Con la excusa de que el grupo de actores que forma estrena la obra Comedias de muerte y bodas el día 29 de mayo a las 20.00 horas en la Torrente Ballester, hablamos con Elvira Rivas Moriñigo de teatro, de oposiciones, de futuro,… en definitiva, de la vida de una joven que este año cambiará de década.
Le he preguntado a la IA por usted.
¡Qué bueno!
¿Se imagina lo que nos ha contado?
Quizá que soy actriz, de Salamanca. He escrito Viola Odorata. ¡Claro! Tengo una web donde está mi biografía, por lo que aparecerá todo esto. Seguro que también está que soy dramaturga, quizá politóloga y… lo que he estudiado, Ciencias Políticas y Arte Dramático.
Algo así. La ve como actriz, dramaturga, guionista, productora, politóloga… ¿Qué no cuenta?
Me gustan los perros. Le falta que ahora soy opositora. (Risas)
También cuenta que se ha formado en la Real Escuela Superior de Arte Dramático -Resad-… ¿Qué le dijeron en casa cuando dijo que se quería matricular aquí?
Tuve suerte, mi madre siempre quiso ser actriz y mi abuelo no la dejó. Tenía el camino hecho cuando dije que quería ser actriz. No es normal que me animaran. Incluso cuando dudaba, me picaban para hacerlo. De hecho, alguna vez me han dicho: ‘Si no sale, puedes opositar’. Pero, nunca me dijeron: ‘Hasta aquí, que te hemos pagado la cuota de autónomos’. He sido yo. En ese aspecto no he tenido padres ‘habituales’.
Ha mencionado dos veces las oposiciones en lo que llevamos de conversación. Tenemos que hablar de ellas…
Es que está siendo un drama. (Risas)
¿Cree que lo aprovechará para hacer un guion?
(Se lo piensa) Quizá sí. Es un drama, porque a mí me gusta ser actriz y decirlo. Ahora, si me preguntan diré: soy gestora de la Seguridad Social. No suena tan divertido. Es un poco crisis de identidad. Soy las dos cosas. Pero hace falta comer…
Y pagar las facturas.
Eso es. Cuando estaba utilizando el teatro para pagarme las ‘cosas’, estaba dejando de disfrutar el teatro como antes. No tenía sentido. Quiero disfrutarlo, porque creo que eso sí es más mío, quería que volviera a ser algo que yo disfrutara genuinamente. Era una pena tener que aceptar algo que no me motivaba, ni me gustaba, porque era lo que me daba dinero ese mes.

¿Cómo fue su aventura como fundadora de ‘Lunática Producciones’?
No fue una decisión como tal la de montar la productora. Fue progresivo. Vengo del teatro de aficionado, universitario y nosotros hacíamos muchos pueblos. Nos pagábamos las cervezas de después y poco cosa más. Pero a mí, eso me gustaba mucho. Quise recuperar lo que hacíamos con Hypokritas mi antiguo grupo, con el que hacíamos obras en el Juan Del Encina y las movíamos. Quise hacer lo mismo con otro compañero de Hypokritas que también se fue a la Resad y hacerlo de forma más profesional. Ya no podíamos ir como una asociación cultural. ¿Qué hago? Uno de los dos nos teníamos que dar de alta en autónomos, lo hice yo. Busque un nombre…
¿Sabe lo que significa?
(Risas) Sí. Fue un poco de broma. Hipócrita es un insulto y Lunática también. Además, hay un personaje de Harry Potter que se llama Lunática, que me gustaba mucho. En Spotify soy Lunática Rivas… me gustaba.
Continúe con la aventura de ser autónoma.
Empezamos haciendo obras y así, sin casi pensarlo, estaba produciendo. Los problemas vinieron cuando hicimos un corto y respondía como autónoma. No salió bien. El resto solo recibió y yo palmé. Incluso rompes amistades. Fue cuando dije: ‘Una y ná más Santo Tomás’, si mis compañeros querían seguir haciendo cortos, teníamos que montar una S.L., No quisieron.
¿Conocía el terreno que pisaba en lo audiovisual, porque las tables sí que tenía experiencia?
Los cortos los habíamos hecho de forma aficionada. No cobraba nadie. El nuestro no era un corto súper grande, pero pedimos un crowdfunding, se dio de alta a gente… Tienes que pagar las recompensas del crowdfunding o lo que te han costado ciertas cosas…
¿Hay una contabilidad?
Justo. No estábamos preparados el equipo, porque éramos varios, pero la que ponía el CIF de autónoma era yo.
