Opinión

Muerte de un editor

José Manuel Lara.

[dropcap]E[/dropcap]l último sábado, 31 de enero, y tras luchar durante tres largos años contra un cáncer de páncreas, José Manuel Lara Bosch nos dejó a todos sus amigos, con una estela de tristeza y de buenos recuerdos.

El hombre más significativo de los medios en España -desde Planeta con su casi centenar de sellos editoriales, Atresmedia, con A3 y Onda Cero, y el diario La Razón, además de muchas otras inversiones-, fue un buen empresario; que aprendió de su padre, José Manuel Lara Hernández, y de su hermano menor, Fernando, que murió cuando volvía a su casa de un partido de fútbol, en accidente de automóvil, siendo directivo del Real Club Deportivo Español de Barcelona.

[pull_quote_left]El hombre más significativo de los medios en España -desde Planeta con su casi centenar de sellos editoriales, Atresmedia, con A3 y Onda Cero, y el diario La Razón, además de muchas otras inversiones-, fue un buen empresario; que aprendió de su padre, José Manuel Lara Hernández, y de su hermano menor, Fernando[/pull_quote_left]El funeral en recuerdo de José Manuel, celebrado el lunes día 2, fue impresionante. En una de las más hermosas iglesias góticas de la ciudad condal (La Purísima Concepción), trasladada piedra a piedra de su original emplazamiento, cuando se hizo el trazado de la Vía Laietana, para volver a erigirla. Una construcción de una sola nave, sin crucero, con hermosos vitrales. El recinto estaba abarrotado, con mucha gente de pie, y en primera fila Artur Mas, la Vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría, el Ministro de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo, y otros representantes del Gobierno de la Nación y de la Generalidad de Cataluña: el todo Barcelona, la toda Cataluña y España entera. Y entre a quienes pude saludar personalmente, Isidro Fainé, Eduardo Zaplana, Luis del Olmo, Xabier Añoveros, Miquel Escudero, José María Oller Camp de la Creu, Borja García-Nieto y un largo etcétera.

Junto con mi colega y amigo de tantos años Francesc Granell, entramos en la magnífica iglesia y nos situaron al lado del sitial de la familia Lara, para el funeral, corpore insepulto, con el ataúd del editor entrado solemnemente en la iglesia a hombros, para situarlo ante el altar mayor, donde recibió el agua bendita del hisopo y el incienso humeante.

Ofició la misa el rector Ramón Corts i Blay, quien habló con gran claridad, e hizo una imponente y nítida laudatio del gran editor; puntualizando que una cuarta parte de su actividad cotidiana la dedicaba a la filantropía y ayuda directa a quienes él pensaba que más lo requerían.

José Manuel Lara Bosch y yo nos conocimos en 1973, recién regresado yo de mi primer viaje nipón, donde tuve ocasión de hacerme con un ejemplar del anuario, en inglés, del Daily Mainichi, el segundo periódico de mayor tirada en lengua japonesa, con unos seis millones de ejemplares.

Junto con José Manuel Revuelta -luego Técnico Comercial del Estado y que fue consejero asesor en Repsol, alto ejecutivo de Cementos Portland y ahora presidente de Navantia-, le propusimos a José Manuel Lara -y a un estupendo asesor que tenía por entonces, de primer apellido Alcubilla-, hacer un anuario para España, al estilo del ya citado japonés del Daily Mainichi. Y fue así como, sin más ni más, configuramos una empresa a medias con Planeta, que editó durante dos años el primer anuario global de las Españas; un modelo que luego serviría para el Anuario de El País, editado desde 1982 a 2013, y más tarde el de El Mundo, entre 1993 y 2003.

Al calor de esas primeras relaciones editoriales, José Manuel Lara Bosch, por aquel tiempo tercero de a bordo de Ediciones Planeta -cuando su padre estaba en plenitud de sus capacidades, y Fernando figuraba como futuro líder del grupo empresarial-, me propuso que hiciera un libro con el título de ¿Adónde vas España?, que vio la luz en 1976. Trabajo que tuvo gran éxito y que muchos citaban por su subtítulo Quo vadis Hispania, que era evocación de mis lecturas de adolescente, de la novela Quo vadis, de Henrik Sinkievitz, que se llevó luego al cine con tanto éxito.

De ¿Adónde vas España?, cuya difusión se extendió desde el otoño de 1976 al verano de 1977, me dijo un día un amigo:
-Lo tiene Adolfo Suárez en su mesa de despacho. Y todos los días, al empezar la jornada, lo abre y dice: ‘Vamos a ver qué toca hoy de lo que dice Tamames’. Pasa unas páginas, se detiene un momento y escoge la buena acción de la jornada: ‘Hoy corresponde la renuncia del jefe del Estado al derecho de presentación de los obispos: hagamos un real decreto, y que el Rey ya no siga haciendo lo de Franco, proponiendo una terna de obispos adictos al régimen al Vaticano. ¡Que el Papa decida lo que tenga a bien hacer en la Iglesia, que nosotros ya tenemos el Estado!’». Si non e vero, e ben trovato.

