Opinión

Las gafas múltiples de Fernando Arrabal

En sus esporádicas visitas a España, Fernando Arrabal suele lucir dos o más pares de gafas sobre los ojos, la frente y el cráneo, no se sabe bien por qué. Andreu Buenafuente, que le ha entrevistado alguna vez, dice que “es una manera de explicar que estamos ante un bicho raro” y el mismo Arrabal indica que es para ver a España “cada vez mejor”. A mí, por asociación de imágenes, esas gafas me recuerdan la multitud de ojos que aparecen en las alas de los ángeles en algunos frescos medievales, simbolizando la sabiduría divina, que lo ve y lo sabe todo. Arrabal no llega a tanto, pero como buen surrealista lo que nos está indicando es que en este mundo hay realidades más allá o más acá de lo que los demás mortales vemos con nuestros ojos y anteojos simples y nuestro razonamiento cartesiano; cosas que él ve con sus lentes extra y su intuición genialoide.

Arrabal apenas era conocido en España hasta que apareció en un programa de TV de otro Fernando: Sánchez-Dragó, otro que tal, para hablar del “mineralismo” (algo así decía, por milenarismo). La cosa dio que hablar, pues Arrabal apareció en el plató con una trompa como general, tambaleándose y sin dejar hablar a los demás. Hay que recordar que los surrealistas -y Arrabal es quizá el último de ellos- se manifiestan tanto con sus obras artísticas como con sus poses, declaraciones y apariciones públicas, tendentes a provocar y subvertir las buenas maneras y los valores establecidos. La aparición en la tele que comentamos iba en ese sentido, aunque no fue muy original, pues Charles Bukowski, notorio borrachuzo, había hecho antes una performance semejante en un programa cultural de la TV francesa.

Lástima que el show de Arrabal impidiera hablar, aunque fuera de pasada, de otros temas. Se da el caso de que los padres de Arrabal y de Sánchez Dragó sufrieron un destino parecido al empezar la Guerra civil, cuya evocación hubiera servido al conocimiento histórico para la audiencia. Sánchez Monreal, padre de Sánchez Dragó, fue asesinado en Burgos tras ser sacado de la prisión en 1936. Su único “delito” era haber sido periodista en medios republicanos. El padre de Arrabal, capitán destinado en Melilla, fue condenado a muerte por no haberse sumado a la sublevación contra la II República el 17 de julio. Conmutada la pena por cadena perpetua, en la inmediata posguerra “desaparece” tras fugarse de un hospital, también en Burgos. Arrabal ha evocado con respeto la imagen de su padre; no así Sánchez Dragó, que llegó a comparar a su progenitor con José Antonio en una infame “novela”.

Cambiando de tema, a lo que vamos: que no hacen falta gafas para ver lo que sí han captado la Diputación y el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo: sería muy interesante en su momento que Arrabal les cediera el patrimonio artístico que alberga en su casa de París, dónde custodia obras de Picasso, Miró, Dalí, Botero y otros, así como un impresionante garrote vil. Ciudad Rodrigo tendría “el referente mundial de la cultura”, según Arrabal, con un Museo del Surrealismo alojado en el de Palacio de los Águila. El no muy lejano Museo del orinal, también único en el mundo, sería un complemento idóneo para esa oferta cultural única.

Deja un comentario

No dejes ni tu nombre ni el correo. Deja tu comentario como 'Anónimo' o un alias.

Te recomendamos

Buscar
Servicios