Campañas de promoción deportivas

El Ayuntamiento, en colaboración con el Consejo Superior de Deportes, organizó campañas de promoción deportivas y clases de mantenimiento. Esto que hoy nos parece normal, en la década de los ochenta era una novedad. Seis grupos de mujeres y cuatro de hombres daban sus clases en diferentes lugares de la ciudad. Las personas con hábitos sedentarios fueron las más interesadas.

Realizaban ejercicios sencillos, con poco esfuerzo. Garrido, Chamberí, Tejares, San José y La Alamedilla fueron los lugares donde se realizaban las tablas de ejercicios. También se atendió a la tercera edad. En 1982, en un solo día, después de abrir la matrícula, se inscribieron 234 personas. Aquello era una locura, todo el mundo quería hacer deporte para encontrase mejor con su figura y para buscar una fórmula de mejorar su salud. Los responsables del deporte municipal tuvieron que hacer verdaderos esfuerzos para acoger tanta demanda ciudadana.

Se llegaron a superar las 1.500 plazas de media por año, en grupos de 30-35 personas. Se les incluía en fútbol sala y en baloncesto femenino o masculino siempre que cumplieran con el requisito de ser mayores de 25 años. Para los niños se programaron cursos de baloncesto, balonmano, tenis, tenis de mesa, voleibol y patinaje. Se organizaron competiciones de fútbol sala alevín y actividades de andar, correr y de montaña. Las mujeres se apuntaban masivamente y cumplían rigurosamente con los horarios y con los contenidos exigidos. Más de mil mujerea asistían con asiduidad, dos veces por semana, a las clases de mantenimiento.

Para atender a tantas personas adecuadamente, en los primeros años de la década de los ochenta se utilizaron 42 instalaciones deportivas diferentes, situadas en parques, jardines y polideportivos. A las 1.500 personas inscritas en mantenimiento físico había que añadir otras 4.500 que participaban en los cursillos que se organizaban en verano. Para mover tantas personas recurrimos a la contratación de más de cuarenta técnicos.

Quiero manifestar mi agradecimiento a tantos trabajadores anónimos que lo dieron todo por esa actividad deportiva tan solicitada por los ciudadanos, pero permítanme que cite dos nombres, para mí muy queridos, amigos del alma, Ángel Balsa e Inocencio Martín Clemente, Nino. Técnico y político que se desvivieron por el deporte salmantino. Para ellos no había horas, trabajaban cuando todos descansábamos, los domingos y las fiestas, y no pocas veces sus familias se resentían de tanta dedicación a su trabajo.

La demanda para participar en la campaña “andar y correr” descendía en los meses de verano por el calor, aún así se llegaron a reunir 800 participantes en esta modalidad, 1.400 en fútbol sala, 600 de los cuales eran mayores de 25 años. Se celebraban más de veinte cursillos de natación al año con 1.750 inscritos, y en los dedicados a adultos se matriculaban alrededor de un centenar. Los resultados en el aprendizaje fue todo un éxito, más del 80% de los que no sabían nadar salían del curso haciéndolo con soltura. Para los mayores, los deportes más atractivos fueron la calva y la petanca. Colaboraron desinteresadamente las peñas calveras y el Club Salmantino de Petanca. Los “Amigos de la bici” paseaban con 300 personas todas las tardes.

El Ayuntamiento aportaba una cantidad inferior al millón de pesetas para todas estas actividades. Los recursos obtenidos se empleaban sobre todo para pagar al personal. Las instalaciones deportivas no daban de sí para tanta actividad, el 65% del tiempo de ocupación de las infraestructuras deportivas se dedicaba a las clases de mantenimiento, el otro 35% estaba ocupado por federaciones, clubs y equipos de categoría nacional o regional.

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