De todo se aprende…
Sí. Tenía que haber sido consciente de ciertas cosas a la hora de hacer un presupuesto. Ahora ya sí, gracias a la oposición, se diferenciar IRPF, seguros sociales… y lo tienes que incluir en el presupuesto. Lo hacíamos todo muy democrático, nos poníamos unos sueldos, pero no estaban incluidas partidas que tuve que afrontar desde mi sueldo de actriz. Hicimos muchas cosas mal, pero ya no se me olvida que tengo que incluirlo en un presupuesto…
Por favor, inclúyalo también en un guion.
Vale.
Pero de risas, que es muy sanadora. ¿Por qué cree que es tan importante la risa?
Porque lo necesitamos. La ironía, la risa es una forma muy potente de crítica.
El teatro logra que el espectador salga de ver una función de distinta manera a la que entro…
Cuando son buenas sí, pero si sales aburrido, no te cambia para bien.
¿Usted cómo baja de las tablas?
Depende de cada día, de cada obra, de con quién trabajes o estas tú solo. Por ejemplo, cuando hice 100 funciones de Santa Teresa, al principio tuve muchos nervios, pero cuando avanzas era casi como automático, pero cuando me vestía de Santa Teresa era como si entrara en trance. En otras, como Viola Odorata, había mucha ilusión del equipo, porque la habían creado juntos. En otros casos, era más mecánicos.
¿Cómo es el estreno?
Como si te has liberado, te has quitado un peso de encima. Es similar a la sensación de haber terminado un examen duro. Depende mucho de la obra, siempre con mucho respeto, porque te lo has trabajado y lo estás haciendo. Si ha salido bien, estás contento y orgulloso. En otras ocasiones, estás triste, porque sabes que lo has podido hacer mejor.
¿Qué aprendió de Santa Teresa?
La paciencia todo lo alcanza. No me imaginé haber tenido amigas monjas, pero como pasaba muchas horas en la Casa de Santa Teresa, donde viven ellas, me preguntaban cómo me iba con el novio; si habíamos discutido… (Risas) Si hacía frío, me preparaban un café.
¿Qué imagen le ha quedado de la Santa?
Es una mujer muy fuerte, divertida e irónica. No sé quién le dijo: ‘¡Qué pena que seas monja!’ Ella contestó: ¡Qué mas te da! Si aunque no fuera monja, ni en tus sueños me vas a tocar’. Eso sí, esta parte más rebelde, en la obra que hacía, no se veía. Era enseñar la casa.
Santa Teresa también era eso…
Claro. Era presumida. Hay una parte en la obra, en la que le han hecho un cuadro y estaba enfadadísima del retrato. Aquí metía un poco de acción, para que el público se riera. Montaba en cólera y decía: ‘¿Quién ha pintado eso? No lo miren por favor’. También era muy traviesa, cuando se escapó con su hermano.
Se ha levantado un poco de polémica con la exhibición de su cuerpo…
Es un morbo raro. Parece que no la dejan descansar.

Siguiendo con su formación, es licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública. ¿Buscaba un seguro?
Empecé a hacer teatro en 3º de la ESO y muchos de nosotros, al cumplir los 18 años entramos en la Universidad, donde montamos un grupo. Dudaba entre hacer Ciencias Políticas y Humanidad, tanto que la primera semana iba por la mañana a una y por la tarde a la otra. De hecho, en ese momento, no me presenté a ninguna prueba de una escuela de teatro. Me daba mucho miedo ir a Madrid con 18 años. No creo que me hubieran cogido. La experiencia la gané en los años de teatro universitario.
¿Por qué se decantó por Ciencias Políticas?
Teníamos muy reciente el 15M. Me movían las causas sociales. Fue una experiencia bonita, porque, aunque ahora no se parezca nada a cuando nación en 2014, fue muy enriquecedor vivir eso a la vez que estudiaba.
Este año cambia de década.
¡Ay sí! (Carcajada) No pasa nada. Además, tengo amigos que han cumplido los 30 y les han hecho fiestas estupendas. Así que, tengo ganas de que me toque a mí. Ya les estoy dando ideas para mí ‘fiesta sorpresa’.
Está deseando que llegue noviembre…
Un poco sí. (Risas) ¿Te imaginas que no me hagan nada?
¿Anda detrás de algo, al margen de las oposiciones?
Sí, tengo muchas ideas para escribir, hacer obras… También me imagino algo así como lo que fue la sala Micenas en Salamanca… por el centro, para hacer teatro alternativo, parecido a lo que se hace en Almargen, pero en el centro. Y por otra parte, quiero forzarme a mí misma en que no hay que ser productivo todo el rato.