Esa primera experiencia editorial mía con Planeta fue el comienzo de una relación muy estrecha, en la que pronto tuve la posibilidad de conocer a José Manuel Lara Hernández, el fundador de la marca, junto a su esposa María Teresa Bosch. Ambos, prácticamente de la nada sentaron las bases y desarrollaron una gran parte del Grupo Planeta y sus agregados de hoy.

Recuerdo muy bien que Lara Hernández me llamó un día por teléfono para felicitarme por ¿Adónde vas España? Y quedamos a almorzar juntos, él con su esposa y yo con la mía, en el mejor restaurante de Barcelona, Vía Veneto, de donde arrancó una amistad que duró hasta prácticamente el final de los días del padre fundador.

[pull_quote_left]Siempre nos quedará el recuerdo de una persona sincera, cabal, español y catalán, y catalán y español (o cataluz o andalán, como él mismo decía), que supo poner tanta cordura, laboriosidad y eficiencia a lo largo de su vida, y señaladamente en los últimos tiempos al plantear que Cataluña deja de serlo sin España, y España no sería la misma sin Cataluña.[/pull_quote_left]No voy a enumerar aquí la prolija lista de mis publicaciones en el grupo editorial presidido por los Lara. Sólo me referiré a la última de ellas ¿Adónde vas, Cataluña?, publicada en mayo de 2014, dentro del contexto de la gran polémica sobre la presunta independencia del principado. De la que dije, en ese libro, que “no puede ser, y además es imposible”. Como creo que están demostrando los hechos, al irse desinflando el proceso soberanista. Como reflexionaba yo en el funeral, mirando a un entristecido, y creo que muy agobiado, Artur Mas.

Revelaré aquí -lo cual tampoco es levantar un secreto inaudito-, que si ¿Adónde vas España? me la inspiró el editor que nos ha dejado, mi último libro, ¿Adónde vas, Cataluña?, me lo sugirió mi amigo el empresario e historiador Manuel de Vicente, en una breve conversación telefónica que tuvimos a finales de 2013:

– Ramón, creo que tal como se están poniendo las cosas del soberanismo catalán, sería bueno que recordaras el éxito de tu libro ¿Adónde vas España?, de 1976. Por qué no escribes ahora ¿Adónde vas, Cataluña?

– Dicho y por hacer de inmediato, querido Manolo -contesté-.

A renglón seguido escribí una carta a José Manuel Lara Bosch haciéndole partícipe de la idea de esta segunda salida de “¿Adónde vas…?”. Y recibí de él rápida contestación diciéndome que le parecía muy bien, pero sometiendo su decisión final a lo que le señalaran sus editores. Para lo que me indicó que hablase con Ramón Perelló de Ediciones Península, del Grupo Planeta.

Lo demás, como se dice coloquialmente, fue coser y cantar. Tuvimos un almuerzo de trabajo Ramón Perelló, Manuel de Vicente, Christian Careaga y yo mismo, y de allí salió la idea definitiva de hacer ¿Adónde vas, Cataluña? Ya en su tercera edición, y que fue la base de no pocas conferencias, y de una interlocución con el propio Artur Mas.

Volviendo en el AVE de Barcelona después del funeral de José Manuel, antes hubo un breve refrigerio con Francesc Granell en el luminoso restaurante El Tragaluz, pensaba en esa trayectoria que tenemos todos, a lo largo de la vida, de encuentros con personas que ya nunca podemos olvidar. Como también recordé las cálidas palabras que Consuelo García-Piriz pronunció en el funeral de su esposo, con un deje extremeño, pues ella nació en Olivenza, la hermosísima ciudad portuguesa que tenemos el alto privilegio de que esté situada dentro de España. Donde precisamente nos conocimos hace ya bastantes años.

Descanse en paz el gran editor, mis sentimientos de mayor amistad a todo su entorno, empezando por su viuda Consuelo y su hijo Pablo, a quien tuve ocasión de saludar, al darnos la paz. Como también pude conversar con Manuel García-Piriz, cuñado del editor, quien en la mitad de la larga ceremonia del funeral, me cedió su plaza en el sitial de la familia, insistiendo para que me sentara: “porque fui alumno tuyo en Málaga, Ramón”.

Siempre nos quedará el recuerdo de una persona sincera, cabal, español y catalán, y catalán y español (o cataluz o andalán, como él mismo decía), que supo poner tanta cordura, laboriosidad y eficiencia a lo largo de su vida, y señaladamente en los últimos tiempos al plantear que Cataluña deja de serlo sin España, y España no sería la misma sin Cataluña. Y para terminar este recordatorio, las últimas tres frases de las Coplas de Jorge Manrique:

… y aunque la vida perdió,
nos dexó harto consuelo
su memoria.

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