Hablar de dinero puede ser muy divertido. Isabel Martín, directora general de Caja Rural de Salamanca habla de dinero, de oportunidades, de experiencia, de caminos que en un momento determinado cambiaron de rumbo y no pasó nada, fue mejor. La conversación con Isabel Martín fue todo esto, porque fue pausada.
Lo primero enhorabuena por la cuenta de resultados que ha obtenido Caja Rural de Salamanca este año. Me permite hacer un chiste fácil. ¿La banca siempre gana?
No. Hemos pasado un tiempo muy delicado con los tipos de interés en negativo que nos han colocado en una situación francamente difícil. Todavía miro atrás y no soy capaz de saber cómo nos hemos reinventado de tal manera para hacer frente a esa situación.
Inténtelo.
En un escenario en el que no puedes cobrar por lo que estás prestando, más que por lo que estás recibiendo, no se gana.
¿Cuánto cotiza la profesionalidad para alcanzar un beneficio neto de 30,48M€ en 2024?
Todo. En el caso de Caja Rural es un mix de profesionalidad, cercanía y prudencia. Con eso se consiguen resultados, porque nuestra banca actual exige estar al nivel de los mejores. Para ello, hay que tener una plantilla sumamente profesionalizada. Lo demás son las ventajas diferenciales de cada entidad y, en nuestro caso, la cercanía y la confianza de nuestros clientes.
¿Hay algo de azar en esos 30,48M€?
Lo mismo que impulsa los resultados de todas las entidades, una subida de tipos que hace que el margen de intermediación sea mejor que ha sido en los últimos años. Es cierto que este resultado no será repetible el año que viene, porque los tipos no van a evolucionar hacia arriba, como mucho será plana o hacia abajo. Pero, eso no es azar, hay que prever, tener el balance orientado a la subida de tipos, si no lo tienes o lo tienes invertido en tipos fijos, la subida no te afecta. Por lo cual, ¿ese azar? Creo que en la previsión de futuro no está.
Les necesitamos para crecer ¿Cómo cree que ve la sociedad a las entidades bancarias?
No tengo claro que la sociedad perciba esa necesidad de las entidades financieras para el crecimiento…
Pues son muy necesarias, sin su dinero, es difícil crecer.
Eso me preocupa. Ha habido mucha demagogia en los últimos años con respecto al papel de las entidades financieras. Es fácil demonizar a las entidades y colocarlas en el punto de mira para evitar otro tipo de problemática y desviar la atención. Al final, nos ha colocado en ese lugar donde la banca siempre gana; tiene unos objetivos deshumanizados y brutales… Y, se olvida que para el crecimiento de la economía hace falta la intermediación bancaria. Transformar los plazos de corto a largo y que se puedan hacer préstamos hipotecarios a 35 años con los depósitos a un año. Cuando no se percibe el valor del intermediario financiero, nada se explica.
Sin dinero esto no se mueve.
¿Cómo surge la banca?
Por una necesidad.
Yo mercader veneciano que voy a comprar a los puertos de Ámsterdam necesito llevar dinero y si lo llevo encima y me atracan, me quedo sin él. Necesito una entidad que me ponga en Ámsterdam el dinero que yo tengo en Venecia. Lo que surge por una necesidad, si se mantiene en el tiempo, como es el caso de la banca, sigue teniendo sentido.
¿Cree que hay diferencia entre la percepción que el ciudadano tiene de una caja a la que se tiene de un banco?
Es que aquí hay un elemento muy triste.
¿Cuál?
El concepto de las cajas quedó empañado por unos acontecimientos que ocurrieron hace unos años. Ha tenido que pasar tiempo para que pudiéramos reivindicar el concepto de caja. Cuando nosotros hablamos de que éramos una caja, hemos tenido que aclarar durante una época que no somos una Caja de Ahorros, que no hemos recibido ayudas públicas; que no hay políticos en nuestros consejos… ¿Por qué? Porque la imagen de las Cajas de Ahorros fue mancillada.
¿Cómo está ahora?
