Hablemos de suicidio, primera causa de muerte entre niños y adolescentes

Un estudio de la USAL e IBSAL detecta un aumento preocupante del riesgo de suicidio en niños y adolescentes tras la pandemia
Un joven sentado cubriéndose la cabeza con las manos y una capucha. Imagen de Wokandapix en Pixabay

Investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL), la Universidad de Salamanca (USAL) y el Complejo Asistencial Universitario de Salamanca (CAUSA, Sacyl – Junta de Castilla y León) han evaluado la evolución del riesgo de suicidio en niños y adolescentes en el servicio de Urgencias tras la pandemia y los resultados arrojan un aumento preocupante en 2022 respecto a 2019.

El estudio, liderado por Jesús Pérez Sánchez-Toledo desde el grupo PRevención e INtervención Temprana en Salud Mental (PRINT) del IBSAL, y publicado en la revista de alto impacto Healthcare, revela, entre otros datos, que las conductas suicidas en esta población se multiplicaron por cuatro en diciembre de 2022 en comparación con los tiempos previos a la covid-19, y es posible que sigan aumentando.

En concreto, de los 316 menores de 18 años que fueron vistos por los servicios de psiquiatría de guardia en el hospital de Salamanca durante los tres periodos de tiempo, 78 fueron atendidos en 2019, 98 en 2021 y 140 en 2022, lo que muestra esta demanda creciente de la atención urgente en la salud mental infantojuvenil.

De todos los pacientes atendidos, con una edad media de 15 años y con un porcentaje de mujeres que duplica al de hombres, la proporción de los que mostraron ideación suicida aumentó significativamente cada año: más de la mitad expresaron estos pensamientos en 2022 cuando en 2019 este porcentaje fue un 25%. Y si hablamos de cifras totales, 79 pacientes presentaron riesgo de suicidio en el último año analizado frente a los 19 que lo hicieron en la prepandemia, es decir, cuatro veces más. Y aunque este aumento no fue tan abultado en las conductas de autolesión, casi el 48% de los pacientes atendidos en urgencias en 2022 se habían autolesionado frente al 33% registrado tres años antes.descripción Gráfico creado por los investigadores del IBSAL para el estudio.

Como indica Jesús Pérez, este trabajo, que no ha incluido los datos relativos al año 2020 dadas las dificultades para rastrearlos durante una crisis de salud pública sin precedentes, arroja “una subida exponencial” de la atención de menores con ideas suicidas, y “aunque hemos utilizado la pandemia como referencia, no sabemos si esta tendencia ya venía de antes o se ha acelerado, y si responde a los nuevos hábitos de la juventud relacionados, entre otros factores, con el uso equívoco de redes sociales y el fácil acceso a información no deseable”.

Lo que explicaría, además, fenómenos cada vez más prevalentes en nuestro país como las autolesiones, que, como expone el investigador principal del estudio, “estaban más extendidas en Reino Unido hace años cuando en España eran algo puntual, pero ahora ya estamos a la misma altura tras poderse haber producido un proceso de contagio cultural debido al inmediato acceso a la información o a las modas de cualquier país del mundo”.

En la misma línea, Ana Maciá-Casas, médico psiquiatra del Equipo de Salud Mental infanto-juvenil de Salamanca y primera autora de este estudio, asegura que, aunque esta tendencia creciente en torno a las ideas suicidas ya se ha visto en otros trabajos, también en adultos, “tras la pandemia se ha disparado”. Ello pudiera deberse a “múltiples factores socioeconómicos asociados que repercuten a nivel psicológico, ya no solo en los niños y adolescentes, sino también en sus familias”.

Según su experiencia clínica, y a falta de analizar los datos de 2023 de los menores atendidos en urgencias por problemas de salud mental, la situación no ha mejorado, y “esto es solo la punta del iceberg”.

Con todo, el artículo publicado concluye que se necesita más investigación para comprender los posibles factores involucrados en esta tendencia ascendente sostenida, que puede estar relacionada con el impacto a largo plazo de la pandemia en nuestras poblaciones más jóvenes o verse agravada por este. “Esta comprensión debería ayudarnos a desarrollar iniciativas y ajustes en los sistemas de atención sanitaria para prevenir un mayor deterioro de la salud mental de más niños y jóvenes”, añade el estudio.

Para contribuir a ello, el grupo PRINT del IBSAL ya tiene en marcha otros dos proyectos de investigación a nivel nacional e internacional, que, junto con el anterior estudio, forman parte de la tesis doctoral de Ana Maciá-Casas. El primero de ellos abordará si también existe un incremento en el uso de psicofármacos en la población infanto-juvenil durante los últimos cinco años. Para abordarlo, propondrán un estudio con datos de BIFAP (Base de datos para la Investigación Farmacoepidemiológica en el Ámbito Público) de la AEMPS (Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios); el objetivo es también dilucidar si esos medicamentos están correctamente indicados para este colectivo o si se prescriben porque no hay otras opciones de tratamiento no farmacológico accesibles para esta población.

El segundo trabajo, muy relacionado con el abordaje necesario y pendiente a nivel global de este deterioro manifiesto de la salud mental entre los jóvenes, revisará cómo los sistemas sanitarios de todo el mundo se están adaptando a este nuevo escenario y de qué manera ese conocimiento se puede aplicar en Salamanca o en el resto del territorio nacional.

En España todavía no existe una estrategia nacional contra el suicidio, y ya es la primera causa de muerte entre los jóvenes”, afirman los investigadores, quienes apuntan a la prevención y al tratamiento precoz como claves fundamentales para abordar este problema, mucho más teniendo en cuenta que detrás pueden subyacer trastornos mentales graves.

“La mayoría de estas enfermedades empiezan a edades tempranas y la idea autolítica no suele ser algo aislado, sino que probablemente ya exista una patología subyacente. Cuando diagnosticamos esquizofrenia, trastorno bipolar o depresión grave y analizamos retrospectivamente, ya vemos como este trastorno se iba forjando desde edad temprana y quizá hubo una visita a algún dispositivo asistencial por posibles problemas emergentes de salud mental a la que no se le dio la suficiente importancia”, concluyen.

Artículo de referencia:

Maciá-Casas, A.; de la Iglesia-Larrad, J.; García-Ullán, L.; Refoyo-Matellán, B.; Munaiz-Cossío, C.; Díaz-Trejo, S.; Berdión-Marcos, V.; Calama-Martín, J.; Roncero, C.; Pérez, J. Post-Pandemic Evolution of Suicide Risk in Children and Adolescents Attending a General Hospital Accident and Emergency Department. Healthcare 2024, 12, 977. 

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