¡Guau!
Es que parece que si no estamos haciendo algo, no somos válidos. Cuando me llamaste y me dijiste que siempre me ves haciendo algo, puede ser apariencia, porque en redes sociales siempre subes cosas, pero llevo parada casi un año. Solo he tenido las clases de teatro que imparto. Parece que tienes que dar una apariencia de que estoy haciendo cosas, porque si no es así, no llega trabajo y no soy válida.
¡Qué duro!
En realidad, si ahora no tuviera nada en mente, acabara las oposiciones y dedicara las tardes a leer libros de fantasía, a estar con mis padres, con mis perros… que también por eso he decidido opositar en Salamanca. ¡No pasa nada! También soy válida. Estoy intentando reconfigurarme la cabeza en eso de que no pasa nada si no estamos haciendo todo el rato cosas.

¿Por qué tenemos que apostar por las artes escénicas?
Porque aunque suene manido, es una vía de expresión que nos ayuda a reflejarnos. Es verdad, que lo que sientes en el teatro… hablo del hecho de hacer teatro.
¿A qué se refiere?
A las personas que van a clase de teatro. El grupo con el que trabajo ha creado una comunidad en tres meses. Me gustaría que se fomantarán más clases de interpretación y personas que no han hecho teatro, empiecen. Al principio, me llamó la atención que a las clases solo vinieron hombres.
¿Por qué?
Porque suelen venir chicas y, aunque suene a tópico, gays. Luego se equilibró. Esto ha sido genial, porque había gente de distintas edades y han congeniado estupendamente. Un contraste de generaciones e ideologías y esto se ha producido gracias al teatro. Además, con la excusa de la obra de teatro, hablan de otras emociones y acaban mencionando las suyas. También exploran el cuerpo, qué postura adoptas para reflejar una emoción… son aprendizajes que los llevas a tu día a día.
¿Le han dicho porque se apuntaron?
Por ejemplo, uno de ellos porque quería presentar mejor los trabajos en clase. Para mejorar la dicción, la proyección de la voz, la postura… Esto te sirve para muchas cosas.
¿Habría que apostar por una programación más novedosa?
Deberían pensar un poco más en los jóvenes.
Por curiosidad. ¿Cuál es el público más crítico?
(Silencio) Estaba pensando en los niños, cuando hago Mosca y pulga si no estoy bien, no los capto al principio, los he perdido, y se hace difícil. Son exigentes. Si no les gustan, se levantan y se van o te cogen la escenografía.
Cuéntenos alguna anécdota que le haya pasado al montar una obra.
Esta no es de niños. Montamos en la Torrente Ballester El perreo del hortelano y fueron personas mayores. Cuando comenzó a sonar reguetón se quedaron como: ¡Ooooh! Luego entraron y se lo pasaron muy bien. Pero seguro que al principio pensaron: ‘¡No lo están haciendo bien! ¡Qué estamos viendo!’ (Risas)
¿Qué nos enseñan los clásicos?
Depende de la obra, pero los clásicos pueden ser muy divertidos y actuales, porque tratan temas universales… el amor, los celos, el odio… también son políticos. Hay directores que dicen que vamos a los clásicos para no hablar de política y los clásicos son muy políticos. ¡Mira Fuenteovejuna! Se pueden disfrutar mucho.





















2 comentarios en «“No pasa nada si no somos productivos todo el rato”»
A mí tb no me dejó mi padre ir a Madrid(año 73) y me decanté por Historia del Arte(siempre nos mueven las mismas expresiones artísticas).Hoy,con una década más cumplida,estoy en Lombó teatro y estamos,estrenaremos:Los ciegos de Maurice Maeterlinck,el 21 de Junio a las 19:00.Un apunte.La mayoría de los actores son ciegos o con baja visión.Lo digo por si os interesa ir a verla.
Y enhorabuena por la entrevista.
A mí tb no me dejó mi padre ir a Madrid(año 73) y me decanté por Historia del Arte(siempre nos mueven las mismas expresiones artísticas).Hoy,con una década más cumplida,estoy en Lombó teatro y estamos,estrenaremos:Los ciegos de Maurice Maeterlinck,el 21 de Junio a las 19:00.Un apunte.La mayoría de los actores son ciegos o con baja visión.Lo digo por si os interesa ir a verla.
Y enhorabuena por la entrevista.