El consejero de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio, Juan Carlos Suárez-Quiñones, anunció este viernes una inversión de 160.000 euros para dotar de una infraestructura al mirador del Portillo, en la Parque Natural de las Batuecas, adornado por una instalación artística donada por el salmantino Florencio Maíllo.
J.M.A. / ICAL. Según explicó Suárez-Quiñones en declaraciones recogidas por Ical en las Casas del Parque de Las Batuecas, el mirador, actualmente, es un espacio “mal dotado”, donde se ha instalado el conjunto monumental inaugurado esta desapacible mañana en presencia del artista, quien “ha tenido la generosidad de hacerlo de forma desinteresada y lo ha donado al territorio”, según agradeció el consejero, quien explicó que “es un monumento muy interesante con siete cubos que reflejan los siete municipios de la Reserva de Caza de las Batuecas”.
Sobre la actuación de la Junta, recién licitada en la Plataforma de Contratación del Estado, el consejero apuntó que se trata de hacer “el real mirador” porque, en la actualidad, “simplemente hay un lugar donde se ve el valle”. “Vamos a dar a ese conjunto, a ese mirador, la categoría que tiene que tener, adecuada a la categoría que tiene este espacio natural, y que va a permitir una atracción de uso público que se añade a las que hay, y que permita informar y formar mejor a la ciudadanía”.

En definitiva, el nuevo mirador permitirá disfrutar del valle “de forma más cómoda” y también, según añadió el consejero, “atraer visitantes al territorio rural”. Por cierto, el consejero anunció una inversión de 290.000 euros para modernizar el espacio expositivo y acometer una serie de mejoras en la propia Casa del Parque de Batuecas.
Construcción alegórica
Por su parte, el artista Florencio Maíllo, autor de la intervención escultórica realizada en el mirador del Portillo, explicó que está localizada en “un lugar emblemático”, espacio de bajada hacia las Batuecas desde la Alberca y que, en palabras del artista, “era un lugar un tanto degradado, un poquito olvidado, y que ya no cumplía la función” de mirador.
El monolito pretende homenajear el 50 aniversario de la creación de la reserva. “Ahí me surge la idea de construir este elemento simbólico, esta construcción alegórica que tiene tres raíces fundamentales: una que dialoga con el espacio natural en el cual se ensambla; otra es el elemento cultural, que habla de identidad y de memoria; y el tercero es la biodiversidad, tanto vegetal como de animales”, explicó.
“Quiero que la escultura esté imbricada con la juventud, con los niños, para que los niños también, de alguna manera, puedan recordar qué especies están ahí habitando en este territorio, están ocultas en este territorio y desarrollemos su imaginación. Entonces, por tanto, está lo natural, lo geológico, lo histórico y lo cultural”, finalizó.
