A la promoción de Periodismo UPSA del ‘96
Hoy les he vuelto a hablar a mis alumnos de la luz y del cielo en nuestras vidas. No les hablo de arte o teología, aunque tal vez les diga cosas que les guíen hasta lo bello y lo bueno de que todo está hecho en el universo. Yo les hablo de los versos de Eloy Sánchez Rosillo y de Víctor Herrero de Miguel. De aquella tradición en que me encuentro inmersa o sumergida desde niña. Desde aquel palpitar con la madera al que alude el capuchino en su poema: “De niño me gustaba la madera,/ […] la lentitud de todo el que confía/ y sigue en pie y ofrece/ un refugio a su lado,/ la resistente espera de los buenos”. O les hablo también de aquel cambio de la edad que hiciera trastocar los días y las noches del porteño. Y les digo que así vine yo a la poesía desde las noches para hoy vivir con ella y a su luz cada mañana.
Hoy les he vuelto a hablar a mis alumnos de cosas que interesan a todos más allá del estudio y la academia, más allá del examen y la nota, más allá del prestigio y de la fama. De la vida y su estoque, del amor y todo lo que este implica. Les he hablado del ángulo confiado que basta para ser y vivir en armonía. Les he hablado del asombro con que llegan al inicio, que parecen ir perdiendo con los años pero que no siempre es así, y bien me lo han mostrado habiéndolo sabido guardar de la intemperie tras 25 años. Que es probable que la vida nos empuje y nos eche escaleras abajo partiéndonos los huesos ahora bien lo saben. Pero que aun doloridos volvamos a ser aquellos que ya fuimos, y dejamos de ser, o al menos lo pensamos, pero no nos rendimos, y hemos seguido siéndolo… También eso lo han aprendido.
Hoy les he vuelto a hablar a mis alumnos de esas cosas que ellos tan solo intuyen, aunque el tiempo me ha dejado ver de cerca aquello en lo que luego se convierten. “Nosotros los de entonces ya no somos los mismos” -les dije recitando los versos del chileno- y ellos me demostraron que a veces las palabras son un puro sofisma. Solo un fin de semana me ha bastado para ver corazones al desnudo que yo creía marchitos por el tiempo y son los mismos, idénticos, como antes. Pues como dice Eloy “hay dentro de quien eres/ toda la multitud de los que has sido”. Y todos conviviendo, mejorándose. Agradezco que fueran ellos mismos -justo cuando arrojaba la toalla- y doy gracias pues volvieron a decirme que el tiempo no nos puede, que es verdad lo que dicen los poetas: Víctor, Eloy, Antonio y Juan Ramón.
Cada vez les hablo más de aquello que ellos mismos me enseñan con sus vidas. La vida como vasta enciclopedia. He aquí la verdad del saber circular, que aquello que enseñaba un día me fue devuelto por los mismos que aprendieron lo que ahora me han devuelto. Cada vez me veo más incorregible. Hoy he vuelto a hablar a mis alumnos, de la vida que pasa y la poesía.






















