es consciente de que aquellas expectativas (coincidentes con ruptura del pacto de gobierno con Vox en la Junta) que situaban al PP al borde de una mayoría absoluta, se han esfumado por completo. Pese a su extravagante y atrabiliaria oposición, el partido de Santiago Abascal -y menciono a Abascal porque sus cabezas visibles aquí, ya sea Juan García-Gallardo (Ga-Ga jr.) o Carlos Pollán, son actores políticos irrelevantes, sustituibles desde la calle Bambú por quien se le antoje al caudillo ultra- ha remontado posiciones, recuperándose después de la dana de Valencia de aquel bache coincidente a su vez con la irrupción de Alvise Pérez, para quien se ha acabado la fiesta casi antes de empezar a disfrutarla.
De haber elecciones en estos momentos, Vox mantendría, escaño arriba escaño abajo, su actual representación parlamentaria, lo que obligaría al PP a intentar recomponer su fracasado pacto con la ultraderecha o a gobernar en solitario y sin poder aprobar Presupuestos ni sacar adelante por sí mismo ninguna iniciativa parlamentaria. Un panorama que, como he comentado en anterior ocasión, puede situarnos el día después de acudir a las urnas en un auténtico “día de la marmota”.
Ante lo cual, Fonsi ha decidido ponerse en modo electoral sin esperar un minuto más. El pistoletazo de salida en el partido ha sido la pasada reunión de la junta directiva autonómica, órgano que concentra la mayor concentración de cargos públicos por metro cuadrado del mundo mundial. Veo las fotos y no consigo identificar ni a un solo asistente que no disfrute de sueldo, estipendio o sinecura con cargo al erario público. Para reforzar el mensaje, Mañueco ha elevado a rango de coordinadores a dos de los vicesecretarios autonómicos del PP, Raúl de la Hoz e Isabel Blanco, el primero responsable de Organización interna y la segunda de Acción política. Dos nombramientos puramente simbólicos, puesto que ambos desempeñaban sobre el papel esas responsabilidades desde sus respectivas vicesecretarías.
Difícilmente van a poder volcarse ambos en la tarea interna cuando el primero tiene que atender sus obligaciones como eurodiputado y la segunda no puede descuidar su doble función de consejera de Familia y vicepresidenta única de la Junta. La lectura es que Mañueco ha querido dar una palmadita en la espalda a De La Hoz, cuya salida hacia el Parlamento Europeo tuvo bastante de patada hacia arriba, al contrario que en el caso de Blanco, cuyo ascenso “orgánico” refuerza a la número dos de la Junta como primera opción de Mañueco de cara a su futura sucesión.
Pero la verdadera palanca electoral activada por el PP no discurre en el seno del partido sino en las administraciones públicas en su poder, comenzando por la Junta, continuando por las Diputaciones -todas en sus manos, excepto la de León- y concluyendo en todos los ayuntamientos y entes locales bajo su control. El electoralismo prima ya con descaro en toda la acción de gobierno de la Junta y en la agenda de su presidente, trufadas ambas de un tufo propagandístico que echa para atrás.
Buen ejemplo de ello ha sido la reciente firma del llamado “Pacto por las familias de Castilla y León” acordado con 45 entidades del Tercer Sector. ¿Hacía falta una puesta en escena como la montada en el monasterio de Prado para publicitar ese pacto? No hablemos ya del torrente de planes, programas y anuncios de todo tipo en marcha sin disposición presupuestaria para llevarlos a cabo. La carencia de unos nuevos Presupuestos que ni siquiera se ha atrevido a presentar no parece óbice ni cortapisa para que la Junta venda humo al por mayor a lo largo y ancho de la comunidad autónoma.
Carlos Martínez y sus errores de bulto.- Pese a gobernar en minoría y sin iniciativa parlamentaria, Mañueco y la Junta van a lo suyo, el electoralismo puro y duro, mientras el primer partido de la oposición sigue ocupado en la recomposición interna que lleva aparejada el cambio de liderazgo en su cúspide autonómica. Y si bien es verdad que, tras echarse a un lado Luis Tudanca, el relevo no ha sido traumático, también lo es que Carlos Martínez está incurriendo en algunos errores de bulto que están lastrando desde el principio su propio despegue como máximo dirigente del partido y virtual candidato a la presidencia de la Junta.
La comparecencia conjunta de ambos para escenificar ese relevo no traumático, junto a la continuidad -temporal, pero sine die- de Tudanca en la portavocía del grupo socialista de las Cortes, han transmitido una sensación de “bicefalia” que opera en claro detrimento de la proyección que necesita Martínez. Dicho error puede corregirse, y pienso que se corregirá, tras el previsible reajuste en la dirección del grupo a llevar a cabo inmediatamente después del congreso de Palencia. De superior envergadura es el error de Martínez de aferrase a la alcaldía de Soria hasta que no tenga más remedio que renunciar a ella, lo que le llevaría a mantener el cargo municipal hasta que, celebradas las elecciones autonómicas, recoja su acta de procurador. Compatibilizar todo este tiempo su labor como alcalde con el despliegue que requiere el lanzamiento de su candidatura y la alternativa de gobierno que conlleva, supone una autolimitación absolutamente letal para sus posibilidades.
Algo incomprensible, máxime cuando al disponer de mayoría absoluta en el ayuntamiento, podría -y debería- ceder el testigo municipal desde ya mismo a otro edil socialista que pueda consolidarse desde la alcaldía como próximo candidato en las elecciones municipales de 2027. Y debería hacerlo por propia consideración a la ciudad de Soria, que no merece que su alcalde no lo sea con plena dedicación. Disponiendo como máximo de un año para afianzar su liderazgo en el partido y lanzar su oferta política como candidato socialista a la presidencia de la Junta, afrontar ese reto a tiempo parcial supone competir en absoluta inferioridad frente a un Mañueco que, después de casi seis años al frente de la Junta, dispone de antemano de todos los resortes a su favor que le proporciona el ejercicio del poder.
Por ello, si no quiere arruinar sus posibilidades, tan pronto se celebre el congreso autonómico del partido, Martínez debe renunciar a la alcaldía de Soria para volcarse en cuerpo y alma a la ardua tarea de construir e impulsar la alternativa socialista a un partido que en 2025 va a cumplir 38 años, repito 38, apalancado en la Junta de Castilla y León. Es de cajón de madera de pino soriano.