El concepto de cajas, como fin social, se ha vuelto a reivindicar. En este caso, con las cooperativas de crédito que somos Caja Rural. Y, el concepto es diferente, por lo que el consumidor lo percibe como tal, porque las cajas rurales hemos estado a su lado muchos años.

Ustedes trabajan con muchos empresarios, grandes y pequeños, ¿qué aporta a la sociedad?
Todo. También se ha demonizado a este sector y sin el cual la economía no avanza. A menudo, el empresario se juega el físico. Vamos a hablar del empresario de verdad, el que está antes que sus trabajadores y se va después que ellos. Trabaja muchísimo, da trabajo a terceros, corre con los riesgos, se lleva a su casa los problemas financieros de su empresa y, efectivamente, tiene que ganar dinero para que todo esto le compense. El problema es que, si ahora vas a las facultades, y eso lo hacemos mucho, y preguntamos cuántos de los alumnos quieren ser empresarios, nadie levanta la mano o la levantan uno o dos.
¿En serio?
Sí. Hablo de facultades vinculadas con económicas.
Si es muy divertido ser empresario.
Ahora estamos planteando una campaña con Alumni -Usal que saldrá en los próximos meses, para llevar empresarios a las aulas a explicarles su experiencia de vida y de empresa. La percepción es que no tienen una idea de qué es un empresario, a qué se dedica, qué aporta, qué deja… Lo único que se nos ha ocurrido es llevarlos, porque si no es así, tenemos un grupo de jóvenes que mayoritariamente quiere ser funcionario.
Le voy a contar mi experiencia. Cuando monté la empresa, mi padre me dijo: Nunca más vas a estar enferma…
(Carcajada) Tenía razón.
Cuando vaya a la facultad, dígales que si son empresarios tendrán una salud de hierro. Y la otra parte, que es muy divertido ver cómo va creciendo la empresa…
Y cada victoria es propia, se vive… creas algo. Puedes diseñar un poco tu futuro. Las empresas antes de ser grandes han sido pequeñas. Te cuentan su historia y ves cómo han crecido. Al nivel que sea, se pueden tener empresas exitosas. A los empresarios cuando hablan de sus empresas se les ilumina la cara. Esto no significa que esté demonizando al funcionariado, porque la sociedad también los necesita. Tiene que haber una cosa y la otra.
¿Por qué cree que los universitarios van buscando la seguridad que da el ser funcionario?
Quizá en estos momentos por razones sociales de forma de vida, de ver la realidad de una manera un poco cómoda…
Ahora la economía va bien, es el momento de arriesgar…
A mí me parece triste que un universitario no esté dispuesto a arriesgar nada; que quiera una vida desde los 25 años pausada, con horarios definidos, que quiera tener una nómina para toda su vida y un trabajo que va a ser el mismo durante los próximos 35 años. Me parece tristísimo.
Usted es licenciada en Derecho, pero vio que le gustaban más las finanzas. ¿Cuántos mundos se nos abren si tenemos una mente abierta?
Te cuento. Mi hija tiene 30 años y le dije muchas veces: ‘lo bueno de esto no es la meta, es el camino’. Cuando sales de la Facultad, tienes una idea de trabajar en lo que has estudiado. De pronto, te das cuenta que hay otras realidades a tu alrededor que no conocías, ni habías pensado en ellas y son oportunidades que te van llevando.
Pero hay que dejarse ir…
Unas veces por azar, otras por apetencias y otras porque tenemos unas cualidades y valemos para unas cosas. Te va llevaban la vida. Eso me pasó a mí, que el camino ha sido más interesante de lo que yo pensaba a priori. Por lo que hay que abrir la mente.
El Ministerio de Igualdad del Gobierno de España les otorgó el ’Distintivo Igualdad en la Empresa’. ¿Cómo ha cambiado el mundo de la banca en estas últimas décadas?
(Se levanta y coge de la estantería una fotografía de su comité de dirección) Estoy muy orgullosa del equipo. Para mí esto es definitivo. El tema no es cuántos directores hay en la banca, el tema es cuántas personas hay en el segundo nivel.
¿A qué se refiere?
