Ante la propuesta de apertura de nuevas facultades de Medicina en las Universidades de León y Burgos, las delegaciones de estudiantes de las facultades de Medicina de las universidades de Salamanca y Valladolid, con el respaldo de respectivos equipos decanales, manifiestan su “firme rechazo” a través de un comunicado difundido este lunes.
Asimismo, instan la Junta de Castilla y León y al Ministerio de Sanidad a “replantear esta medida y apostar por políticas que realmente mejoren la docencia en las facultades en las que el Grado en Medina ya está instaurado. Así, piden a las administraciones apostar por “el principio de que no siempre un aumento de cantidad va acompañado del mismo aumento en calidad”. En este sentido, creen “imprescindible reforzar las condiciones laborales de los médicos, incrementar las plazas MIR y garantizar que la enseñanza de la Medicina siga siendo un pilar de excelencia en nuestra comunidad”.
“Consideramos esta medida innecesaria y perjudicial, tanto para la calidad de la formación médica como para el sistema sanitario de Castilla y León y de España”, aseguran y, para argumentar su postura, hacen públicos los siguientes puntos:
Falta de recursos y profesorado especializado.- La enseñanza de la Medicina requiere “profesorado y una infraestructura adecuada para garantizar una formación de calidad”. Crear las nuevas facultades sin mejorar sus recursos supondrá “un claro descenso en la calidad de la enseñanza que se requiere que, en última instancia, repercutirá en la seguridad de los propios pacientes”, explican. “Por otra parte, ya en nuestras facultades existen serios problemas en la contratación de personal docente”, un hecho que se hará “más notorio cuando se produzca, en los próximos años, la jubilación de nuestro actual profesorado”, añaden.
Escasez de plazas de prácticas en hospitales.- “Uno de los principales problemas de la formación médica en España es la falta de plazas para la realización de prácticas clínicas en hospitales y centros de salud” algo que los estudiantes consideran en su texto “básico e imprescindible en una profesión de la que va a depender la salud de la población”. En este sentido, “la relación entre el número de alumnos y profesores hace imposible unas prácticas de calidad”.
De igual modo, sostienen que facultades como la de Salamanca “tenían la posibilidad de que alumnos rotaran por otros hospitales de la provincia (León, Zamora, Ávila), con la incorporación del grado de Medicina en León”. Sin embargo “la provincia dejará de acoger estudiantes de la Facultad de Salamanca”, lo que sobrecargará “bruscamente un complejo hospitalario en el que el número estudiantes en rotaciones clínicas ya era excesivo, debido al incremento de plazas por promoción que ha sufrido la titulación a petición del Ministerio de Sanidad desde el curso 2023-2024 (la apertura de nuevas facultades no se acompaña de una reducción en el número de estudiantes de otras que ya se ven saturadas)”.
No soluciona la falta de médicos en Castilla y León.- Pese a la insistencia de la falta de médicos en nuestra comunidad, “hay plazas MIR que quedan vacías”. Esto se debe, “en parte” a las “condiciones laborales y salariales que llevan a muchos profesionales a emigrar a otras regiones o países (en 2023-2024 quedaron 47 plazas MIR de Medicina Familiar y Comunitaria)”, señalan.
“En lugar de abrir nuevas facultades, es fundamental mejorar la oferta de empleo para retener el talento médico y favorecer su desplazamiento dentro de la comunidad autónoma”, lo que podría ser “una forma posible de paliar los efectos de la ‘España vaciada’”, exponen.
Riesgo de mercantilización de la educación médica.- La apertura de nuevas facultades “podría derivar en una mercantilización de la formación sanitaria”, al priorizar “intereses económicos sobre la calidad académica y asistencial, ya que la instauración de nuevos grados se convierte en trueques y concesiones entre universidades”, denuncian. “Si la educación médica se convierte en un negocio más que en un servicio público, pueden surgir desigualdades en la preparación de los futuros médicos entre las distintas facultades”, advierten.
De igual modo, apuntan que “si hay más graduados de Medicina de los que nuestro sistema sanitario puede absorber”, aumentará la “competencia laboral, lo que desembocará en unas condiciones laborales más precarias y una mayor emigración de médicos a otros países (como ya se está viendo)”.
Desajuste entre oferta y demanda de plazas MIR.- Aumentar el número de estudiantes de Medicina sin un incremento paralelo en las plazas de formación sanitaria especializada (MIR) generará “un excedente de graduados sin posibilidad de especialización”, lo que llevará consigo “frustración profesional” y “desaprovechamiento de recursos públicos”, opinan los estudiantes.
En este sentido, detallan que este 2024-2025 se han ofertado 9.007 plazas MIR, a las que se presentaron 14.612 aspirantes. “Aunque sabemos que el aumento de plazas MIR va ligado con la propuesta del aumento de plazas en las universidades, no creemos que a largo plazo vaya a ser una situación que tenga solución, ya que en 2023-2024 se ofertaron 8.768 plazas MIR para 12.721 aspirantes”.
Exceso de recambio generacional en la próxima década.- Otros de los problemas que la apertura de nuevas facultades de Medicina no resuelve “de manera efectiva” es el “exceso de recambio generacional en el sistema sanitario”. A este respecto, el texto argumenta que, en la próxima década, “se prevé un envejecimiento significativo de la plantilla médica en España, especialmente en comunidades como Castilla y León, donde una gran parte de los profesionales actuales está cerca de la jubilación”. Estas circunstancias podrían “generar una saturación de nuevos graduados sin una planificación adecuada para su inserción laboral”.
“Además, debido a la apertura de nuevas facultades y al aumento de plazas que se ha dado en las ya existentes, se calcula que en 2030 habrá más de 7400 graduados en Medicina”, exponen. En cuanto a 2023-2024, destacan que “se han graduado de 6.400 estudiantes, un 13% menos, lo que puede llegar a aumentar el paro y, sobre todo, la temporalidad laboral en la profesión, lo que puede provocar una reducción de la calidad asistencial”.