La Asociación Luna Nueva invitó a la directora del Instituto Ipir-Duelo, Alba Payás, a dar una conferencia sobre el duelo
[dropcap]F[/dropcap]allece una persona y de media seis están de duelo. Hay duelos serenos y un 10% son complicados. «Nos cuesta atender esta realidad, porque no nos han dado herramientas para afrontar el duelo», señala Celia Sendra, presidenta de la Asociación Luna Nueva.
El duelo por un ser querido es un reto, pero también se puede ver como una oportunidad de transformación para sacarle más jugo a la vida y saber quiénes somos.
Desde la Asociación Luna Nueva permiten a las personas que padecen duelos complicados expresar su dolor «sin juicios y sin prisas. Los grupos terapéuticos los forman personas que están atravesando situaciones similares», matiza Sendra.
Otro de los consejos que ofrecen desde la Asociación Luna Nueva es que se incluya a los niños en el duelo. Opinión que también respalda Alba Payás, directora del Instituto Ipir- Duelo, y experta en acompañar a personas en duelo, además de autora del libro ‘El Mensaje de las Lágrimas’.
Nos hacemos preguntas del tipo: ¿Es posible ayudar a personas en duelo? ¿Por qué sufrimos tanto cuando muere un ser querido? ¿Nos pueden ayudar?¿Qué es ayudar a una persona que padece este dolor?
Existen fármacos para mitigar el dolor, también terapeutas y personas que pueden acompañar a otras en un momento tan duro, pero, ¿dónde los acompañamos? «Todos tenemos buenas intenciones, pero necesitamos hacer algo más. Escucho en la consulta expresiones como: ‘He ido a pedir ayuda y me han dicho que me despida, que escriba una carta, pero a mí eso no me sirve», explica Alba Payás.
Cuando el duelo es complicado, eso se materializa en depresiones, bajas laborales, coste social, padres que dejan de atender a sus otros hijos, «con una acción preventiva esto se podría ahorrar», matiza Payás.
Una de las preguntas que se suelen hacer las personas que están sufriendo este trance es: ¿Cuál es el punto final del duelo? La respuesta que da Payás es que en medicina es fácil: «Cuando se ha curado esa enfermedad, pero el duelo es mucho más complicado, porque no existe un ensayo clínico. Nos falta una muestra control y la investigación aún está por demostrar. Aunque vemos que en el transcurso de 1 ó 2 años mejoran».
Además, existe otro condicionante que es que las personas en estado de shock no acuden a pedir ayuda. «Cuando se vive una pérdida, nos genera un dolor en el cuerpo y éste reacciona llorando, pensando y marcándonos unos objetivos. Se puede ir al cementerio, porque nos gusta acudir; se puede tener las cenizas de nuestro ser querido y hablarles,… Hay que trabajar desde este punto de partida», apunta la autora de ‘El Mensaje de las Lágrimas’.
Explorar el recuerdo
Según Payás existen dos caminos por los que nos podemos enfrentar al duelo: Sumergirte y recordar el dolor y empujar y negarlo. «No hay nada ni bueno ni malo en ambas opciones. Hay que mirar el recuerdo y explorarlo para que lo vaya tolerando y afrontarlo desde ahí».
El estado de shock puede durar unos días o cada vez que le sobreviene el recuerdo. Esto producirá ansiedad, incredulidad, no sentir nada, estar desconectado o estar tan concentrado que está llorando y con un dolor terrible que desborda. «La muerte súbita provoca que los familiares se cuestionen si han podido hacer algo y no lo han hecho para que la muerte no se produjera. Este sentimiento se queda fijado en el cuerpo», matiza Payás.
Alba Payás también comenta que no todos nos enfrentamos a la muerte repentina de la misma manera. «Hay personas que necesitan ver al ser querido y despedirse de él, porque no avanzan; otras se cuestionan si han podido hacer algo; si su ser querido sufrió; si pueden ver el cuerpo o si lo vieron y le genera recuerdos terribles; si la muerte fue muy larga y hubo momentos en los que tuvieron esperanzas y la desesperanza».
Mitigar el dolor
Se puede pensar que hablar de ello es bueno, pero también puede ser malo, porque revivir la experiencia si no hay elementos de unión, puede ser desregulador. Se pueden tener recuerdos relacionados. También defensivos, donde hay etapas de negación. Así como, momentos de protegerse del dolor trabajando o cuidando a los demás; de sustitución, teniendo otro hijo u otra pareja; manteniendo los objetos durante años; enfadándose con otras personas o teniendo conductas de alto riesgo. «Todo esto son maneras de evitar el dolor», puntualiza Payás y añade que incluso el alcohol puede salvar la vida. «No estoy haciendo apología del alcohol, pero no puedo juzgar a una persona que intenta luchar contra el dolor por este método».
La conclusión a la que llega Payás es que todas estas corazas nos alejan del dolor y éste tiene que salir. Además, la coraza es muy pesada de sobrellevar. «No pueden entrar en el recuerdo, no pueden hablar del duelo. El terapeuta tiene que validar, no quiero que dejes de hacerlo, excepto si el coste es destructivo para ti o la familia. La visión que hay que tener del duelo es en conjunto, de toda la familia, aunque sólo se trate a uno de los miembros, porque cada uno de ellos tendrá su propio duelo».
Es necesario recordar aunque haya emociones o se llore. No se debe juzgar a nadie por su forma de expresar el dolor. Dar las gracias por los momentos vividos con esa personas que ya no está. En este proceso es inevitable pensar en los momentos no compartidos por el trabajo o el quehacer cotidiano; también en los instantes que no podrá disfrutar. «Hay que observar todos esos recuerdos y reconstruirlos. Extraer los frutos de la relación que me dejo y cómo me hizo ver el mundo. Al dejar que fluya todo esto surge la transformación. El duelo no es para aprender nada, pero sí nos puede cambiar por dentro».
Una vez que se ha asumido el duelo surge el crecimiento post traumático. Se produce un cambio en las relaciones interpersonales; también pueden volverse más tiernos y tolerantes o se hace una reconstrucción de valores. «El cambio es el sentido de la vida. Es el dolor de todos. No te sientes amado al principio, pero con la distancia vuelves a sentirlo», concluye Payás.
1 comentario en «Duelo: ¿Cómo afrontamos la pérdida de un ser querido?»
Lo he leído con suma atención. La pena es no haberme enterado, para asistir