Si en ese nivel hay tantos hombres como mujeres, estamos avanzando mucho. Mucho más que si Ana Patricia Botín esté al frente de un banco. Lo importante es que la igualdad sea real y que las carreras vayan hacía arriba, que cuando una chica o un chico entran con 25 años en una entidad como la nuestra, sepa que puede llegar dónde quiera con el esfuerzo que esté dispuesto a dar. Eso es la igualdad, que no dependa más que de su esfuerzo. Que no se entre en la decisión de si es un hombre o una mujer, que eso no sea relevante; al igual que no lo es si es rubio o moreno o alto o bajo.

Isabel. ¿El dinero tiene corazón?
Si los que tienen dinero, tienen corazón, el dinero lo tiene. El dinero no es nada, no es tan importante, solo vale para lo que vale, para vivir decentemente, cumplir objetivos, ayudar a los otros, tener seguridad… el dinero es un instrumento, cuando lo colocamos como un fin en sí mismo, perdemos un poco el norte.
¿Al dinero solo le gusta que lo cuenten?
(Risas) El dinero no tiene sentimientos, le da todo lo mismo. Puede estar metido en una caja de seguridad durante medio siglo y ahí está. Cuando está ahí dentro, no vale para nada.
Si echa la vista atrás, ¿qué le diría a su yo de hace 30 años?
Lo que te he dicho, que disfrute del camino. La meta no es un camino recto, tiene curvas. Querer atajar y a toda costa a la meta… te pierdes lo mejor.
Mi abuelo decía que la vida era como el camino que une Tenebrón con Ciudad Rodrigo… hay curvas, subidas, bajadas y algún árbol donde recuperar el resuello…
Y compañeros de viaje, que te encuentras en un punto y dejas en otro… Ese camino es lo mejor. Mirando para atrás digo: ‘¡Qué chulo ese camino!’
¿Cree que tenemos romantizada la imagen de las grandes ciudades en cuanto a oportunidades laborales?
Digo que romantizamos las grandes ciudades, porque cuando hacemos entrevistas de trabajo a jóvenes de 25 años, recién salidos de la Facultad, lo que quieren es ir a Madrid, Barcelona, Ámsterdam… y labrarse un futuro. Pero, cuando ves a hombres y mujeres de 35 o 40 años que tienen niños pequeños, ahí ya te encuentras con personas que tienen la dificultad del día a día en una gran ciudad, cuando vives en una zona, tienes que dejar a tus hijos en el colegio antes de ir a trabajar… Lo que era chulo de salir los jueves por la noche en Madrid y encontrarte con muchos iguales, cuando va pasando la vida, empieza a tener las aristas de la vida práctica. Romantizar es despojar algo de sus aspectos para solo ver lo bonito.
¿Qué ofrecen las ciudades pequeñas?
Ciudades como la nuestra tienen ventajas en cuanto a calidad de vida. Sin duda es mejor que la de Madrid. ¿Ofrece menos oportunidades laborales? Seguramente sí. Entonces, todo depende de tus objetivos. Tampoco estoy diciendo que hay que quedarse toda la vida en Salamanca, es bueno salir, ver el mundo… pero también es bueno volver o que vuelvan otros. No es necesario que los de Salamanca estemos aquí, pero tenemos que tener la capacidad de traer otras personas, que sí que quieran vivir en una ciudad como la nuestra. Este intercambio creo que es lo rico, que pueda venir gente del País Vasco, de Madrid… con su forma de vida y enriquezca nuestra sociedad. El problema es cuando nos planteamos que todos se van y nadie viene.
¿Qué le sugiere la expresión: ‘España vaciada’?
Me parece que nos victimiza y cuando uno se victimiza lo único que consigue es que el entorno vea la situación, en vez de atraer y poner encima de la mesa nuestras mejores cualidades para que más la conozca, lo que ponemos son nuestras debilidades reales o inventadas. Con lo cual lo atractivo lo devaluamos.
2 comentarios en «“El dinero no tiene sentimientos, le da todo lo mismo”»
La Caja Rural, dinero con corazón
Gracias Isabel y gracias a la Caja Rural de Salamanca y a todo el Grupo Caja Rural. Un modelo tan importante como necesario